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La dichosa palabra

Adela Celorio

En medio de la feroz batalla de palabras sucias, falsas y manipuladas con que se apedrean los candidatos a la Presidencia, resulta un oasis el Festival de la Palabra que conmemorando el aniversario de la primera publicación de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, estamos celebrando en esta capital de todos mis pesares y tan pocos gozos.

Magníficos sellos editoriales, autores, artistas y el público -por cierto no tan numeroso como merecería este festival- se han dado cita nuevamente para darle esplendor al bien decir.

A palabras como “Sésamo” que tiene la virtud de abrir puertas o como “Amor” que es en sí misma una caricia y que fue elegida como la palabra más bella del idioma español según el resultado de la convocatoria que hiciera la Escuela de Escritores de Madrid entre cibernautas de España y América.

Los otros tres vocablos de origen latino elegidos por ser los que mejor expresan las necesidades del alma fueron “Libertad”, “Paz”, y “Vida”. Yo por mi parte me cuadro ante palabras como “Justicia” o “Ley”, disfruto la danza exquisita que sugiere “Arabesco”, el misterio que contiene “Samarcanda” y la liquidez de “Agua”.

Las vibraciones de “Cam-pa-na”, la frescura de “Manantial” y el abrazo nutricio que me ofrece la palabra “Madre”, aunque desgraciadamente con el uso cotidiano y al rodar por el lodo de las calles de nuestro país, ha acabado por convertirse en “Madrazo”.

En fin, que no puedo decidirme por alguna palabra en especial porque las necesito todas: las sucias, las picarescas, las calientes, las duras y las sabrosas; aunque si me obligaran a quedarme con una sola, definitivamente me quedaría con la única que me hace suspirar constantemente, la más anhelada y apetecible palabra del mundo que es “Sí”.

En cualquier caso, tampoco es cosa de despreciar el valor de la palabra que nos sirve para permanecer silenciosos, especialmente cuando no podemos cumplir con lo que Lionel Trilling llamaba “la obligación moral de ser inteligentes”; o como digo yo; al menos intentarlo.

Y ahora que estamos festejando la palabra y la cultura, -esta última, gran ausente en los discursos y promesas de campaña- es necesario festejar a también a Sergio Pitol (Puebla 1933) quien acaba de recibir -como anteriormente lo hicieron Octavio Paz y Carlos Fuentes- el premio Cervantes de Letras.

Considerando los espacios cada vez más limitados que tenemos los mexicanos para acceder a la gran cultura -esa que despierta la curiosidad, provoca el asombro y nos predispone a la verdad, a la bondad y a la belleza- el galardón otorgado en España a Sergio Pitol, es compartido por quienes amamos la literatura.

adelace@prodigy.net.mx

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