“La salud no es simplemente la ausencia de enfermedad”. Hannah Green
Davos, Suiza.- Durante mucho tiempo se hizo costumbre encontrar en cada edición del Foro Económico Mundial a varios presidentes latinoamericanos. El número empezó a disminuir hace algunos años, pero no recuerdo ningún Davos, como el de hoy, en el que ningún mandatario latinoamericano haya estado presente. Diversas circunstancias se han conjuntado para producir esta situación.
Una de ellas es el hecho de que este año se están llevando a cabo en Latinoamérica 13 procesos electorales, lo que impide a los mandatarios ausentarse. Pero no deja de ser una señal inquietante que no haya representación latinoamericana de primer nivel en la principal cumbre político-empresarial-académica del mundo. La ausencia de presidentes simboliza el hecho de que Latinoamérica corre el riesgo de volverse irrelevante en el mundo. Los dos países emergentes protagonistas del Foro Económico Mundial de Davos este año son claramente China e India. Y no sorprende.
Ambos están teniendo tasas de crecimiento que se encuentran entre las más altas y sostenidas del mundo. Todo el mundo quiere saber sobre estas dos grandes potencias emergentes. Por eso figuran en tantas mesas de discusión en Davos. Del otro lado del espectro, África sigue suscitando un gran interés en el Foro Económico Mundial. En parte esto se debe al esfuerzo de personajes tan famosos como Bono, el cantante de U2, y la actriz Angelina Jolie, que están de regreso en Davos para tratar de convencer a los grandes empresarios y a los políticos del mundo a redoblar la ayuda para combatir el hambre en África.
Bill Gates, el hombre más rico del mundo, también está concentrando una parte muy importante de los trabajos de su fundación, la Bill and Melinda Gates Foundation, al combate a la pobreza en África.
El problema es que nosotros, los latinoamericanos, nos estamos quedando olvidados en medio de los dos extremos. Estamos lejos de representar las historias de éxito que hoy ofrecen China e India, pero tampoco somos los “condenados de la tierra” -para utilizar la frase de Frantz Fanon-, los más pobres entre los pobres, para que el mundo vuelva los ojos hacia nosotros con compasión. No deja de ser significativo que, en vísperas del inicio del Foro Económico Mundial -el único lugar en el mundo en el que puede uno reunirse con los mil inversionistas y directivos de empresas más importantes del mundo, tener contactos con otros mandatarios extranjeros y hablar con los principales periodistas del mundo-, los políticos latinoamericanos hayan concentrado su atención en la toma de posesión de Evo Morales en Bolivia.
Nadie puede juzgar a Evo como presidente a unos días de haber tomado posesión. Pero no hay duda que su triunfo refleja una tendencia en una Latinoamérica que regresa gradualmente al populismo que durante tanto tiempo fue su destino y esclavitud.
Es verdad que los caudillos nunca han desaparecido completamente de América Latina. Ahí está como muestra Fidel Castro, quien lleva 45 años en el poder en Cuba. Pero en los últimos años la presencia de los caciques se ha fortalecido. Hugo Chávez consolida cada vez más su control sobre Venezuela. Si bien Luiz Inácio Lula da Silva ha sido un presidente razonablemente moderado, su llegada al poder debe mucho a las promesas que hizo en campaña de cambiar el modelo de libre mercado de Brasil.
La Presidencia de Néstor Kirchner en Argentina es producto también del deseo de resolver, con soluciones mágicas, los problemas que sólo pueden superarse con un aumento en la competitividad y con políticas financieras sensatas.
Los latinoamericanos estamos tan obsesionados con los caudillos, que no le prestamos atención al único experimento en nuestro seno que ha tenido un éxito económico comprobable y sustentable. La atención a la elección de Michelle Bachelet como nueva presidenta de Chile tuvo más que ver con la historia personal de esta mujer socialista -cuyo padre militar fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet- que con el refrendo a la continuidad de una política económica que ha sabido aprovechar la globalización y el sistema de mercado para darles un mejor nivel de vida a los chilenos.
Por lo pronto, la ausencia de mandatarios latinoamericanos de Davos es muy significativa. Representa un alejamiento de los países de la región de un escenario que se identifica con la globalización y el libre mercado. Pero la economía aborrece el vacío. Y por eso el hueco que estamos dejando nosotros lo están llenando con tanto entusiasmo China e India.
FIN DE LA BONANZA
Los altos precios del petróleo le han permitido a Pemex obtener 28,286 millones de dólares en exportaciones. Es un nivel récord, pero es muy probable que el ingreso empiece a descender. Si no hay un conflicto, es difícil pensar que los precios del petróleo sean superiores en 2006 a los de 2005. La producción petrolera mexicana, por otra parte, empezará a bajar a fines de 2006 o principios de 2007 por la declinación del yacimiento de Cantarell. Ante la falta de reformas estructurales, México habrá desperdiciado su segunda gran bonanza petrolera en apenas una generación.
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