El término literal sacado del diccionario la describe como: Muerte provocada sin sufrimiento por medio de agentes adecuados. Cuando yo estaba estudiando le pregunté a uno de mis maestros que más me influenciaron en mi formación profesional, al M.V.Z Gustavo Lastra Durán, sobre la eutanasia y me dijo en términos sencillos es ?matar por piedad?.
La toma de decisión de poner a dormir para siempre a un perrito, gato o cualquier mascota es siempre muy difícil tanto para el propietario como para el médico veterinario, ya que a menudo en estos casos tenemos sentimientos encontrados y pensamos, quién soy yo para quitarle la vida, o me espero unos días más para ver si mejora, o pediré otra opinión.
Todo lo anterior sucede frecuentemente y yo le explico a los propietarios de las mascotas que es normal sentir dudas mezcladas con dolor, lo anormal sería no sentir nada o no hacer nada al respecto, o lo que es aún peor, algunos propietarios (afortunadamente son pocos) tiran o abandonan a su perro enfermo en la calle en algún lugar o colonia alejada de su casa. Esto sí me parece a mí muy cruel, porque el animalito sufrirá una agonía larga con sed, con hambre y sin cuidados, y en caso de que la enfermedad sea contagiosa con el consiguiente peligro de transmitir la enfermedad que padece a los perros de las casas cercanas al lugar donde fue abandonado.
Estoy completamente a favor de la eutanasia. En lo que no estoy de acuerdo es en matar por matar, pero cuando la calidad de vida se desmejora al grado de imposibilitar al animalito para hacer su vida a la que estaba acostumbrado, aunado a un dolor agudo y constante, y a un empeoramiento paulatino ya sea por demasiada edad o por alguna enfermedad o accidente, y que no exista posibilidad de mejoría, entonces yo prefiero liberarlos poniéndolos a dormir para siempre.
Yo también me he visto ante el dolor personal de tener que poner a dormir para siempre a mi perro que por muchos años nos acompañó y cuidó, desde antes que yo tuviera hijos hasta muchos años después. Al observar en mi perro el Cubano falta de apetito, pérdida progresiva de peso, tumores en diferentes partes del cuerpo y dificultad para respirar, hablé con mis hijos y les expliqué que por el bien del Cubano, y para que ya no sufriera tenía que ponerlo a dormir, a lo que ellos me contestaron ?tú eres veterinario, tu cúralo?, al fin niños no entendían el concepto de muerte. Les expliqué que ya había intentado todo lo que yo podía hacer y que en estos casos se llega hasta el punto, o más bien dicho hasta el límite que Dios nos marca a todos los seres vivos y que ya sólo restaba despedirnos de él, despojarnos del egoísmo de querer retenerlo a nuestro lado y dejarlo ir.
Sobre esta vivencia tan dura y desgastante que sucedió ya hace varios años y que hoy a la distancia he visto que fue de algún modo formativo para mis hijos, escribió en este mismo periódico en su tan gustada columna el M.V.Z Francisco Núñez.
Yo soy católico y creo en Jesucristo, por lo tanto no concibo la eutanasia en las personas. Pero si a mí en la otra vida me tocara ser perro y si mi calidad de vida disminuyera a tal grado que afectara mi dignidad, que no pudiera desplazarme por mí mismo para conseguir mi comida, que sin querer requiriera de mucha ayuda, cuidados médicos, que para mí fuera difícil y doloroso el sólo hecho de respirar y de vivir, entonces acudiría con mi amigo el M.V.Z Cruz González a que me aplicara la eutanasia.
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Mil gracias a Sergio Hernández Rocha, que le dio una segunda oportunidad a Clementina al adoptarla, ¡Felicidades!
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