“Una encuesta de opinión no es sustituto del pensamiento”.
Warren Buffet
La experiencia me dice que los políticos -los mismos políticos- mostrarán siempre dos opiniones distintas acerca de las encuestas. Si éstas los favorecen, dirán que son correctas y que subrayan la aceptación que tienen entre la población en general. Si les son contrarias, afirmarán que son falsas y que están hechas para favorecer a sus contrarios.
Andrés Manuel López Obrador ha tenido pocas quejas acerca de las encuestas. Desde hace cuando menos dos años, éstas le han dado una sólida ventaja en la carrera por la Presidencia de la República. Sus únicas quejas vinieron hace algunos meses, cuando un estudio del periódico Reforma colocó a Felipe Calderón a apenas dos puntos porcentuales abajo de él, y más tarde cuando la empresa Arcop puso a Calderón ligeramente adelante.
En las últimas semanas, sin embargo, han empezado a surgir algunas encuestas que sugieren que la contienda presidencial que algunos ya consideraban definida podría estarse cerrando. La primera en indicarlo fue la encuesta de Consulta Mitofsky levantada del 17 al 23 de marzo que mostró una pérdida de un punto por parte de López Obrador y una ganancia de un punto tanto de Felipe Calderón como de Roberto Madrazo. Estos movimientos, sin embargo, no eran suficientes para poner en riesgo la fuerte ventaja de López Obrador, quien con 38 puntos por 31 de Calderón y 29 de Madrazo mantenía una cómoda ventaja de siete puntos. La encuesta de Consulta, al contrario de otras, consideraba solamente a los votantes probables. Algunos colaboradores de López Obrador cuestionaron la integridad del estudio y afirmaron que era imposible que Andrés Manuel estuviera perdiendo terreno.
La semana pasada se dio a conocer una encuesta de GEA/ISA, levantada en fechas similares a las de Consulta, que colocaba a Calderón, con 36 por ciento de la intención de voto, ligeramente por delante de López Obrador, quien tenía 34 por ciento; Madrazo estaba en tercer lugar con 28 por ciento. Por otra parte, ayer la empresa Ulises Beltrán y Asociados publicó en el periódico La Crónica un sondeo que ponía a López Obrador en primer lugar con 36 por ciento, pero con Calderón muy cercano con 34 por ciento y Madrazo con 28 por ciento.
Hasta este momento estos dos últimos estudios deben ser considerados simplemente como atípicos; esto es, muestran unos resultados que contrastan con la mayoría de los que se han registrado hasta ahora. Pero los colaboradores de López Obrador han ido más allá y han acusado a GEA/ISA de priistas o panistas -según el caso- y a Ulises Beltrán, quien fue el encuestador de la Presidencia durante los sexenios de Salinas y Zedillo, de salinista o zedillista. El hecho de que los resultados de la encuesta de Beltrán hayan sido publicados por La Crónica, un periódico que se ha caracterizado siempre por sus críticas a López Obrador, ha hecho más fácil este desprecio.
Pero si yo estuviera en el equipo de López Obrador tendría un poco de cautela al descartar sin más reflexión estos resultados. Ya Roy Campos, el director de Consulta Mitofsky, ha advertido que la agresividad de Andrés Manuel, especialmente al decirle de manera constante y pública al presidente Fox “cállese chachalaca”, podría estar teniendo un impacto negativo en la imagen del candidato. Si a esto le añadimos el hecho de que tanto el PAN como el PRI han mantenido intensas campañas negativas en contra de López Obrador, acusándolo de no querer debatir, de intolerante y de endeudar en exceso al Distrito Federal, podríamos entender la tendencia de las últimas encuestas.
Habrá que esperar más estudios para determinar si lo que estamos viendo es realmente una caída en la popularidad de Andrés Manuel y un alza en el respaldo por Calderón o simplemente un error de unas cuantas encuestas. Pero lo lógico es que los estrategas de López Obrador tomen medidas precautorias. Ya una vez Andrés Manuel y su gente decidieron, al principio de su Gobierno en el Distrito Federal, que su confrontación constante con el presidente estaban teniendo un costo político. La decisión en ese entonces fue hacer que Andrés Manuel dejara de cuestionar al presidente y mantuviera una política de respeto a la figura presidencial.
El equipo de campaña de López Obrador debería, quizá, considerar una decisión similar en ese momento. Yo entiendo que Andrés Manuel se emociona al decirle públicamente al presidente “cállese chachalaca”, y que cada vez que lo hace le arranca aplausos al público que asiste a sus presentaciones, pero hay razones para pensar que está pagando cara la diversión. Andrés Manuel y el PRD siempre han cargado con el lastre de una imagen de intolerancia. En poco se ayudan ahora dándole énfasis a esta imagen.
INDECISOS
Podrá haber diferencias entre las distintas encuestas que se han dado a conocer en las últimas semanas, pero en una cosa coinciden casi todas: alrededor de un 20 por ciento de los ciudadanos se muestran todavía indecisos. Muchos no votarán y por lo tanto no influirán en el resultado del dos de julio. Pero si un grupo importante se inclina por un mismo candidato, podrá definir el resultado de la votación final.
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