“Les puedo asegurar que
tendremos las elecciones más limpias de nuestra historia”.
Vicente Fox
El presidente Vicente Fox no está impulsando una elección de Estado. Con las actuales reglas en el sistema electoral mexicano no podría hacerlo aunque quisiera. Lejos está México de aquellos tiempos en que el presidente controlaba a las autoridades electorales y al padrón de votantes, y en que los partidos de Oposición no contaban ni con recursos ni con tribunales a los que recurrir en caso de abusos.
Por eso mismo resulta tan absurdo que el presidente haya utilizado toda la fuerza y los recursos de su oficina para promover la idea de que si no se mantiene el rumbo en lo político el país tendrá un desplome económico.
Tengo dudas muy serias acerca de si todos esos anuncios y discursos del presidente realmente han modificado la opinión de los electores cambiantes: esos que no están comprometidos ya con un partido o candidato. Me parece más bien que el presidente ha predicado a los conversos y que han sido los propios errores de Andrés Manuel López Obrador -como llamar reiteradamente chachalaca al presidente o abstenerse de participar en el primer debate presidencial- los que han causado la caída del candidato de la alianza Por el Bien de Todos. Pero por eso mismo, el hecho de que el presidente haya hecho un esfuerzo tan evidente por influir en el proceso ha ensuciado innecesariamente la elección.
Es verdad que en otros países los presidentes y primeros ministros participan activamente en la política electoral y nadie se asombra. Pero en México las reglas son simplemente otras y hay que respetarlas.
Lo que no podemos aceptar es que el mismo Vicente Fox que cuando candidato en 2000 se quejaba de la indebida intervención del presidente Ernesto Zedillo en el proceso -cuando Zedillo fue tan puntilloso en su separación del candidato del PRI a la Presidencia que sus propios correligionarios lo acusaron de haber entregado la elección a Fox- ahora adopte prácticas que violan abiertamente el principio de equidad que las leyes establecen para nuestros procesos electorales.
A partir de hoy empieza la veda que el Instituto Federal Electoral ha ordenado a la difusión de la obra pública de los gobiernos. El presidente Fox ha anunciado que finalmente aceptará lo que tanto se le pidió y que los tiempos de los medios electrónicos que estaba utilizando para promover la obra de su Gobierno, y para impulsar al candidato de su partido a la Presidencia, se cederán al IFE.
Puede uno suponer que el presidente cumplirá su promesa. El costo político de no hacerlo, especialmente para el candidato panista Felipe Calderón, sería muy elevado. Pero ya la intensa campaña de medios del presidente, que comenzó en un momento en que Calderón estaba en segundo lugar en las encuestas y que ha concluido cuando ya está al frente, parece haber dejado sus saldos. Si el presidente Fox realmente quería subrayar su imparcialidad en materia electoral, la oportunidad se ha perdido. La impresión generalizada, incluso entre simpatizantes del PAN, es que el mandatario ha utilizado todos los recursos que tenía a su alcance para promover a su candidato.
Con el ejemplo sembrado por el presidente, será difícil ahora convencer a los gobernadores de otros partidos, que sienten que el presidente ya dio el madruguete y logró el avance de su candidato, de mantener las manos fuera del proceso electoral. Por lo pronto el gobernador perredista de Guerrero, Zeferino Torreblanca, ha señalado que no suspenderá sus giras de trabajo y que el IFE no tiene facultades para sancionarlo a él o a otros gobernadores. Si bien dijo que no hará difusión de programas relacionado con tareas partidistas, señaló que esto es algo que nunca ha hecho desde que asumió el cargo.
Zeferino es sólo un caso. El hecho es que estamos viendo toda una carrera de gobiernos estatales y locales para apoyar de una manera u otra a sus candidatos. El Gobierno del Distrito Federal lo empezó a hacer hace algunas semanas con una campaña -reacción a los anuncios del PAN- abiertamente destinada a impulsar a Andrés Manuel López Obrador. Pero ha sido la visible actitud del presidente la que ha sentado el criterio para todos los demás.
Yo soy de los que piensan que es absurdo impedir a un gobernante que participe en política electoral. Como en todos los demás países del mundo, un presidente o un gobernador debe tener derecho a tratar de mantener a su partido en el poder. Para ello debemos modificar la Ley y establecer reglas sensatas que favorezcan esa participación electoral, pero sin permitir el dispendio de recursos públicos en campañas de publicidad que no tienen más propósito que ayudar a los candidatos del partido gobernante.
EN PICADA
La Bolsa Mexicana tuvo ayer un desplome de cuatro por ciento, el mayor desde 2002. Pero no estuvo sola. París, Londres y Francfort cayeron más de dos por ciento, mientras que Sao Paulo y Buenos Aires se desplomaron por arriba del cinco por ciento. Súbitamente los inversionistas se han dado cuenta que, con las alzas en el petróleo y las materias primas, así como la elevación de las tasas de interés en Estados Unidos, podemos llegar a un nuevo periodo de estancamiento económico mundial.
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