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La cruz de Maciel/Diálogo

Yamil Darwich

La sanción pública dada por el Vaticano a Marcial Maciel Degollado, fundador y líder inspirador de la obra de los Legionarios de Cristo, provocó el clamor y la exclamación popular, luego de años de litigio ante los juzgados eclesiásticos.

Lo consideró culpable de los delitos que le imputaron sus acusadores, pero tomando en cuenta su avanzada edad lo inhabilita para ejercer el ministerio en forma pública, en cualquiera de sus expresiones, dejándolo al cuidado de sus “hermanos de la Orden” en una aparente decisión salomónica.

Por su parte, el alto jerarca educativo acepta la sentencia, como “la cruz que le agenciará el perdón” y sus seguidores “se someten” a las disposiciones de la Santa Sede, tratando de terminar con el asunto. Sin duda que la magnífica obra educativa de los Legionarios de Cristo seguirá adelante, superando el evento y hasta fortaleciéndose en principios y valores.

El caso tiene diferentes lecturas, que van desde las político–religiosas hasta las sociales.

Con la muerte de Juan Pablo II, quien se refería a Joseph Ratzinger como “su amigo de confianza”, fue nombrado nuevo Papa, Benedicto XVI, provocando distintos comentarios sobre su persona, entre otros ser ultraconservador, que llevaría a la iglesia a revisar sus políticas para regresarla a sus orígenes y la preocupación de la izquierda del clero católico por su Teología de la Liberación. El caso de Marcial Maciel ya era de su conocimiento, lo revisó como jefe de la Congregación de la Doctrina y de la Fe. El propio Maciel gozaba especial consideración de Juan Pablo II, comentando sus detractores que se debía a su entrega decidida a la misión encomendada, así como los muchos donativos recibidos por el Vaticano, por su alta capacidad de relación social, particularmente con los ricos.

La decisión de sancionarlo públicamente, aunque el cardenal Norberto Rivera lo niegue al declarar “es puro cuento”, es una justa respuesta al caso ampliamente ventilado en los medios de comunicación; el valor del veredicto se debe analizar desde diferentes ángulos y curiosamente se presenta cuando el catolicismo es atacado fuertemente por sus opositores reavivándose la polémica causada por la novela “El código da Vinci”, ahora en película, particularmente ofensiva contra la imagen de Jesucristo al decir del autor que asegura sucumbió a la tentación carnal con María Magdalena.

Vale la pena recordar a Dan Brown, con las distintas acusaciones y demandas recibidas por plagio; él mismo ha narrado el origen de la historia, escrita a petición expresa de su editor, quien con excelente “olfato” en el negocio, presentía sería causa de escándalo y altos ingresos.

La decisión tiene importantes implicaciones religiosas; sin duda, la primera de ellas es la intención de cumplir con las enseñanzas de Jesús, quien en los evangelios sanciona el maltrato a los infantes -aún cuando el caso hayan sido de jóvenes seminaristas agredidos-. También podría tener la lectura de la “línea dura”, adoptada por el Papa animado a terminar con el abuso de libertad y hasta libertinaje de algunos religiosos, incluidos los de la Teología de la Liberación, que sin duda han captado el mensaje. ¿No será aquello de: “la limpieza empieza por la casa”?

Tampoco pasemos por alto la visión política. Con todas las denuncias sobre los malos comportamientos de distintos sacerdotes en el mundo, la imagen de respeto y liderazgo moral que ha gozado El Vaticano en los últimos siglos están amenazados. Recuerde, por ejemplo, la desobediencia de la Iglesia china –obra misional a la que le ha apostado fuertemente el catolicismo- y la tibia respuesta del obispo de Chicago ante las acusaciones de tibieza, al no castigar actos de paidofilia en su diócesis.

En relación a lo social, el clamor de muchos habitantes del mundo, exigentes de una iglesia “contemporánea y moderna”, es fuerte; la presión ejercida por algunos grupos defensores de posturas anticlericales -homosexualidad y aborto por ejemplo- es desgastante y no pocos gobiernos sucumbieron ante sus posturas, caso reciente del español, que ha legalizado el matrimonio entre sujetos del mismo sexo. Otros países ya han aprobado el aborto y muchos más tienen en estudio sus propios proyectos de Ley. Cegarse ante la realidad, que el Vaticano tiene necesidad de ejercer la diplomacia política internacional, sería una necedad.

En el mundo globalizado, de lucha por la seudolibertad en el uso de la tecnociencia deshumanizante, los distintas religiones del mundo han estado perdiendo batalla tras batalla, entre ellas la cristiana, incluidos los católicos y su Papa, que ratifican la postura tradicional ante temas tan escabrosos como la sexualidad y concepción humana; la vida de relación entre homosexuales; casarse o mantenerse célibes los religiosos; el divorcio cada vez más frecuente entre los matrimonios jóvenes; y el acatamiento de sacramentos tales como matrimonio, confesión y comunión.

Si Benedicto XVI es conocido por su conservadurismo, también es identificado como un hombre inteligente e instruido, autor de disertaciones teológicas y filosóficas, conocedor sobresalientemente de temas de ciencia y tecnología, asesorado por los más calificados expertos. En ese entorno, cuando las vocaciones sacerdotales se ven abatidas, su decisión, además de valiente, sin duda está sustentada en información solidamente fundamentada.

El castigo a Marcial Maciel debe interpretarse como el firme deseo del Papa de regresar a la Iglesia Católica a sus principios fundamentales, que sea promotora de la verdad, la justicia y el amor. Sobre todo, predique consistentemente con el ejemplo.

Quien tome el incidente como un evento aislado está equivocado. No se sorprenda de las reacciones y contrarreacciones, que sin duda vendrán detrás de las graves decisiones a tomar; también espere, si usted es católico, nuevas instrucciones papales. Acatarlas o no será la decisión de cada uno de nosotros.

Junto a esa noticia de escándalo ha aparecido otra: la entusiasta expectativa del cristianismo ante el aparente renovado interés de las nuevas generaciones por encontrar la verdad. Los jóvenes empiezan a buscar una razón valedera que les ofrezca mejores razones para vivir y sea alimento espiritual de mayor solidez sobrepasando a lo simple material; requieren un impulso superior para vivir felizmente en el mundo actual, –recuerde el incremento en depresiones y suicidios- algo suplente de la vaciedad de vida materialista y de consumismo, nueva esclavitud a la que han sido sometidos.

Para el cristianismo mundial es una buena oportunidad de reforzar su labor evangelizadora. Ojalá así sea y que con estas acciones, el líder de los católicos favorezca el regreso “al redil” de muchas de las “ovejas perdidas”. ¿le parece algo positivo?

ydarwich@ual.mx

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