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Jaque mate/Promesas

Sergio Sarmiento

“No queremos realidades. Queremos promesas”.

Manta en gira de Miguel de la Madrid

Uno de los grandes problemas de la democracia es que las características que se necesitan para ganar una elección son muy distintas a las que se requieren para gobernar a un país. Por eso las campañas tienden a convertirse en guerras de promesas. Y eso es lo que está pasando ahora en México.

Ayer Andrés Manuel López Obrador criticó a su principal rival, Felipe Calderón, por hacer promesas que antes el panista había calificado como populistas. El tabasqueño se refería a la oferta de Calderón en Veracruz de reducir en la mitad o compensar en un 50 por ciento el precio de la electricidad que pagan los mexicanos más pobres.

López Obrador tiene razón. Calderón está reaccionando de esta manera porque se ha dado cuenta de que las promesas populistas son mucho más rentables en las campañas políticas que las propuestas más realistas. Pero al hacerlo está ofreciendo medidas que a fin de cuentas poco harán para resolver los problemas del país.

No hay duda de que el populismo es productivo en una elección. Consideremos el caso de un candidato que afirma que una buena política económica llevará a generar mayor inversión la cual se traducirá en un mayor crecimiento de la economía y en la creación de empleos, los cuales poco a poco producirán salarios más altos para que al cabo de 20 ó 25 años tengamos un nivel de vida dos veces superior al actual.

Contrastemos esta promesa de campaña con el ejemplo de un candidato que ofrece que aumentará de manera automática en un 20 por ciento los ingresos de todos los mexicanos que ganen menos de nueve mil pesos al mes. No hay duda de que esta promesa generará más votos.

No sorprende que Calderón, en un momento en que López Obrador, después de perder su ventaja inicial, ha venido de atrás para reconquistar nuevamente el primer puesto en la contienda y busque ahora hacer las mismas promesas que ofrece el perredista.

De hecho, Calderón no es el primer panista en ofrecer soluciones mágicas a los problemas de nuestro país. Manuel Clouthier lo hizo en 1988, cuando fomentó la idea de que bastaba con expulsar al PRI de Los Pinos para liberar en automático el potencial económico de México y terminar con la corrupción. No olvidemos, por otra parte, las promesas de campaña de Vicente Fox, quien ofrecía resolver el problema de Chiapas en 15 minutos, eliminar el déficit de presupuesto, aumentar el gasto y disminuir los impuestos al mismo tiempo, y generar un crecimiento económico de siete por ciento al final de su sexenio.

El problema es que las elecciones se ganan haciendo promesas, entre más descabelladas y generosas mejor. Pero el buen Gobierno de un país requiere de una actitud exactamente contraria.

Un país no se hace rico por otorgar subsidios: ni a los ricos ni a los pobres. La construcción de la prosperidad es un proceso muy complejo y muy prolongado que requiere la realización de reformas que mejoren la competitividad. Para crecer en el largo plazo hay que tomar medidas que promuevan el ahorro y la inversión en infraestructura y educación. No hay otro camino, como bien lo pueden demostrar las experiencias de los pocos países que en el último medio siglo han superado la pobreza: Hong Kong, Taiwán, Singapur, Corea del Sur, España, Irlanda y Chile.

Los políticos responsables de los países del mundo que han logrado superar la pobreza han estado conscientes de la necesidad de hacer un esfuerzo de largo plazo para construir una economía más próspera. Por lo tanto buscan terciar sus promesas de subsidios y programas sociales con propuestas para recaudar fondos y promover el ahorro y los proyectos de inversión.

En México no estamos viendo eso hoy en día. La única propuesta en que coinciden los tres principales candidatos a la Presidencia de la República, significativamente, es la de no aplicar el IVA a alimentos y medicinas. De hecho, los tres ofrecen cada vez más apoyos a los más pobres y menos ideas claras sobre cómo obtener los recursos para financiarlos.

Con buena razón López Obrador tilda de populistas las propuestas de Calderón y de Roberto Madrazo que, dice, éstos le están copiando. Pero ojalá que, en vez de escuchar acusaciones mutuas, empezáramos a oír de los candidatos propuestas concretas: no de cómo repartir unos recursos que de momento el Gobierno no tiene, sino de cómo aplicar las estrategias que sabemos son las únicas que en el largo plazo nos permitirían tener un país más próspero.

TRES BANDAS

Es un mensaje político y de tres bandas. El presidente Vicente Fox ha tomado una decisión que no le corresponde propiamente al nombrar a Cuauhtémoc Cárdenas como coordinador de la comisión organizadora de los festejos del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución que se llevarán a cabo en 2010. La decisión, en realidad, le debería tocar al próximo presidente. Al aceptar, sin embargo, Cárdenas ofrece un mensaje de colaboración con el actual régimen que puede ser esencial para lograr una adecuada transición política, sobre todo si el PRD gana la elección. Andrés Manuel, sin embargo, bien puede considerar la designación como una inaceptable imposición.

Correo electrónico:

sarmiento.jaquemate@gmail.com

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