“La esencia de la democracia es aceptar las reglas del juego, aun si pierdes por un margen muy pequeño”.
José Luis Rodríguez
Zapatero
No recuerdo nunca haber recibido tantos correos como los que tuve como consecuencia de mi artículo “El recuento” del pasado 13 de julio. La enorme mayoría de los cientos de lectores que me escribió estaban abiertamente en contra de que se acepte la exigencia de Andrés Manuel López Obrador de contar una vez más todos los votos emitidos el dos de julio.
No faltó quien me acusara de ser un “hijo del Peje”. A pesar de la enorme diversidad de correos, los argumentos en contra del recuento son fundamentalmente unos cuantos: (1) Es ilegal abrir los paquetes y contar los votos de nuevo. (2) Los votos no deben contarse porque ya se contaron. (3) Es más confiable que los cuenten los ciudadanos y no los políticos y los funcionarios. (4) ¿Quién supervisará a quien cuente los votos? (5) Contar los votos nuevamente es un insulto a los ciudadanos que ofrecieron gratuitamente su trabajo y que con honestidad ya contaron los votos. (7) No hay tiempo para contar nuevamente 42 millones de boletas. Y (8) López Obrador de todas maneras no aceptará el resultado aun cuando se cuenten nuevamente los votos. Todos éstos -y otros más- son buenos argumentos. Pero después de sopesarlos, sigo pensando que lo mejor es hacer el recuento total.
Lo primero que hay que determinar, por supuesto, es si el recuento es legal. Las opiniones de los abogados se contradicen. El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el Cofipe, no contempla más conteo que el que realizan los ciudadanos en las casillas. El principal problema del recuento sería que se violaría el principio de que los votos deben ser contados por los ciudadanos y no por políticos y funcionarios. Ésta es una parte esencial de nuestro sistema electoral, producto de tantos años de fraudes realizados, precisamente, por políticos y funcionarios.
Muchos constitucionalistas piensan, sin embargo, que el Tribunal Electoral sí puede ordenar un recuento sobre la base del Artículo 41 de la Constitución que establece como principios rectores de las elecciones “la certeza, independencia, legalidad, imparcialidad y objetividad”.
Hacer un recuento no significaría considerar que los más de 900 mil ciudadanos que trabajaron en las casillas el dos de julio y también los más de 900 mil representantes de partidos, incluidos los de la alianza Por el Bien de Todos, fueron comprados por un perverso Estado que los empujó a cometer un fraude.
Pero sí consideraría el simple hecho de que la distancia entre el primero y el segundo lugares es muy pequeña y los errores que puedan haberse cometido en los conteos, que son inevitables en una elección de 42 millones de electores en que los votos son contados por ciudadanos muchas veces con bajo nivel de educación, pueden haber influido sobre el resultado.
Ciertamente me parece más confiable para asegurar que conocemos el verdadero resultado de la elección hacer el recuento de todos los votos que abrir solamente aquellos paquetes que hayan sido objetados por los partidos y llevar a cabo un recuento parcial. Debido a que la alianza Por el Bien de Todos impugnó casi 53 mil casillas, en la mayoría de las cuales triunfó Felipe Calderón, la anulación de un número muy grande de estas casillas podría efectivamente darle el triunfo a López Obrador, pero no porque lo hubiera ganado sino simplemente por haber eliminado un número muy grande votos de su rival.
Me parece muy claro que la promesa de López Obrador de que reconocería el resultado de la elección si se hace el recuento voto por voto tendría tanta solidez como aquélla en la que ofreció respetar el resultado de la elección aun cuando perdiera por un solo sufragio.
Si se hace el recuento y se ratifica la derrota del perredista, éste encontrará sin duda nuevas razones para cuestionar la elección. Ya lo adelantó en una entrevista la semana pasada con Carmen Aristegui cuando dijo que, aun con el recuento voto por voto, considerará que la elección fue espuria. Los magistrados del Tribunal Electoral, sin embargo, no pueden tomar su decisión fundamentados en las posiciones de López Obrador.
Si fuera así, la única solución posible sería declararlo vencedor, independientemente del resultado en las urnas y para eso sería mejor no tener elecciones. Lo que deben hacer los magistrados es determinar de qué manera pueden garantizar que haya habido una elección verdadera, acogida al principio de certeza. Y me parece que, en una contienda tan cerrada como la que tuvimos, el recuento de todos los votos es una opción válida.
UNA BUENA OPOSICIÓN
José Luis Rodríguez Zapatero, socialista presidente del Gobierno español que ya habló para felicitar a Felipe Calderón por su triunfo, afirmó en una entrevista para el diario británico The Times este sábado 22 de julio: “Estoy convencido que el PRD aceptará el fallo constitucional final. La esencia de la democracia es aceptar las reglas del juego, aun si pierdes por un margen muy pequeño. Siempre puedes ganar las próximas elecciones. Y puedes hacer mucho desde la oposición. Una buena oposición allana el camino para un buen gobierno.
Correo: sarmiento.jaquemate@gmail.com