"Como la sociedad ha determinado que ser delgado es lo más elegante y atractivo para el sexo opuesto, ellas buscan mantenerse así para reflejar su éxito profesional, afirma una especialista.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, D.F..- El estar delgado, según la publicidad -en países industrializados y en vías de serlo-, es una característica imprescindible para triunfar social y profesionalmente. Esta es una de las principales razones de la proliferación de los transtornos alimenticios.
Aunque en el pasado se caracterizaba a las chicas entre 12 y 25 años como el grupo más propenso a padecerlos, actualmente se observa que los varones entre siete y 12 comienzan a ser arrastrados por estos problemas, al igual que las mujeres mayores de 25 y hasta la menopausia.
No hay edad
En el caso de estas últimas, más que la anorexia, la bulimia es el desorden preponderante. Un estudio de la Unión Nacional de Consumidores y Amas de Casa en España, revela que, en las adultas, se convierte en un trastorno crónico difícil de identificar ya que, quienes lo padecen, pueden tener, durante años, una vida relativamente normal y su físico no se altera de forma tan evidente como en las jóvenes anoréxicas.
El estudio advierte que el vomitar después de un atracón no es el único síntoma de la bulimia, pues el uso constante de laxantes, las dietas extremas seguidas de periodos de abuso en los carbohidratos y grasa e incluso la ingesta de comida chatarra en lugar de una comida balanceada pueden considerarse síntomas de esta enfermedad.
¿Quiénes la padecen?
"Las mujeres con cargos ejecutivos, responsabilidades gerenciales y con un estatus social y económico alto, viven pendientes de su imagen. Como la sociedad ha determinado que ser delgado es lo más elegante y atractivo para el sexo opuesto, ellas buscan mantenerse así para reflejar su éxito profesional", dice la sicóloga Marta Coronado Rubio, especialista en transtornos de la alimentación
En un ámbito social en el que la juventud es uno de los principales "activos" para triunfar en la vida, e incluso, para disfrutarla, las mujeres han desarrollado un miedo enfermizo a madurar. "En la publicidad, todos los modelos son casi adolescentes, a pesar de que se hable de logros o bienes que se obtienen gracias a esfuerzo y experiencia (como comprar la casa de tus sueños o realizar un viaje a un lugar exótico).
"En las empresas, la edad máxima para aplicar a un puesto ejecutivo es de 35 años, por lo que tener (o aparentar) más edad implica el riesgo de quedar en el desempleo", dice la sicóloga. El ámbito social reclama cierta imagen a las personas para considerarlas exitosas, "si a esto le sumamos que, como política de empresa, en muchos lugares se tomaba en cuenta la figura para aceptar o no a una mujer, tenemos un caldo de cultivo ideal para el desarrollo de estos trastornos" prosigue.
El resultado, según la especialista, es una generación de personas inseguras, con miedo a madurar y a envejecer (características que las llevarían a la soledad y el abandono) que tratan de mantenerse jóvenes a toda costa y, para lograrlo creen- la ruta más sencilla es permanecer delgadas.
Los síntomas no engañan
Mientras las adolescentes ocultan la comida, hacen ejercicio a escondidas y se pesan con ropa "truqueada" (dos o tres sudaderas, pantalones y calcetines superpuestos, por ejemplo), las adultas no necesitan demasiadas tretas para ocultar su comportamiento: nadie las vigila cuando están en el baño, por lo que pueden pasar mucho tiempo induciendo el vómito o acudir muchas veces en el día debido al uso constante de laxantes. Algunas achacarán esta necesidad a presiones en el trabajo, o al estrés, que les provoca diarrea. Otras dirán que "toman mucha agua" lo cual puede ser cierto y evita que se deshidraten, pero no es el origen de sus visitas al sanitario.
Algunas mujeres recurren a la comida chatarra, como papas fritas, hamburguesas, pizzas o dulces bajos en azúcares. Comen raciones pequeñas que, por su contenido de grasa, les da una sensación de saciedad, pero no son suficientes para nutrirlas. El doble efecto es evidente, nadie puede acusarlas de comer "lo que les gusta", ni culparlas por ponerse a dieta después de que se "destramparon".
Por último, los síntomas físicos son los correlativos al vómito y el exceso de laxantes: inflamación de las mejillas y los laterales del cuello, además de cicatrices, manchas blancas y hasta úlceras en el dorso de las manos.
Especialistas de la Fundación Ellen West afirman que en México la situación comienza a ser alarmante pues 81% de las mujeres a quienes se aplicó una encuesta, dijeron que necesitaban adelgazar. De ellas, 27% consume pastillas para lograrlo, 12% recurre a los laxantes y diuréticos y 7% confesó que vomita. Por otro lado, una buena cantidad de hombres y mujeres se han convertido en adictos al ejercicio debido a su deseo de tener un cuerpo perfecto, comentó la sicoterapeuta María del Carmen Fernández Espinosa.
Otro problema para detectar este padecimiento, según los datos de la Fundación, es que, a pesar de sufrir desnutrición, las personas pueden mantenerse activas, aunque con problemas de insomnio. Tienen una alta tolerancia al cansancio, contrario a lo que pudiera pensarse, pues solamente cuando el índice de masa corporal cae a ocho se presenta aletargamiento. Los dolores y espasmos estomacales que causa el hambre en una persona sana, en aquella con desórdenes alimenticios desaparecen, gracias a que el cuerpo comienza a generar sustancias opiáceas, que incluso provocan una sensación de bienestar. Este es el comienzo de una etapa de destrucción del organismo a partir de la pérdida de las sensaciones negativas.
Por último, las especialistas de Ellen West nos dicen que un índice de masa corporal menor a 18 corresponden a personas enfermas de sida, fases terminales de cáncer, varices esofágicas y úlceras. La imagen de estos padecimientos es, sin duda, completamente contraria a lo que podríamos describir como "bello" y, sin embargo, es la condición física de muchas modelos y estrellas de cine.
