Hace unos días el doctor Juan Somavía, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), dio una sonora clarinada ante los asistentes a la Cumbre del Foro Económico Mundial de Davos. Se refirió a “una crisis global del desempleo de enormes proporciones” que cunde por todo el mundo y llamó a los dirigentes de las empresas más poderosas ahí reunidas, a tomar una acción rápida para conjurar la devastación de los niveles de vida de la mayor parte de la población mundial.
Cerca de 1.4 millones de trabajadores con menos de dos dólares diarios. En los últimos diez años el desempleo ha crecido 25 por ciento y afecta a 192 millones de personas, lo que equivale al seis por ciento de toda la fuerza laboral del planeta.
La ironía de la situación es que esta alta tasa de desempleo coincide con un crecimiento económico mundial del 4.3 por ciento. De acuerdo con los cálculos de la OIT se necesitan crear unos 40 millones de empleos en la próxima década para llenar el faltante.
Los gobiernos tienen también su responsabilidad. Los programas económicos y sociales que ejecutan son algo más que meros sistemas macroeconómicos. Para que sea efectivo, el combate a la pobreza que se ha venido librando desde las varias “Décadas del Desarrollo” de Naciones Unidas, tiene que traducirse en apoyos directos a la población que, por sí sola, no supera su atraso.
La crisis del desempleo se presenta paradójicamente, en muchos países de notable crecimiento industrial e incrementos espectaculares en sus intercambios comerciales. Cualquiera pensaría que el crecimiento económico coincide con una mayor ocupación para todos.
La mayor actividad económica y el incremento en la producción física es fruto del uso intensivo de la tecnología y del factor capital sin requerir aumentar el número de trabajadores. La competencia y la necesidad de reducir costos dan por resultado recortar fuentes de trabajo.
Las noticias de estos días dan cuenta sobre la incesante serie de despidos masivos que a diario realizan las multinacionales. Ford anunció 25 mil despidos, Chrisler prescindirá de seis mil trabajadores, General Motors cesará a 25 mil y SEAT a mil 400. Otras industrias como la farmacéutica o de las comunicaciones seguirán el mismo ejemplo.
No sólo se trata de la recesión en Estados Unidos que afecta el ritmo del crecimiento mundial. El fenómeno del desempleo es más profundo. La desocupación va de la mano de la mayor productividad industrial y del uso intensivo de la tecnología y el capital.
Pero los índices de aumento en la productividad no significan mayor ocupación, sino por el contrario, su sentido se limita a registrar más unidades de producción por trabajador.
El sector servicios ha venido absorbiendo el espacio así creado. Crece el número de individuos ocupados en las telecomunicaciones, la informática, la computación y otros servicios. En México más del 60 por ciento de la población económicamente activa se concentra en dicho sector.
Los servicios ofrecen importantes oportunidades de ocupación. Pero con todo y su impresionante crecimiento, no serán como algunos creen, la solución esperada al desempleo.
En efecto, el mismo proceso de reducción de puestos de trabajo que observamos en el sector industrial también alcanzará al de los servicios. La robótica se instala cada vez más en el sector servicios sustituyendo al operador humano, con sistemas automatizados en, por ejemplo, la telefonía, la atención y administración de operaciones bancarias y comerciales o en la enseñanza como con su educación a distancia. La programación informática tiene busca esquemas que reducen o eliminan la intervención humana.
En toda nuestra historia económica el esfuerzo combinado de Gobierno y empresas nunca ha logrado crear en México el millón o más de puestos de trabajo que cada año requerimos. En 2005, por ejemplo, sólo creamos alrededor de 600 mil.
Si continuamos insistiendo en descansar la creación de puestos de trabajo precisamente en las empresas industriales y de servicios que menos interés tienen en crear ocupación, seguiremos con fuertes contingentes de desempleados que tendrán que buscar en la emigración o en el ambulantaje la solución para su subsistencia,
Generar ocupación implica no sólo condiciones favorables para la inversión o expansión de grandes empresas. Son imprescindibles otras alternativas para dar ocupación a toda, y no sólo una parte como hasta ahora, de la población económicamente activa.
Estas alternativas están en las pequeñas y medianas actividades que operan en el ámbito familiar y comunitario. Son éstas, muchas en la economía informal, las que están sosteniendo a millones de individuos que no alcanzan empleo. Son éstas las que aportan la producción, consumo y exportación de la mayor parte del mundo.
Otra vía es la de las cooperativas que deben ser activamente promovidas en México y con la misma convicción que en otros países. Más sobre este tema en el siguiente artículo.
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