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Jaque mate| Solución real

Sergio Sarmiento

?No es que no puedan ver la solución: es que no ven el problema?. G.K. Chesterton

La recuperación de la ciudad de Oaxaca por la Policía Federal Preventiva era indispensable pero no resuelve el conflicto del estado. Hay decisiones muy importantes que deberán tomarse en los próximos días y que definirán en buena medida el rumbo que tome la situación. En este momento el conflicto simplemente está en estado de suspensión.

Si consideramos las dificultades del operativo del domingo pasado, habrá que reconocer que éste se hizo con gran limpieza y eficacia. En las dos ocasiones anteriores en este año en que se había usado la Policía Federal Preventiva en contra de grupos organizados, en Sicartsa y San Salvador Atenco, los resultados fueron muy negativos. Este 29 de octubre las cosas marcharon bastante mejor.

No es fácil para un grupo de policías entrar desarmados a un lugar en el que son agredidos a pedradas, con bombas tipo ?molotov? y petardos por un grupo de activistas. De hecho, uno de los factores que parecen haber incidido en las violaciones a los derechos humanos cometidas por efectivos de la fuerza pública en el operativo de San Salvador Atenco de este año era el deseo de venganza después de las golpizas que varios de sus compañeros sufrieron en el primer intento por recuperar la cabecera municipal.

Este 29 de octubre, según la información que tenemos disponible, el ingreso de los efectivos armados sólo con escudos y toletes fue sistemático y bien organizado. Los dirigentes de la APPO afirmaron que tres personas habían fallecido como consecuencia del ingreso de la PFP a Oaxaca. Pero dos de los supuestos cuerpos no han sido encontrados. Por otra parte, un joven de nombre Jorge Alberto López Beltrán sí falleció en el operativo. Según la APPO, murió como consecuencia de haber recibido en el pecho una cápsula de gas lacrimógeno. El Gobierno Federal, sin embargo, afirma que falleció tras estallarle en las manos un petardo que él mismo preparaba para arrojar a la fuerza federal.

Si consideramos que sólo participaron en la acción de Oaxaca poco más de cuatro mil efectivos de la PFP, debe considerarse más meritorio todavía el operativo. Mucho se había señalado que se requeriría una fuerza muy superior para recuperar la ciudad. Una fuerza insuficiente, se había señalado, llevaría a una confrontación violenta que no podría recuperar Oaxaca. Con insistencia se señalaba el fallido intento de la Policía Estatal oaxaqueña por levantar los bloqueos del 14 de junio de este año.

Independientemente de las circunstancias del operativo, sin embargo, no hay duda de que la intervención de la PFP no constituye una solución definitiva al conflicto de Oaxaca. La Policía Federal Preventiva no podrá permanecer en las calles de la ciudad de manera indefinida. Tarde o temprano las fuerzas municipales y estatales tendrán que resumir sus funciones. Y si ya éstas demostraron ser insuficientes o incapaces para mantener la paz, todo parecería indicar que al retirarse la PFP la situación en Oaxaca regresaría a la condición que tuvo hasta este domingo pasado.

De hecho, la PFP no ha podido recuperar todo el estado. Ayer, pequeños grupos de simpatizantes de la APPO desquiciaron el tránsito en la zona del istmo al llevar a cabo bloqueos estratégicos de las carreteras de la zona. La PFP, ocupada como estaba en su intervención de la capital del estado, no pudo liberar esas carreteras.

Por otra parte, a pesar de la votación de la sección 22 para regresar a las aulas, las clases no se han reanudado en buena parte de Oaxaca. Esto significa que el SNTE sigue teniendo un ejército de maestros listos a unirse a las protestas contra el gobernador Ulises Ruiz.

Es necesario, así, considerar una vez más la renuncia del gobernador como una salida posible. Poco importa si esto es justo o no. Lo importante es que Ruiz no ha mostrado hasta ahora la capacidad de mantener el estado bajo control, como lo demostró el prolongado bloqueo que la sección 22 del SNTE y la APPO mantuvieron sobre Oaxaca. Un gobernador que sólo puede mantener libres las calles de su capital cuando tiene respaldo federal no merece estar en el cargo.

Es un precedente muy peligroso permitir que una serie de manifestaciones y bloqueos de una ciudad lleven a la renuncia forzada de un gobernador. El incentivo para que en otros lugares del país se lleven a cabo ese mismo tipo de movilizaciones para derrocar a otros mandatarios de partidos que no pertenezcan a los grupos violentos de poder sería enorme. Pero más peligroso es que un gobernador se aferre al poder cuando ya ha demostrado no tener la fuerza para enfrentar a sus opositores más violentos. Si el gobernador Ruiz no puede sobrevivir más que con la presencia de la fuerza pública federal, entonces ha llegado el momento para que deje su cargo a alguien que sí pueda cumplir con las responsabilidades que este implica.

MONOPOLIOS

Qué triste es la realidad de nuestro país. Tenemos monopolios u oligopolios en todos los campos en que éstos son dañinos para la economía y para los consumidores: desde el petróleo y la electricidad hasta la telefonía y la televisión. En cambio, ése único monopolio que debería tener el Estado para garantizar su función, el monopolio del uso de la fuerza, es el que no tiene el Gobierno. Grupos políticos radicales, sindicatos, narcotraficantes y bandas criminales de todo tipo hacen lo que quieren sin que el Gobierno tenga la capacidad de enfrentarlos.

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