El País
MADRID, ESPAÑA.- Keira Knightley lo tiene claro desde niña. Con tres años ya quería ser actriz y pidió a su madre que le buscara una representante profesional. ?Mis padres se resistieron. Creyeron que pronto me olvidaría del tema?, confiesa hoy a sus 20 años. Sin embargo, la niña inglesa no cambió de cantinela. Y triunfó en su objetivo. A los seis años de edad tuvo su primer agente y a los nueve debutaba en pantalla en una producción de la BBC, Royal celebration.
?Mis padres (un actor y una dramaturga) se rindieron. Aunque antes me hicieron prometer que me esforzaría en el colegio. No creo que yo supiera a esa edad qué significa tener representante. Tan sólo quería actuar en un estrado?. Aún no ha probado el teatro, pero lleva acumuladas 24 interpretaciones en cine y televisión. Su escalada al pódium de estrella arrancó en 2002 con su personaje de ?amiga de la protagonista?, robaba todos los planos a Parminder Nagra en Quiero ser como Beckham, a la vez que encarnó a Lara en un Doctor Zhivago versión miniserie.
?Quiero ser como Beckham fue un exitazo y lo bueno es que nadie lo esperábamos. Yo aún estaba en el colegio, preparando los exámenes finales de secundaria. No me dejaban perderme ninguna clase y rodamos la película durante mis vacaciones de verano. Sólo pude dedicarme a tope al oficio cuando cumplí los 16, la edad legal en que se pueden abandonar los estudios?. Atrás quedaban largos como The Hole (El agujero) o su pequeño papel como Sabé, la doble de la reina Amidala en La Amenaza Fantasma.
Da vértigo la carrera de Knightley. Se desenvuelve en Hollywood con tanta soltura como en su barrio natal. Sin perder su acento inglés, se apretó los lazos del corsé para enredarse con Johnny Depp y Orlando Bloom en Piratas del Caribe: la Maldición de la Perla Negra. ?Casi me desmayo en el plató?, se ríe.
Suena a doble referencia respecto al ?incomodísimo? vestuario de época y al gancho de sus colegas, con quienes finaliza este enero el rodaje, a la vez, de dos secuelas de la saga corsaria. ?Tuve mucha suerte. Buscaban una actriz británica desconocida. Sólo habían visto el tráiler de Quiero ser como Beckham?. Desde entonces, las revistas anglosajonas describen a la actriz en términos superlativos. La mujer ?más deseable?, según Tatler; la ?más glamourosa?, de acuerdo con Glamour; la ?estrella más sexy?, en palabras de Empire; la ?más bella celebridad?, según New Woman...
?Lo saboreo con distancia. El año próximo le tocará a otra persona. La novedad siempre es pasajera. El cine es un medio visual y sería estúpido pensar que no me escogen por mi físico. Pero también me gusta creer que me contratan porque sé actuar. Hay gente mucho más guapa y talentosa que yo, aunque por alguna razón, que ni yo misma me explico, estoy consiguiendo bastantes papeles. Y al público le gusto: una gran suerte?.
Su rostro le jugó una mala pasada. El director John Maybury se negó en un principio a darle el papel principal en el thriller psicológico The Jacket. Creador experimental y artista de la vanguardia londinense, Maybury apenas midió sus palabras en su primer encuentro con Knightley.
?El muy bastardo me dijo que no sabía actuar. Pensó que yo era demasiado glamourosa. ¡Hasta los directores se creen lo que cuentan las revistas!?.
Es una percepción que mucha gente guarda de mí. Soy consciente de ello. Prefiero que me lo suelten a la cara en vez de cuchichear a mis espaldas. No estuvo tan mal oír a John decirme que no me quería en su película, que no le parecía buena intérprete y que no encajaría en el papel. ?Vale?, le espeté. ?Quiero actuar en tu película y creo que lo puedo hacer bien?. Le reté a que me diera una oportunidad y le convencí que no perdía nada haciéndome una prueba. Le gustó y me contrató?, sonríe con orgullo y un ligero toque impertinente.
Knightley amplía registros en The Jacket. Interpreta a una joven estadounidense, alcohólica, solitaria, desesperada. En un viaje mental del pasado al futuro conocerá a un veterano de la primera guerra del Golfo (Adrien Brody). ?No me ofrecen este tipo de papeles muy a menudo. Es una chica egoísta, autodestructiva, que sólo piensa en ella misma. En muchos trabajos no me han exigido dar todo lo que tengo como actriz. Aquí sí me estiro al máximo. No estoy totalmente contenta de mi interpretación, pero eso es lógico. Sigo aprendiendo?.
Está orgullosa con su progreso. Contenta de saltar del cine indie a las grandes producciones; de las películas de época a comedias contemporáneas y trabajos controvertidos. Y satisfecha de poder elegir, por primera vez en su prolífica carrera. Esto ha ocurrido con sus tres próximos estrenos: The Jacket, Orgullo y prejuicio y Domino. ?En todas las anteriores, incluidas El rey Arturo y Love actually, no tuve otra opción. Eran las únicas ofertas que recibí. Con las tres últimas sí leí otros guiones. Me da miedo porque si no funcionan, será un error mío. Atravieso un momento muy emocionante pero también aterrador?. El recelo es, de momento, infundado.
¿Tendrá suerte?
Knightley optó a un Globo de Oro por su interpretación en Orgullo y Prejuicio, la nueva versión de la novela de Jane Austen, y muchos le auguran la misma suerte en la noche de los Oscar.
Además, muestra su lado oscuro en The Jacket y asoma cierta rebeldía como protagonista de Domino, la biografía de la hija del actor Laurence Harvey, Domino, una chica que renunció a las comodidades de su vida de modelo para convertirse en cazadora de recompensas. Knightley, que conoció a Domino antes de que falleciera por una sobredosis el pasado verano, a los 35 años, y que confiesa que la película tiene mucho de ficción, desenfunda en pantalla las armas en busca de fugitivos de la justicia estadounidense y brinda al público un tapdance, aunque sin enseñar su trasero.
Según cuenta, no tuvo tiempo de aprender la técnica del baile semidesnudo y prefirió que las cámaras se cebaran en el trasero de una especialista. ?El cine es fantasía?, como recuerda la actriz.