Mientras el discurso oficial afirma que la democracia en México es una realidad y que ya no se lucra con la intención del voto, la realidad es otra. Por desgracia en nuestro país el sufragio de los pobres sigue siendo el botín más preciado. De esta forma la manipulación política de los grupos más vulnerables no ha cambiado.
Décadas atrás se acusaba al PRI de usar los programas sociales para obtener votos de los más necesitados. Hoy esta práctica es llevada a cabo también por Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática. El partido en el poder, ya sea a nivel federal, estatal o municipal, aprovecha sus recursos para realizar proselitismo disfrazado de programas sociales. La inequidad, es la principal característica del actual proceso electoral.
La gran conclusión del Monitoreo de Programas Sociales en Contextos Electorales, que coordinó la organización Fundar para la Sedesol, es que el partido que sepa usar mejor el padrón de programas sociales tendrá más votos. Lo anterior resulta preocupante debido a lo cerrado que se prevé el resultado electoral el próximo dos de julio.
En un país donde más del cincuenta por ciento de la población es pobre, debido en gran medida a la desigualdad en los ingresos, resulta preocupante que a pesar del Instituto Federal Electoral y la Fepade exista una lucración del voto. Los programas de Adultos Mayores, Apoyo Alimenticio y Liconsa son los más vulnerables.
En México todavía es fácil encontrar programas que se crean expresamente para una elección y se eliminan cuando ésta pasa, apoyos que se dan bajo una lógica clientelar o el incremento de beneficiarios justo antes de que se celebren los comicios.
Ante este panorama es necesario una mayor regulación por parte de las autoridades para evitar la explotación de los programas sociales por parte de los partidos, quienes ofrecen beneficios a cambio de votos.
