?Por la debilidad de la naturaleza humana, los remedios son siempre más lentos que los males?. Tácito
De todos los argumentos que se escuchan para comprobar que hubo fraude en la elección del dos de julio, el que más cita la gente común y corriente ?la que no es especialista en las reglas electorales de nuestro país? tiene que ver con las casillas especiales.
Ayer, una persona que conocí en Cancún me decía, como me lo ha dicho tanta gente en los últimos meses, que el fraude queda demostrado por el hecho de que a miles de personas que trataron de votar en las casillas especiales que se colocaron en esta ciudad se les impidió el ejercicio de ese derecho.
Los conocedores del tema no consideran esto como prueba de un fraude, pero sí la gente del pueblo cuya confianza en los procesos electorales es absolutamente indispensable.
Pocos de quienes protestan por las limitaciones a los votos en casillas especiales se dan cuenta de que la Ley establece claramente las reglas que ocasionan el problema. El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales limita el número de casillas especiales a un máximo de cinco por distrito y las boletas a 750 por casilla.
Cada tres años estas limitaciones producen las mismas escenas con largas colas fuera de las casillas especiales. Las colas son particularmente importantes y conflictivas en ciudades como Cancún, Tijuana y el Distrito Federal que tienen una enorme población flotante.
Una y otra vez hay protestas cuando los funcionarios de casilla impiden que puedan votar más ciudadanos del límite de 750. Muchas veces los funcionarios tratan de contrarrestar las protestas tomando nota de los nombres y credenciales de elector de quienes están en la cola para hacerlos constar en las actas de protesta que se presentarán a las autoridades electorales. Pero este proceso suele crear más dudas y protestas entre quienes no pueden votar.
Este problema con las casillas especiales ha sido evidente desde que se promulgó la actual legislación electoral en 1990. Los partidos políticos aprovechan las protestas que surgen en cada elección por estos límites a las casillas especiales para llevar agua a su molino, pero al final no llevan los casos hasta el Tribunal Electoral porque saben que los funcionarios no hacen más que aplicar una Ley imperfecta.
Es evidente que hay muchos cambios que se deben considerar en la Ley electoral de nuestro país. Hay que poner reglas claras a la duración y la financiación de las precampañas; deben definirse los límites de los cuestionamientos o ataques a los rivales en una campaña; hay que reconsiderar los montos de dinero que los ciudadanos damos a los partidos y a los candidatos; debemos definir si queremos adoptar ya la reelección de legisladores; hay que pensar si queremos una segunda vuelta en elecciones presidenciales cerradas. Pero antes de considerar modificaciones complejas como éstas, sería bueno que los legisladores prestaran atención de una vez por todas al tema que más preocupa a los propios electores. Y claramente no hay aspecto de los comicios que genere más suspicacia de los ciudadanos que la limitación en el número de casillas y boletas especiales.
Los legisladores deben considerar dos opciones. Una posibilidad es que simplemente se elimine toda votación en casillas especiales. Esto obligaría a que todos los ciudadanos en el país sufragaran en las secciones en las están registrados. Mucha gente se quedaría sin votar, es claro, pero no habría la falsa expectativa que genera la situación actual, en la cual se promete a millones la posibilidad de votar que después no se cumple.
La otra opción es ampliar de manera radical el número de casillas especiales y las boletas en cada una de ellas. Esto satisfaría la exigencia de la gente que quiere votar, aun cuando no se encuentre en la zona del país en que se ha registrado como elector. El problema es que esto debilitaría una de las salvaguardas de nuestro sistema electoral. Hay que recordar que en las casillas especiales no es posible tener las listas completas con fotografía de los electores por lo que el proceso de verificar la identidad del votante se vuelve más prolongado e incierto. Y en estos tiempos en que los perdedores de las elecciones cuestionan todo, perder esta salvaguarda en un número muy elevado de casillas puede ser peligroso.
Los políticos y los intelectuales están más preocupados por reformas más ambiciosas e intelectualmente llamativas. Pero las dudas de la gente común y corriente se centran en las casillas especiales. Cada tres años los mayores incidentes electorales son los que tienen que ver con estas casillas. Si queremos fortalecer la confianza en los procesos electorales de nuestro país, debemos empezar por las casillas especiales.
INDEPENDIENTES
Hoy votará la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre la constitucionalidad de una nueva Ley electoral en Yucatán que permite las candidaturas independientes. La discusión comenzó desde el martes pasado pero el voto se pospuso para hoy jueves. Los ministros pueden poner fin al absurdo de las leyes que les dan a los partidos políticos el monopolio de las candidaturas a cargos de elección popular. Pero esperemos que después entre el Congreso a legislar para garantizar las candidaturas independientes pero dándoles reglas claras que no obliguen a los contribuyentes a subsidiar a cualquier loco que quiera ser presidente. Bastante tenemos con los que ya tenemos.