EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

La apuesta

Gilberto Serna

En lo que se ha convertido en una curiosa anécdota, la titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez perdió la apuesta que había hecho con el gobernador potosino Marcelo de los Santos acerca de un juego de futbol, por lo que ahora está comprometida a erogar el costo de un puente en alguna comunidad potosina, se supone que, donde más se necesite. El envite consistió en que si ganaba el San Luis el pago de su construcción estaría a cargo de la Federación, en caso contrario si la victoria la obtenía el otro equipo sería el Estado el que desembolsaría su costo. En ambos casos quienes resultarían beneficiados serían los habitantes de San Luis Potosí, específicamente de la región conocida como la Huasteca Potosina. Es la apuesta más loca que pudo habérseles ocurrido. La Ley de Juegos y Sorteos prohíbe se hagan apuestas sin autorización gubernamental. No creo que esto traiga alguna sanción, primero por que se trata de dos altos funcionarios de la Federación -los gobernadores legalmente lo son- y segundo, por que una comunidad será la que resulte favorecida.

Me sorprendió gratamente el sentido del humor de la funcionaria quien al saber que perdía la apuesta, en un gesto zumbón, ofreció que para juntar el costo de la obra iría a apostarse bajo un farol a la calle de Sullivan, allá en la Ciudad de México, esperando recaudar bastante “lana” por que dijo tener buena pierna. Lo entendieron bien en aquella populosa metrópoli pues allá es sabido que en las noches la rúa se convierte en un lupanar al aire libre donde mujeres de la vida galante o sus coimes, hacen su agosto trabajando en el oficio más antiguo del mundo. Luego, agregó la funcionaria, que los dueños del Cruz Azul tendrían que ayudarla, “para que se les quite lo gü...”, vocablo de uso popular cuyo connotación indica, en este caso, que los jugadores actuaron con falta de profesionalismo por lo que los directivos deben pagar por ello, aunque en realidad no creo se esté pensando en pasarles la charola, sino que aprovecha para decirles en un lenguaje coloquial una gran verdad, son eso que ella dice y quizá un poco más. Acabó por pedir la cooperación de todos los que quieran ayudarla a liquidar el asunto.

Aquí sí que las cosas toman un rumbo equivocado. Al decir que si ganaba uno u otro de los equipos pagaría la Federación o el Estado, no se refiere a que del bolsillo personal de la funcionaria o de el Ejecutivo estatal tuvieran que salir los fondos, aunque debe entenderse en este último sentido dado que sería muy peligroso para la salud económica de los gobiernos que los titulares de las dependencias comprometieran su presupuesto sujetándolo al resultado de un juego de futbol. Además sirve para apuntalar este criterio el que Xóchitl se manifieste en apuros para juntar el numerario que le permita construir la obra. Hasta donde sabemos el cargo que ocupa no es de los que cuente con recursos para ese preciso objetivo. Entonces ¿de dónde saldrán los fondos?, ¿lo hará de madera? Que se sepa un puente por pequeño que sea tiene un costo oneroso que rebasa en mucho los sueldos que puedan percibir quienes trabajan al servicio de la Federación.

Aunque cabría decir que no importa cómo se hizo el compromiso, ni quién vaya a costear el gasto para la construcción del puente. La señora Gálvez nos está dando una fulgurante lección consistente en que no todos los funcionarios al servicio de la Federación están acartonados. El donaire con el que ha contestado al reto de ver cómo cumple con la obligación, deja a la vista una persona de carne y hueso que carece de prejuicios proponiendo despropósitos sin dejar de ser una dama. Es admirable el temple que enseña al señalar que cumplirá con el pago cueste lo que cueste; enseñando que no es gazmoña ni mojigata. La deudas de juego, decían antaño, son deudas de honor. Había que pagar por encima de cualquier otra consideración. Es posible que el presidente de la República decida sacarla del atolladero. Una obra pública, a la que se le dará el nombre de “La Apuesta”, debería aprovecharse para hacerle un sencillo pero muy sentido homenaje a la comisionada por su gestoría, inscribiendo su nombre en la placa alusiva. Se lo merece, tiene una arrolladora simpatía y un sentido social que mucho la adorna. De las pocas cosas de que debe estar orgulloso Vicente Fox es haberla escogido para formar parte de su equipo de trabajo.

Nota bene.- Gazmoño: que afecta devoción, escrúpulos y virtudes que no tiene. Mojigato: beato hazañero que hace escrúpulo de todo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 206518

elsiglo.mx