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Jaque mate/Transparencia

Sergio Sarmiento

“Muchos alabamos la

honestidad, pero la dejamos morir de hambre”.

Juvenal

El Índice de Transparencia y Buen Gobierno de Transparencia Mexicana genera siempre reacciones irresponsables por parte de los gobernantes que se sienten afectados. Ninguna ha sido tan perversa, sin embargo, como la de Sergio Estrada Cajigal, gobernador panista de Morelos, que para no aceptar el resultado del índice ha optado por difamar a quienes lo elaboran.

En unas declaraciones publicadas por el Diario de Morelos el 11 de mayo Estrada Cajigal declaró: “No me puse a mano con los que encabezan esta institución y por eso nos califica mal.” Según el gobernador, Transparencia Mexicana desde hace mucho le ofreció realizar un estudio sobre los índices de corrupción en la entidad. Pero como, según él, se negó a pagar la cantidad de dinero que se le solicitó, Transparencia lo castigó calificando mal a Morelos.

No se debe confiar en ese tipo de instituciones, cita el Diario de Morelos a Estrada Cajigal, pues sólo tratan de sacar provecho económico de esas investigaciones.

Quizá con otros personajes yo tendría dudas. Pero no me cabe duda de que Federico Reyes Heroles, presidente del consejo rector de Transparencia Mexicana, es un hombre absolutamente íntegro. Y yo por lo menos no puedo poner la mano en el fuego por la integridad del gobernador Estrada Cajigal.

En 2003 ayudé a Transparencia a obtener uno de los muchos patrocinios para financiar sus estudios de transparencia y buen gobierno. En aquel entonces me preocupé por conocer los métodos de medición de la institución y las salvaguardas que ésta aplica. Conozco también muy bien a los directivos de Transparencia: a Reyes Heroles, al presidente ejecutivo Humberto Murrieta y al director Eduardo Bohórquez. El consejo rector, por otra parte, es impecable. Cuenta con personajes de la estatura moral de Manuel Arango, Sergio García Ramírez, David Ibarra Muñoz, Gastón Luken Garza, Olga Pellicer, Luis Rubio y José Sarukhán, entre otros.

Si Estrada Cajigal o cualquier otro político, quiere acusar a esta institución de haber intentado extorsionarlo, está obligado a decir cuando menos quién y en qué circunstancias pretendió hacerlo. La falta de detalles de lo que debería ser una acusación muy seria sugiere que el gobernador está hablando con la ligereza y la irresponsabilidad que lo han caracterizado y que tantos problemas le han causado en su sexenio de Gobierno.

Muy contrastante fue la posición del perredista Alejandro Encinas, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, cuya entidad quedó ubicada en el último lugar del Índice de Corrupción y Buen Gobierno de 2005. Con honestidad él señaló que, si bien considera que la corrupción se ha erradicado de los niveles altos de la Administración, ésta persiste “en personal de los niveles de la estructura más bajos en el Gobierno”. En lugar de difamar, Encinas fue constructivo: “Vamos a revisar con detenimiento el estudio –dijo- porque hay datos interesantes. Por primera vez hay una diferenciación del tipo de conductas. Por primera vez se señala cuáles son las áreas de competencia del Gobierno Federal donde se incurre en esas prácticas”.

Lo que hay que entender es que el estudio de Transparencia Mexicana está diseñado precisamente para detectar la corrupción de los niveles más bajos del Gobierno, esa que afecta directamente al ciudadano común y corriente y no la que define los contratos de más alto nivel. La encuesta pregunta directamente a los ciudadanos si han sufrido actos de corrupción en temas tan concretos como sacar una licencia de conducir o hacer la verificación de un automóvil. El identificar y resolver esos problemas concretos permite a una entidad mejorar de manera radical su clasificación. Ahí está el caso de Querétaro, que en apenas cuatro años ha pasado del lugar 24 al primero en el índice.

Si Estrada Cajigal realmente piensa que Transparencia vende sus clasificaciones al mejor postor, entonces está acusando a Francisco Garrido Patrón, gobernador de Querétaro, panista como él, de haber comprado su primer lugar. ¿Es eso realmente lo que está afirmando? ¿Tiene alguna forma de comprobarlo? ¿O simplemente está tratando de evitar la responsabilidad de involucrarse en la solución de un problema difamando a quienes han hecho el trabajo -que él debió haber realizado- de identificarlo?

Yo, por lo pronto, puedo decir que he examinado los cuestionarios de Transparencia y los procesos de aplicación del estudio. Y que con la información que tengo disponible estoy mucho más convencido de que Estrada Cajigal es culpable de difamación que Federico Reyes Heroles y los responsables de Transparencia de la extorsión de la que los acusa el gobernador de Morelos.

ESTABILIDAD

La Bolsa Mexicana de Valores recuperó ayer 600 unidades que equivalen a 3.2 por ciento. Es verdad que no recobró el casi diez por ciento que perdió entre el dos y el 24 de mayo. Pero eso no es lo importante. Lo significativo es que detuvo su desplome de la última semana. El índice de precios y cotizaciones ha ganado bastante en los últimos años. Entre el fin de 2003 y ayer, el avance ha sido de 120 por ciento. Hoy la Bolsa no necesita ganar más terreno sino demostrar su capacidad de estabilidad.

Correo:

sarmiento.jaquemate@gmail.com

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