El Siglo de Durango
DURANGO, DGO.- Cómo saber si en el Día de Muertos fue el espíritu de Francisco Villa, por ser su compañero como guerrillero, o fue Silvestre Revueltas, como músico, quienes lo trajeron a este suelo duranguense a ponerse a las órdenes del ?General? como así lo dijo: ?vengo a ponerme a las órdenes del general Francisco Villa para derribar ese pin... muro?, así llegó y se fue con el respeto del público que llenó la Plaza IV Centenario para ver y escuchar a ese ?Quijote? del Viejo Continente: al señor Joaquín Sabina.
En una noche con residuos de las lunas de octubre llegó aquel músico español, mexicano, argentino, el tipo casado con las culturas americanas que se ríe como los mexicanos de la muerte, se hace solidario de sus penas gritando ?arriba Oaxaca?, pisó este suelo que lo abrigó y que lo tuvo por más de dos horas en el escenario que reflejó la distancia entre España y Durango.
El Festival Revueltas no pudo tener mejor fin que éste, él repitió la historia como Francisco de Ibarra, sólo que su arma fue una guitarra; sin embargo, no sólo Durango le aplaudió, gente del Distrito Federal, Coahuila, Aguascalientes, La Laguna, Chihuahua, Sinaloa y otros estados, se dieron cita en la IV Centenario y dieron forma a ese aglomerado de cerca de diez mil personas que lo contemplaron y corearon de tal forma que llegó un momento en que el sonido salió sobrando.
Y es que todavía hay quien no lo cree, la fiesta duró más de dos horas y 20 minutos, la plática a la salida era dónde seguir la fiesta, porque fue una tertulia donde Sabina no se olvidó de los muertos por supuesto. Cerca de las 20:15 horas los músicos del compositor hispano hicieron acto de presencia en el escenario, que fue montado con más de diez toneladas de equipo de luz y sonido y en el que figuraba atrás una imagen de un barco llegando a las ?Indias?.
Joaquín Sabina, un ?viejo? conocido del público, subió a su territorio y las primeras notas de Damas de la Noche se hicieron sonar, tal vez no era la canción idónea pero tenía tal fuerza para meter a cada uno de los asistentes al concierto, sólo la voz de Sabina se dejó escuchar, las horas de espera empezaban a tomar valor.
Inmediatamente después llegó Ahora y se volvió más familiar, los coros no se hicieron esperar, apenas cinco minutos bastaron para llegar hasta el último de los presentes.
Joaquín Sabina tomó el mando y se puso a las órdenes del General, dijo que nunca creyó que él iba a estar aquí, luego de que en sus años de infancia leyera de la Revolución y de aquel personaje. Mentiras Piadosas, Siete Crisantemos y El Hombre del Traje Gris siguieron al repertorio.
Después se dirigió al público y les platicó de sus canciones por México, dijo que él ve muchos ?Méxicos?, refiriéndose a cada lugar de la provincia que él ha visitado, comentó que una de las primeras canciones donde involucró a este país fue Por el Bulevar de los Sueños Rotos e inmediatamente empezaron los primeros acordes de este tema que a la mitad fue interrumpido instrumentalmente, ya que se apagó el sonido, sin embargo continuó el coro al que Sabina había convocado, más de tres mil personas siguieron la canción hasta el fin.
Cinco minutos pasaron para que se recuperara el audio, se escucharon gritos de todo tipo, uno en apoyo a la APPO tomó más fuerza. Sabina regresó -no era la primera vez que le pasaba en esta gira, ya que según fans del DF ocurrió lo mismo en el Auditorio Nacional- y le echó la culpa a los espíritus que rondaban en el Día de Muertos; dijo que si en algo se parecían él y Francisco Villa era en que nunca se quitaban el sombrero, pero él lo haría en esta ocasión para la gente de Durango.
Sin mayores contratiempos el recital siguió ante la admiración de los presentes, presentó a Olga Marín, su segunda voz, quien cantó ese homenaje que le hace a Marilyn Monroe, e inmediatamente después le siguieron los honores al subcomandate Marcos.
Luego llegó el momento mágico de esas interpretaciones en la voz aguardentosa de quien alguna vez fuera ?etarra?, ?Y sin embargo? volvió a enamorar y su ?Calle melancolía? hizo recordar.
Vinieron además Aves de Portugal, La Magdalena, que fue de las más coreadas, Ruido, Que se llama Soledad, Peor para el Sol, Amores que Matan y La del Pirata Cojo, con la que se despidió dando las 21:52 horas.
La gente se volcó en unísono a pedir más, no lo iban a dejar ir así con tantas ganas de cantar, con tanto amor de por medio y con tanto sacrificio.
Sabina supo recompensar la bondad de ese público y regresó, el piano acarició el ambiente con A la Orilla de la Chimenea, El Flaco se hizo del micrófono para entonar Llueve sobre Mojado y ahí presentó a la banda, a la cual llamó Alacranes de Durango.
Jaime Arzua, Paco Benito, Olga Román y Pancho Barona fueron su ?familia? esta noche. Princesa, Camas Vacías, 19 Días y 500 Noches, Noche de Bodas y el remate Y nos Dieron la Diez, donde hizo mención del pasito duranguense, fue la despedida.
Ya para salir del escenario dijo que Serrat alguna vez le platicó que estuvo en Durango, hace 30 años, sin embargo él no quiere que pase tanto tiempo para pisar de nuevo la tierra del ?General Villa?.