?El arte de cobrar impuestos consiste en desplumar al ganso de tal manera que se obtenga el máximo monto de plumas con el mínimo posible de quejas?. Jean-Baptiste Colbert
Los senadores del PRI y del PRD han tomado la decisión de rechazar la propuesta del Ejecutivo de gravar con un impuesto de 5 por ciento los refrescos embotellados. En la Cámara Baja los diputados del PRI habían aprobado este gravamen; pero sus colegas en el Senado, actuando con la independencia que les da la Ley, optaron por asumir una posición distinta, la cual los ha llevado a desechar el impuesto. Esta parte de la iniciativa de la Ley de Ingresos regresa ahora a la Cámara de Diputados.
Yo he expresado en varias ocasiones mi rechazo a los impuestos especiales. No es función de la política fiscal, a mi juicio, disuadir a los consumidores de adquirir productos que puedan ser dañinos para la salud. Es mejor que se cobren los mismos impuestos a todos los productos y que sea el consumidor el que decida qué adquirir. Éstas no son decisiones que deban quedar en manos de un burócrata.
El impuesto especial a los refrescos pretende ser una medida para beneficiar la salud de la gente, pero puede terminar afectando los ingresos de miles que, de manera directa o indirecta, viven de esta industria. Nuevamente, no debe ser un burócrata el que decida quiénes pierden su empleo y quiénes pueden seguir trabajando en una determinada actividad.
No son éstos, sin embargo, los argumentos que ofrecieron los senadores del PRI y del PRD al eliminar el impuesto del 5 por ciento a los refrescos. Recurrieron más bien al razonamiento de que el impuesto elevaría el precio de estas bebidas, lo cual afectaría más a quienes menos tienen debido a que gastan un porcentaje mayor de su ingreso en ellas.
El anterior argumento es peligroso porque, de llevarse a sus consecuencias lógicas, obligaría a que todos los impuestos se definieran sobre la base de qué tanto porcentaje representan del consumo de los más pobres. Una de las razones por las que tenemos un sistema fiscal excesivamente complicado, y que recauda poco, es el esfuerzo tradicional de los políticos por crear impuestos que se apliquen a unos productos o personas y a otros no. Y a pesar de que los argumentos siempre son de progresividad, de que se busca favorecer a los más pobres, el resultado ha sido, como todos sabemos, construir un sistema de enorme complejidad en el que, porcentualmente, pagan más los trabajadores cautivos que los ricos.
Pero bueno: ésta fue la decisión de los senadores. Lo inquietante del caso, sin embargo, es que éstos están enviando la iniciativa de regreso a la Cámara de Diputados sin ajustar el ingreso en algún otro rubro para compensar por la eliminación del impuesto al refresco.
Según la Secretaría de Hacienda, el impuesto especial a los refrescos debía generar 3,100 millones de pesos en nuevos ingresos para el Gobierno Federal. Los senadores, por lo tanto, están eliminando ese monto de la previsible recaudación del Gobierno. Pero no están ofreciendo ninguna medida que permita obtenerlos por otro lado. Tampoco están sugiriendo a los diputados recortes en el gasto por un monto similar para mantener el equilibrio de las finanzas públicas.
Así se juegan las cosas en la política de nuestro país. Todos quieren el papel de Santa Claus: todos quieren llegar a repartir dinero. Todos se apresuran a respaldar las causas para dar más dinero a las universidades, a las carreteras, al campo, a la cultura y a tantos otros propósitos y grupos de interés. Todos quieren unirse también a las causas de recortar los impuestos que siempre son impopulares. Pero cuando llega el momento de hacer los inevitables equilibrios, nadie quiere levantar la mano.
Ya la política no puede seguir manejándose así. Tenemos que aprender que en el manejo de las finanzas tan importante es lograr el ingreso como llevar a cabo el gasto.
Quizá lo único que pueda tranquilizarnos es el hecho de que al final los 3,100 millones de pesos del impuesto a los refrescos no son tan importantes en el conjunto de un gasto de más de 2.2 billones de pesos. Estamos hablando del 0.1 por ciento del presupuesto total. Al final los senadores saben que la Secretaría de Hacienda hará los ajustes a lo largo del año para compensar ese ingreso perdido.
Pero lo que inquieta es el principio. Los senadores del PRD y del PRI han querido pararse el cuello frente a los electores al impedir la aplicación de un impuesto que es claramente impopular. Pero no han querido hacer el esfuerzo por compensar ese monto aumentando el ingreso en otros puntos o recortando el gasto. Quieren las mieles de la aprobación popular, pero no las responsabilidades de las decisiones difíciles.
TEMAS DE FONDO
En qué país estamos viviendo. Tenemos 50 millones de pobres, pero lo que estamos discutiendo son los refrescos, el tabaco y las televisoras. Estas palabras me las dice Óscar Benavides, amigo y compañero de trabajo, exasperado ante el nivel de discusiones políticas que estamos teniendo en México. Y tiene razón. Deberíamos estar hablando realmente de los temas que pueden transformar de fondo a nuestro país. Los refrescos, el tabaco y las televisoras son importantes, pero no cruciales para cambiar a México.