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LONDRES, INGLATERRA.- El último campeón del Tour de Francia. El dueño del récord mundial de los 100 metros. El beisbolista que ha roto los records de jonrones. El denominador común de tres astros estadounidenses es que están envueltos en casos de dopaje y han socavado la credibilidad del deporte en su país.
Los últimos días no ha tenido parangón ante el impacto estremecedor de las revelaciones de que Floyd Landis, flamante campeón del Tour, y Justin Gatlin, el rey de la velocidad, dieron positivo por sustancias prohibidas.
Aunque ninguno ha sido encontrado culpable y ambos niegan haber hecho trampa, el impacto de los casos es de tinte devastador.
Barry Bonds, en tanto, sigue bajo el dedo pulgar de un jurado investigador sobre su supuesto consumo de esteroides.
Pese a los esfuerzos de los jerarcas deportivos y los organismos a cargo de la lucha contra el dopaje, la sensación es que la crisis actual está destruyendo la credibilidad del deporte.
?Hemos llegado al punto de ebullición en la lucha contra el dopaje en el deporte?, declaró el presidente del Comité Olímpico de Estados Unidos, Peter Ueberroth.
?La cruda realidad es esta: no estamos ganando la batalla, y si queremos tener éxito al final, entonces debemos ser más inteligentes, eficaces y efectivos en nuestros esfuerzos. La actual situación no funciona?, añadió.
La verdad ya no se puede creer en lo que se ve. ¿Una memorable gesta en el ciclismo? ¿Un récord mundial en el atletismo? ¿Un super tiempo en las piscinas?
El escepticismo se ha convertido en la reacción inicial.
Inclusive un control inmaculado ya no permite disipar las dudas. Los deportistas que hacen trampa saben cómo salir bien librados de una prueba antidopaje, y algunas sustancias son imposibles de detectar.
En estos tiempos, los resultados y los cuadros de medallas en los Juegos Olímpicos y demás comptencias mundiales deberían arrancar acompañadas por asteriscos a la espera de que se completen los análisis y los procesos disciplinarios.
Se ha hecho una costumbre el despojo de medallas y la proclamación de nuevos campeones tras algunos meses, inclusive varios años después.
De momento, Landis, Gatlin y Bonds se encuentran en un limbo.
Landis está a la espera del resultado de una segunda muestra de orina luego que la primera arrojó altos niveles de testosterona en su organismo. Si se confirma el primer resultado, Landis se quedará sin el título y sería suspendido por dos años.
Su milagrosa remontada para ganar el Tour se perfilaba como uno de los logros deportivos más notables del año, pero podría acabar siendo la decepción más grande.
Aunque el caso de Landis ha acaparado titulares, el positivo de Landis -también por testosterona- quizás sea el más significativo.
Gatlin quedó a la espera de una audiencia de las autoridades antidopaje de su país.
Se había hecho una buena imagen y parecía ser la figura que iba a lavarle la cara a un deporte salpicado por la infamia de Ben Johnson en 1998 y del escándalo BALCO que puso en descubierto a Tim Montgomery, ex plusmarquista mundial en los 100 metros, y tiene en tela de juicio a Marion Jones.
Además de perder el récord mundial, Gatlin sería suspendido de por vida si se comprueba que es culpable, ya que sería reincidente.
Al menos hay algo positivo. La seguidilla de positivos indicaría que las autoridades le están poniendo el cascabel al gato.
Lo malo es que se demuestra, pese a las advertencias y todas las sanciones, que los deportistas de alta competencia son aún capaces de arriesgar sus carreras, salud y reputación al tomar una píldora, inyectar o recibir una transfusión de sangre.
?El dopaje es un cáncer?, dijo Ueberroth. ?Menoscaba la credibilidad de lo que somos testigos. Compromete la salud y bienestar de los competidores. Injustamente inclina la balanza a favor de quienes hacen trampa?.
