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Jaque mate/Impugnación

Sergio Sarmiento

“No podemos aceptar esos

resultados”.

Andrés Manuel

López Obrador

Finalmente se cumplió el peor escenario: un triunfo de Felipe Calderón por muy escaso margen sobre Andrés Manuel López Obrador. Como se esperaba, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos ha decidido desconocer el resultado a pesar de haber firmado el famoso pacto de civilidad con el que los candidatos se comprometían a respetar el conteo de los ciudadanos y del IFE.

Nadie podría inquietarse de que López Obrador decidiera presentar impugnaciones sobre presuntas irregularidades concretas ante el Tribunal Electoral. La Ley lo ampara para ello. El sistema electoral mexicano, de hecho, está diseñado para dar esa instancia adicional a los ciudadanos y partidos que consideren que sus derechos electores han sido violados. Esa es una de las grandes virtudes de nuestro sistema electoral.

Pero como ya muchos habían previsto, López Obrador no se ha limitado a anunciar que presentará impugnaciones ante el Tribunal Electoral. Además de ello ha cuestionado la honestidad de los consejeros del IFE. En una conferencia de prensa ayer en su sede de campaña dijo: “Hay muchas dudas sobre la actuación del IFE... Yo creo que no actuaron con rectitud”.

Andrés Manuel ha convocado también a un mitin político para mañana sábado ocho de julio en el Zócalo de la Ciudad de México en que rendirá un informe a sus simpatizantes sobre lo ocurrido en las elecciones. En esta reunión presentará sus argumentos de que ha habido un fraude en su contra y delineará su estrategia a partir de ahora.

No hay duda que esta reunión será un desplante de fuerza política. Y hay mucha fuerza que mostrar en un candidato que ha obtenido el mejor desempeño electoral de la historia para un candidato de izquierda. López Obrador puede haber perdido la elección presidencial de este dos de julio, pero por un margen realmente muy estrecho. Votaron por él más de 14 millones de mexicanos. Ya en los primeros días de esta semana hemos visto movilizaciones y manifestaciones cuyo propósito ha sido mostrar la convocatoria del candidato presidencial.

La reacción de López Obrador ante el resultado no sorprende demasiado. Este político logró su proyección nacional inicial en 1995 precisamente tras desconocer el resultado de la elección de Tabasco en 1994. Hay buenas razones para pensar que su agravio de aquel entonces tenía una base sólida en la realidad. Un estudio realizado en 1995 por Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti, entonces consejeros electorales federales, sugería fuertemente que las irregularidades que él denunciaba eran reales. El propio presidente Ernesto Zedillo trató infructuosamente de forzar la renuncia del gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, ante quien López Obrador había caído derrotado.

Las manifestaciones y bloqueos de pozos petroleros convirtieron a Andrés Manuel en un personaje violento a ojos de muchos mexicanos, pero en un héroe para otros más. Fue la fama que construyó entonces lo que le permitió convertirse en presidente nacional del PRD y le abrió las puertas a la elección como jefe de Gobierno del Distrito Federal. La confrontación con motivo del proceso de desafuero, por otra parte, elevó a López Obrador al primer lugar entre los aspirantes a la Presidencia de la República para este 2006.

López Obrador está hoy aprovechando la experiencia acumulada en estas luchas para cuestionar la legitimidad del proceso electoral en que ha sido derrotado. Muchos de sus simpatizantes han aprovechado la circunstancia para homologar la elección de 1988, que ha quedado registrada en la historia como fraudulenta, con la de 2006.

Las circunstancias, sin embargo, son otras. Las reglas que hoy existen y que le han dado certeza a los procesos electorales mexicanos en la última década, no tienen nada que ver con las que existían en 1988. Las acusaciones que han hecho López Obrador y sus colaboradores no demuestran de ninguna manera la existencia de un fraude en los actuales comicios. No deja de ser significativo que sus principales cuestionamientos se han concentrado en el PREP, que ni siquiera tiene relación con el conteo de los votos.

López Obrador parece haber tomado la decisión de que en esta elección sólo había dos posibles resultados. Uno sería su triunfo, lo cual avalaría que la contienda habría sido limpia y el otro, la derrota, que implicaría que los comicios habrían sido fraudulentos. Por eso tomó tantas medidas previas para preparar la descalificación en caso de no ganar.

Quizá ésta sea una estrategia inteligente de un líder político que está convencido que representa el único camino real que debe tomar nuestro país. Pero el daño que le está haciendo a la democracia mexicana es realmente enorme.

CALDERÓN

El conteo oficial ha terminado ya. Felipe Calderón ha ganado la elección de este dos de julio con un 35.88 por ciento de los votos contra 35.31 por ciento de López Obrador. El margen de victoria, de 0.57 por ciento, es el menor en toda la historia del país. Representa menos de 250 mil votos en una elección en que participaron 42 millones de mexicanos. Pero ahora comienza el camino de las impugnaciones. El Tribunal Electoral tendrá hasta el seis de septiembre para declarar formalmente a Calderón presidente electo.

Correo electrónico:

sarmiento.jaquemate@gmail.com

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