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La corrupción/Nuestro concepto

Son alarmantes los resultados presentados por la Organización No Gubernamental Transparencia Mexicana, donde se afirma que en el año 2005 se obtuvieron 115 millones de pesos en “mordidas” o actos de corrupción de una familia a un servidor público, es decir, que hay más actos de corrupción que habitantes en México.

Nuevamente se confirma que por desgracia, la corrupción es una práctica que pareciera que llegó para quedarse. Y es que al menos diez de cada cien personas en este país han estado involucradas en actos de corrupción, es decir que han ofrecido “mordidas”.

Por desgracia los mexicanos tendemos a sentirnos orgullosos de nuestros malos hábitos, así vemos la corrupción como una práctica común. Hemos perdido ante ella nuestra capacidad de asombro, volviéndola parte de nuestra cotidianidad. Incluso llegamos a vanagloriarnos de nuestras prácticas corruptas.

Según el informe de Transparencia Mexicana los estados de Guerrero, Hidalgo, Tabasco, Estado de México y Distrito Federal son las entidades con la mayor incidencia de corrupción en servicios públicos. En contraparte Querétaro, Chiapas, Baja California Sur, Sonora y Guanajuato, son las entidades con menor porcentaje.

Un dato agrava la situación, según Federico Reyes Heroles, presidente de Transparencia Mexicana, los hogares con mayor educación son los que inciden en mayores actos de corrupción. Lo anterior tiene que ver con el hecho de que al pagar una “mordida” se compra el ahorro de tiempo, es decir, se valora el tiempo que se ahorra el ciudadano al evitar, por ejemplo, que su coche sea llevado al corralón.

En promedio cada “mordida” cuesta 177 pesos, lo cual al año significa diez mil millones de pesos y por lo tanto de las 22 millones de familias que hay en México, en promedio el costo de la corrupción (es decir el dar “mordidas”) hace que eroguen ocho por ciento de sus ingresos.

Las estadísticas no pueden menos que generar vergüenza, pero también nos obliga como sociedad a cambiar nuestras prácticas, para lograrlo debemos apostarle a la educación, a la transmisión de valores pero sobre todo a la ética.

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