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Jaque Mate| Salarios caídos

Sergio Sarmiento

?Nunca negociemos con miedo. Pero nunca tengamos miedo de negociar?.

John F. Kennedy

No sorprende que, después de este arreglo, el Sindicato Minero esté amenazando nuevamente con cerrar Sicartsa. Si el dolor de un paro de actividades no es compartido por empresa y trabajadores, el incentivo para detener la producción es enorme.

Arsenio Farell Cubillas, secretario del Trabajo en los sexenios de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, afirmaba que el acuerdo para resolver una huelga nunca debe otorgar el 100 por ciento de los salarios caídos. Si esto se hace, decía, se sembrarán incentivos para nuevos conflictos. Una huelga debe ser dolorosa para las dos partes; si no, el país se llenará de huelgas.

Esa lección, que ayudó a mantener la paz laboral de nuestro país en momentos de crisis económica, ha sido olvidada en nuestros días. Recordemos que hace apenas algunas semanas el Grupo Villacero se vio obligado a finiquitar la huelga que el Sindicato Minero de Napoleón Gómez Urrutia usó para paralizar la planta de Sicartsa, en Lázaro Cárdenas, Michoacán. A pesar que el paro de 141 días fue ilegal, puesto que en agosto de 2005 se había firmado un contrato colectivo, la empresa tuvo que pagar no sólo el 100 por ciento de los salarios caídos sino incluso el ?bono de asistencia? que se cubre a los trabajadores que acuden regular y puntualmente al trabajo.

No sorprende que, después de este arreglo, el Sindicato Minero esté amenazando nuevamente con cerrar Sicartsa. Si el dolor de un paro de actividades no es compartido por empresa y trabajadores, el incentivo para detener la producción es enorme.

El Grupo Villacero, por supuesto, no podía hacer más que llegar a un acuerdo al costo que fuera; lo único que quería ya era vender la planta. Gómez Urrutia había tomado abiertamente a Sicartsa como rehén en su disputa con la Secretaría del Trabajo. Y si bien el secretario del Trabajo, Francisco Xavier Salazar, ha impulsado acciones en contra del líder minero, no ha podido después apoyar a las empresas a la que ha enfrentado con Gómez Urrutia.

El síndrome del 100 por ciento de los salarios caídos se está extendiendo, de hecho, a muchos otros sectores de la economía y de la política. Está ahí el caso de los maestros de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Estos maestros han mantenido desde mayo una huelga ilegal en el sistema educativo de Oaxaca. Ahora que han empezado los cursos del nuevo año lectivo, la suspensión de actividades continúa.

La información disponible sugiere que muchos de los docentes de Oaxaca están en desacuerdo con el paro, pero no se atreven a enfrentarse a los líderes de la Sección 22. No hay incentivo para que los dirigentes levanten la huelga, por muy ilegal que ésta pueda ser, ni para que los maestros se rebelen contra el liderazgo parista. La razón es que los salarios de los maestros ni siquiera se están convirtiendo en caídos; a pesar de que no están impartiendo clases, la remuneración se les paga puntualmente cada quincena. La única parte de la burocracia oaxaqueña que funciona actualmente es la que paga. Los salarios caídos se están cubriendo por adelantado. Y así, no hay ninguna razón para levantar ningún paro.

No sólo los trabajadores sindicalizados están en esa lógica. Los diputados estatales del PRI en Chiapas se encuentran también en un paro ilegal. Han decidido ausentarse del Congreso local en protesta por el ?fraude electoral?, pero ninguno ha renunciado a su sueldo que, libre de polvo y paja, rebasa los 70 mil pesos al mes. En estas condiciones, por supuesto, es muy fácil protestar. Yo no trabajo, pero sí cobro mi dieta o mi sueldo.

Ni los mineros de Gómez Urrutia, ni los maestros de Oaxaca, ni los diputados priistas de Chiapas estarían tan dispuestos a suspender sus actividades si no recibieran sus ingresos normales o si no estuvieran seguros que, después del pleito, obtendrán el 100 por ciento de los salarios caídos. La ideología o la defensa del líder pueden ser incentivos muy poderosos para la acción, pero lo son más los pesos y centavos.

Si escarbamos un poco en las tiendas de campaña del Paseo de la Reforma o del Centro Histórico de la Ciudad de México, encontraremos muchas historias similares. Con dinero baila el perro. A las distintas organizaciones que apoyan a López Obrador se les pide que aporten su cuota de carne de cañón al movimiento. Algunas reparten dinero; otras ofrecen placas de taxi o prometen vivienda. Hay, sin duda, lopezobradoristas comprometidos con la causa, pero muchos se decepcionan al ver que los peces gordos por las noches a sus casas en las Lomas o Polanco. Para mantener gente en los campamentos después de dos meses se requiere dinero.

Mucha razón tenía Arsenio Farell cuando sostenía que las huelgas deben resolverse en el justo medio: el 50 por ciento de los salarios caídos. Menos, le daba un incentivo a la empresa para no llegar a acuerdos. Más, empujaba a los líderes a promover huelgas frívolas. El 100 por ciento era una locura porque creaba un poderoso incentivo para nuevos conflictos laborales.

Hoy la sabiduría de don Arsenio se ha perdido. Todo el mundo quiere el 100 por ciento de los salarios caídos. Pero el problema grave ya no es ése, sino que muchos quieren pagarlo por adelantado.

JOSÉ RAMÓN Y LATAPÍ

Tuve el privilegio de colaborar con José Ramón Fernández. Conozco todas las críticas que se le han hecho, pero lo que puedo decir es que se trata de un hombre brillante y comprometido con su labor. También he trabajado con Pablo Latapí, un periodista honesto y organizado. Me queda claro que los directivos de TV Azteca han elegido a una excelente cabeza para el equipo de deportes de la empresa.

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