?Una vez concluido el proceso electoral se procederá a su destrucción?.
Cofipe, Artículo 254
La ley mexicana es muy clara. Los paquetes electorales deben destruirse una vez concluida una elección. No es un problema, como algunos han argumentado, de falta de capacidad de almacenamiento o de peligro de incendio, sino de definitividad jurídica.
Ni una elección ni un proceso legal de ningún tipo pueden dirimirse de manera indefinida. Tarde o temprano debe tomarse una decisión final conforme a la información disponible y a la legislación vigente. Y para no volver la discusión interminable, se destruyen los materiales una vez que se toma esta resolución.
No es la ley mexicana la única que ordena la destrucción de los materiales electorales. Lo hace la legislación en la mayoría de los países democráticos del mundo. En España, me dicen, los materiales se destruyen de inmediato una vez que se cuentan los votos. En Estados Unidos, sin embargo, se han preservado por excepción los paquetes electorales de Florida de 2000 y de Ohio de 2004 debido a las dudas de la limpieza de los comicios.
El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el Cofipe, mexicano ordena también la destrucción de los materiales electorales, pero no establece un tiempo para hacerlo. Simplemente dice que esto debe hacerse una vez ?concluido? el proceso. Hay un acuerdo previo entre los partidos para que la paquetería se destruya en diciembre de este año. Pero este acuerdo no tiene más fuerza legal que el convenio de civilidad con el que el PRD se comprometió a respetar el resultado de la elección y a las autoridades electorales.
Felipe Calderón, seguro ya de que el principio de definitividad de la ley le garantiza pase lo que pase la Presidencia de la República, está haciendo una oferta que puede ser vista como generosa o como engañosa, dependiendo del lado de la contienda en que uno se encuentre. Al pedirle al IFE que considere la posibilidad de no destruir los paquetes ?durante todo el tiempo que sea posible? está dejando la puerta abierta para ese recuento voto por voto en el que tanto han insistido Andrés Manuel López Obrador y sus colaboradores.
Seguramente Calderón sabía desde el primer momento que su oferta no sería aceptada por los perredistas, quienes buscan el poder y no una simple aclaración de una disputa formal. De hecho, Gerardo Fernández Noroña, vocero del PRD, respondió a Calderón que para aceptar la oferta no sólo debe hacerse un recuento voto por voto sino ?que se reconozca como presidente a quien resulte ganador del recuento y que gobierne por un periodo de tres años, sujeto a una agenda de reformas políticas que permitan que, en las sucesivas elecciones, no se despierten dudas o sospechas de fraude entre los contendientes?.
La revista Proceso y algunos académicos han buscado que, bajo las disposiciones de la Ley de Transparencia, se permita la preservación de los paquetes y su apertura para que, ya sin validez jurídica, se pueda hacer el recuento de todos los votos. Esta posibilidad podría ayudar, según algunos, a darle transparencia a la elección, si bien otros afirman que la mejor garantía de que el conteo original de los votos se hizo de manera imparcial fue el hecho de que lo hicieron ciudadanos insaculados y no investigadores o políticos que probablemente lleguen al recuento con ánimo de favorecer a su candidato.
Yo en lo personal siempre estuve a favor del recuento voto por voto. Lo señalé en muchas ocasiones: el problema no es, a mi juicio, que la elección haya sido fraudulenta, ya que no hay indicios de ese fraude maquinado y generalizado del que hablan López Obrador y sus seguidores. Pero lo estrecho del margen de victoria haría conveniente llevar a cabo el ejercicio, que reconozco no está contemplado en la ley. Ahora, después de calificada la elección, sigo pensando que es conveniente realizar un recuento. Nuevamente, no porque tenga duda del resultado, sino para darle una mayor transparencia a una elección sobre cuya limpieza duda todavía un 30 por ciento de la población.
El recuento, sin embargo, no se puede hacer violando la ley. Calderón puede pedir al IFE que no destruya de momento la paquetería electoral, ya que la ley no establece un periodo para hacerlo, pero en todo caso debe ser el Congreso el que modifique el Cofipe para permitir la preservación de toda la documentación de la elección y el recuento de las boletas en determinadas circunstancias.
Me queda claro, por supuesto, que López Obrador no aceptará su derrota aun cuando el famoso recuento vuelva a dar el mismo resultado que las encuestas de salida, el conteo rápido, el conteo en las casillas, el PREP, el conteo en los consejos distritales y el recuento de las casillas impugnadas por el PRD cuya apertura ordenó el Tribunal Electoral. Pero no se trata de dejar satisfecho a un político que nunca aceptará nada más que la victoria. Lo importante es saber si, por el bien de la nación, podemos aclarar las dudas sobre la elección que muchos mexicanos de buena fe siguen teniendo.
¿QUIÉN FILTRÓ?
Tiene razón Emilio Gamboa cuando afirma que alguien trató de minar su liderazgo en la Cámara de Diputados al filtrar una conversación telefónica que tuvo con el empresario poblano Kamel Nacif. Lo que tiene poco sentido es que diga que esto ?es una canallada por parte del Gobierno?. Si a alguien le conviene cuidar el liderazgo de Gamboa entre los priistas es al presidente Fox y al presidente electo Calderón.