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Kofi Annan, diez años al frente de la ONU

KOFI ANNAN

?Si queremos que nuestras comunidades vivan en paz, tendremos que recalcar también lo que nos une: nuestra humanidad común y la necesidad de que nuestra dignidad humana y nuestros derechos estén protegidos por la Ley?.

EL UNIVERSAL

NUEVA YORK, EU.- Hace casi 50 años, cuando llegué a Minnesota como estudiante, recién salido de África, tenía mucho que aprender, empezando por el hecho de que llevar orejeras cuando la temperatura es de 25 grados bajo cero no es señal de debilidad. Toda mi vida posterior ha sido una experiencia de aprendizaje. Ahora quiero transmitir las cinco lecciones que he aprendido en mis diez años de servicio como secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, lecciones que yo creo que la comunidad de naciones necesita aprender, cuando hace frente a los desafíos del Siglo XXI.

En primer lugar, en el mundo de hoy todos somos responsables de nuestra seguridad común. Frente a amenazas tales como la proliferación nuclear, el cambio climático, las pandemias mundiales o la acción de los terroristas que operan a partir de sus refugios en Estados desorganizados, ninguna nación puede afianzar su seguridad tratando de imponer su supremacía a todas las demás. Sólo promoviendo la seguridad común podremos tener la esperanza de alcanzar una seguridad duradera para nosotros mismos.

Esta responsabilidad incluye nuestro deber compartido de proteger a las poblaciones contra el genocidio, los crímenes de guerra, la limpieza étnica y los crímenes de lesa humanidad. Esto es lo que aceptaron todas las naciones en la Cumbre de las Naciones Unidas del año pasado. Pero cuando vemos que las poblaciones de Dafur siguen siendo víctimas de asesinatos, violaciones y hambrunas comprendemos que estas doctrinas no dejarán de ser mera retórica si los que tienen el poder de intervenir de modo efectivo -ejerciendo presión política, económica o, en último término, militar- no están dispuestos a tomar la iniciativa.

Ello incluye también una responsabilidad para con las generaciones futuras, la responsabilidad de preservar los recursos que les pertenecen a ellas tanto como a nosotros. Cada día que pasa sin que hagamos nada -o haciendo demasiado poco- para impedir el cambio climático incrementa los costos para nuestros hijos.

BIENESTAR COMÚN

En segundo lugar, también somos responsables de nuestro bienestar común.

Sin un cierto grado de solidaridad ninguna sociedad puede ser verdaderamente estable. No es realista pensar que algunos puedan seguir obteniendo grandes beneficios de la mundialización mientras que miles de millones están sumidos en una pobreza abyecta, o son precipitados a ella. Hemos de dar a todos nuestros semejantes por lo menos la oportunidad de compartir nuestra prosperidad.

En tercer lugar, tanto la seguridad como la prosperidad dependen del respeto de los derechos humanos y del imperio de la Ley.

A lo largo de la Historia la vida humana se ha ido enriqueciendo con la diversidad, y diferentes comunidades han aprendido unas de otras. Pero si queremos que nuestras comunidades vivan en paz tendremos que recalcar también lo que nos une: nuestra humanidad común y la necesidad de que nuestra dignidad humana y nuestros derechos estén protegidos por la Ley.

Esto es esencial también para el desarrollo. Tanto los extranjeros como los ciudadanos del país es más probable que inviertan si sus derechos básicos están protegidos y saben que recibirán un trato justo y conforme a derecho. Y también es más probable que se adopten políticas auténticamente favorables al desarrollo si las poblaciones que más lo necesitan pueden hacer oír su voz.

Además, los Estados tienen que respetar las reglas del juego en sus relaciones mutuas. Ninguna comunidad, en ningún país, sufre las consecuencias de una legalidad excesiva, mientras que muchas padecen de una legalidad insuficiente, entre ellas la comunidad internacional. Esto es lo que tenemos que cambiar.

RENDIMIENTO DE CUENTAS

Así pues, mi cuarta lección es que los gobiernos han de dar cuenta de sus actos, tanto en el plano internacional como en el nacional. Todo Estado ha de rendir cuentas a los Estados en los que sus actos hayan tenido repercusiones decisivas.

Tal como están las cosas, es más fácil pedir cuentas a los Estados pobres y débiles, porque necesitan asistencia exterior. Pero los Estados grandes y poderosos, cuyas acciones son las que mayores repercusiones tienen en los demás, sólo pueden verse obligados por sus pueblos.

Esto confiere a los pueblos y a las instituciones de los Estados poderosos la responsabilidad especial de tomar en consideración las opiniones y los intereses mundiales. Y hoy día también deben tener en cuenta a los que llamamos ?agentes no estatales?. Los Estados ya no pueden hacer frente por sí solos -si es que alguna vez han podido- a los desafíos mundiales, sino que necesitan cada vez más la ayuda de una gran variedad de asociaciones en las que las poblaciones se agrupan voluntariamente, con ánimo de lucro o para reflexionar acerca del mundo, y cambiarlo.

¿Cómo puede un Estado pedir cuentas a otro? solamente mediante las instituciones multilaterales. En consecuencia, mi última lección es que estas instituciones deben organizarse de un modo leal y democrático, permitiendo así que los pobres y los débiles ejerzan una cierta influencia en los actos de los ricos y los poderosos.

DIFERENTE REALIDAD

Los países en desarrollo han de tener más peso en las instituciones financieras internacionales, cuyas decisiones pueden significar la vida o la muerte para sus poblaciones. Y hay que añadir nuevos miembros permanentes o a largo plazo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, cuya composición actual refleja la realidad de 1945, pero no la del mundo de hoy.

Lo que no es menos importante, todos los miembros del Consejo de Seguridad han de aceptar la responsabilidad que lleva aparejada su privilegio. El Consejo no es un escenario en el que hacer valer los intereses nacionales. Es el comité de gestión de nuestro precario sistema mundial de seguridad.

Hoy más que nunca la humanidad necesita un sistema global que funcione. Y la experiencia ha demostrado, una y otra vez, que el sistema funciona mal cuando sus Estados Miembros están divididos y carecen de liderazgo, pero que funciona mucho mejor cuando hay unidad y un liderazgo con visión de futuro, y cuando participan todos los principales actores. Los dirigentes del mundo, de hoy y de mañana, asumen una gran responsabilidad. Son los pueblos del mundo los que han de procurar que sean dignos de ella.

El autor es secretario general de la Organización de las Naciones Unidas. Este artículo está basado en un discurso que pronunció en el Museo y Biblioteca Presidencial Truman de Independence, Missouri, el 11 de diciembre de 2006.

Encabeza colombiana lista para subsecretaria general de la ONU

La diplomática colombiana María Ángela Holguín, apunta como clara favorita para convertirse en la ?número dos? de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), durante el mandato de Ban Ki-moon, señalaron fuentes diplomáticas.

Holguín fue ex embajadora de su país en el organismo y su experiencia y género se ajustan al perfil aludido por Ban la semana pasada, cuando indicó que ?preferentemente nombraría una mujer? como subsecretaria general del organismo.

?La intención es nombrar a una mujer de (algún país) el sur y de preferencia de América Latina? , dijo uno de los asesores de Ban en el proceso de selección de miembros de su Gabinete.

Precisó que la alternativa a Holguín, si su nominación no tuviera el visto bueno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China, sería ?una mujer árabe o de África?.

Esa lista la encabeza Thoraya Ahmed, actual directora general del Fondo de Población de Naciones Unidas, nacida en Arabia Saudita, pero educada mayormente en Estados Unidos.

Cualquiera que sea la selección de Ban, sustituirá en el puesto al británico Mark Malloch Brown, quien ha indicado que trabajará en la Universidad de Yale el mes próximo.

El trabajo de ?número dos? de la ONU fue creado hace menos de una década con la intención de aligerar la carga de trabajo y compromisos al líder de la organización, ante la creciente multiplicación de demandas a Naciones Unidas.

Sus funciones incluye la asesoría al secretario general en un sinnúmero de asuntos, representarle en conferencias, tomas de posesión, funerales de Estado y otros compromisos, así como trabajo de administración en la organización.

La mexicana Alicia Bárcena, actual jefa de Gabinete del secretario general saliente, Kofi Annan, fue considerada candidata a ascender al cargo de subsecretaria general con Ban, pero según las fuentes fue vetada por Estados Unidos.

Washington, el principal contribuyente financiero de la ONU, ha sostenido desde hace meses que todo el equipo de Annan debería presentar su renuncia cuando venza el mandato de éste, el 31 de diciembre próximo.

Ban asumirá como octavo secretario general de la ONU el próximo primero de enero.

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