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Jaque mate/La República

Sergio Sarmiento

“La manera más rápida

de terminar una guerra

es perderla”.

George Orwell

Madrid, España.- Hoy, 14 de abril se cumplen 75 años de la instauración de la Segunda República Española. Es verdad que ha sido mucho el tiempo transcurrido, pero estoy convencido de que las lecciones de aquel entonces siguen siendo válidas hoy. Y no sólo para España, sino para México y para el mundo entero.

Tras la dictadura de Miguel Primo de Rivera, en un esfuerzo por ganar la legitimidad perdida en este periodo autoritario, el rey Alfonso XIII convocó a elecciones en 1931. El 12 de abril se llevaron a cabo comicios municipales en los cuales los candidatos republicanos triunfaron en la mayoría de las zonas urbanas. El rey Alfonso XIII sintió que el país se volvía en su contra y decidió exiliarse aunque sin abdicar al trono. El 14 de abril se proclamó la Segunda República Española (la primera había existido brevemente en el siglo XIX).

Para muchos españoles la nueva República representó un momento de esperanza. Un país apartado durante siglos del resto de Europa veía una oportunidad para modernizarse.

El nuevo Gobierno republicano se apresuró a promulgar leyes en materias muy distintas y una nueva Constitución. Muchos grupos conservadores, que se habían opuesto a la dictadura de Primo de Rivera y al reinado de Alfonso XIII, se inquietaron con estas medidas. Particularmente costosa fue la decisión no sólo de separar a la Iglesia del Estado sino de buscar la desaparición de todas las formas de religiosidad en la vida pública. Algunos radicales, particularmente comunistas y anarquistas, quemaron y destruyeron iglesias, con lo que generaron un clima de enfrentamiento.

Los sindicatos buscaron reivindicaciones imposibles de cumplir. El Estado hizo expropiaciones de grandes extensiones de tierra sin indemnizar a los dueños. El Gobierno de Cataluña proclamó en 1934 la independencia de la región. Y una revuelta de mineros en Asturias y otros lugares del país dejó, también en 1934, un saldo de tres mil 500 muertos y unos diez mil heridos.

La República entró en un periodo de ingobernabilidad. Las administraciones de derecha y de izquierda se sucedían unas a otras sin que ninguna tuviera realmente control sobre el país. Los distintos partidos y grupos que formaban la columna vertebral de la República empezaron a tener diferencias cada vez más marcadas. Republicanos moderados, socialistas, socialistas marxistas, comunistas, trotskistas y anarquistas se enfrentaban constantemente entre sí.

Cuando finalmente estalló el movimiento militar encabezado por el general Francisco Franco y otros jefes militares el 18 de julio de 1936, la República se encontraba ya herida de muerte.

Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos declararon una política de no intervención y, de hecho, bloquearon España para impedir que cualquiera de los dos bandos recibiera armamento. Esto no impidió, sin embargo, que Franco recibiera apoyo militar de la Alemania nazi y la Italia fascista, que veían a España ya como un laboratorio para la gran guerra que se aproximaba. Sólo la Unión Soviética y, en mucho menor medida, el México de Lázaro Cárdenas proporcionaron ayuda a la República. Miles de militantes progresistas del mundo se unieron a la lucha republicana en las llamadas brigadas internacionales, pero éstas tuvieron una importancia más simbólica que real.

A pesar de la desigualdad en la lucha, la República presentó una gallarda resistencia ante los franquistas. Al final, sin embargo, las diferencias internas de los republicanos terminaron por sellar su derrota. Los comunistas, que nunca tuvieron un apoyo electoral realmente importante, se convirtieron en columna vertebral de la República, ya que eran quienes recibían la ayuda económica y militar de la Unión Soviética. Muchos de sus esfuerzos, sin embargo, se enfocaron a purgar a socialistas, trotskistas y anarquistas antes que a combatir a los franquistas. El escritor británico George Orwell, quien peleó en las brigadas trotskistas, ha dejado constancia de esta persecución en su emotiva narración Homenaje a Cataluña.

Madrid fue tomada por los sublevados el primero de abril de 1939. Se inició entonces una dictadura encabezada por Franco. Habrían de pasar 36 años, hasta la muerte del generalísimo en 1975, para que España recuperara las libertades políticas.

Las lecciones de la Segunda República Española están ahí para quienquiera que desee entenderlas. No hay duda de que ese régimen que comenzó hoy hace 75 años se convirtió en un resplandor de esperanza para un país que ansiaba construirse una vida mejor. Pero seríamos muy irresponsables en la conmemoración si olvidáramos que la intransigencia y las divisiones internas sembraron las semillas de la destrucción de la República. Al final los aliados probarían ser más peligrosos que los enemigos.

INTOLERANCIA

Parece extraño que este 75 aniversario de la República Española haya caído en un Viernes Santo. Quizá sea sintomático. Después de todo, uno de los grandes pecados de la República fue la intolerancia. Separar a la Iglesia del Estado era necesario para construir un país moderno. Perseguir a lo católicos y quemar iglesias había de llevar a millones de españoles a oponerse a los republicanos.

Correo electrónico:

sarmiento.jaquemate@gmail.com

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