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Jaque mate/Educación

Sergio Sarmiento

“La nación que posee más

escuelas posee el futuro”.

Otto von Bismarck

La información comparativa internacional es bastante clara: México tiene un pésimo desempeño educativo. El problema no es de dinero; el gasto educativo de México no es pequeño en comparación con el de otros países y el tamaño de su economía. Una parte demasiado importante del dinero que dedicamos a la educación pública, sin embargo, se utiliza para las universidades, lo cual deja muy poco para la instrucción básica, en la cual es más urgente el reto de mejorar la calidad.

De una lista de 45 países considerados en la prueba Pisa de la OCDE de 2003, México ocupa el 42. El desempeño de nuestros estudiantes de 15 años es igualmente malo en todas las especialidades: matemáticas, lectura, ciencias y resolución de problemas.

México gasta aproximadamente el seis por ciento de su producto interno bruto en educación. No es una cifra mala en comparación con las de otros países del mundo. De hecho, hay naciones con mejor desempeño educativo que el nuestro, como Eslovaquia, que gastan menos. En términos del porcentaje del gasto público que se dedica a la educación, México está por arriba de todos. En nuestro país dedicamos casi una cuarta parte del gasto público a la educación, mucho más que casi cualquier otro país.

Claro que México tiene más niños en educación primaria y media que otros del mundo, por eso el gasto por alumno es insuficiente a pesar de ese esfuerzo. Parte del problema es la distribución del dinero. Un estudio de 2002 de la OCDE señalaba que mientras los países desarrollados gastan 2.2 veces más en promedio por estudiante de universidad que por uno de primaria, México gasta 4.4 veces más. Un país como la República Checa, que gasta apenas 1.3 veces más por estudiante de universidad que de primaria, sería quizá el ideal que deberíamos alcanzar. La República Checa es uno de los países más exitosos del mundo en desempeño educativo.

El exceso de gasto público en educación superior se puede ver desde otro punto de vista. El estudio de 2002 de la OCDE señalaba que el gasto por estudiante de primaria en México era de 13 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita del país mientras que la cifra promedio de los países de la OCDE era de 19 por ciento. En contraste, el gasto por estudiante universitario en México era de 57 por ciento del PIB per cápita mientras que el promedio de la OCDE apenas llegaba al 44 por ciento.

Todos los indicadores señalan lo mismo. México se está quedando rezagado en materia educativa y ésta es una de las razones por las que estemos perdiendo competitividad a nivel internacional. El problema no es que gastamos poco, sino que lo hacemos de manera muy ineficiente.

Los maestros han tenido el aumento más importante de sueldos de todos los trabajadores en este sexenio. Su sueldo promedio ha pasado de 3.2 a 4.7 salarios mínimos entre 2001 y 2005, según el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Pero el desempeño de los estudiantes no ha mejorado. Claramente el esfuerzo más importante hoy debe ser establecer procedimientos e incentivos que permitan mejorar la calidad de la instrucción.

La gran disparidad en recursos que se gastan en educación primaria y en la universitaria es producto de la presión política que han realizado las universidades para obtener mayores recursos públicos. Recordemos el intenso cabildeo que los rectores hacen cada fin de año para que los legisladores les otorguen más dinero, cosa que éstos hacen sin darse cuenta de cuáles son las verdaderas necesidades educativas de la nación. Claramente los directores de escuelas primarias no tienen el poder político de los rectores.

Una de las consecuencias de este trato preferencial a las universidades es un desequilibrio en el mercado. Las empresas no pueden absorber a todos los jóvenes que salen de las universidades. En un país que tanto necesita la educación, millones de jóvenes con instrucción universitaria no tienen posibilidades de conseguir empleo en el campo de su preparación.

¿Qué debemos hacer como país? Para empezar, el esfuerzo principal debe dedicarse a la instrucción primaria y secundaria y no ya a la universitaria. El objetivo no debe ser simplemente elevar los sueldos de los maestros, sino mejorar su preparación y los programas de estudios. Debemos, además, crear incentivos para fortalecer la calidad de la instrucción.

Para esto se necesita de un acuerdo con el SNTE. De nada sirve mejorar los sueldos de los maestros si no se mejora la instrucción de los niños mexicanos. Debemos generar una mayor competencia. Para eso es imprescindible conocer el desempeño de cada maestro y cada escuela, y usar los recursos disponibles para premiar a los mejores. Sólo de esta manera podremos asegurar que el dinero que estamos gastando no se siga desperdiciando como hasta ahora en una educación de baja calidad.

ESTRATEGIA

Dados los “buenos resultados” que han tenido las movilizaciones hasta ahora, los grupos de activistas que se han unido en torno al Frente en Defensa de la Tierra de Ignacio del Valle acordaron el 13 de mayo en San Salvador Atenco continuar con las tomas de calles en el Distrito Federal para promover su estrategia política.

Correo electrónico:

sarmiento.jaquemate@gmail.com

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