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La división/No hagas cosas buenas...

Enrique Irazoqui

La única certeza en este momento es que no hay certeza de quién ganará. Lo que parece una simple y hasta básica aseveración tiene muchas más implicaciones. En muchos lugares escuchamos un declarado pánico a la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador, consiga una victoria electoral el próximo dos de julio. Los miedos ciertamente son fundados. No hay duda alguna que el señor López ha hecho declaraciones y promesas que no son más que eso, promesas, porque es hasta disparate pensar siquiera que muchas de ellas las pueda llegar a cumplir.

La excelente campanada mercadológica que culminó el martes pasado cuando en cadena nacional propuso un aumento en los ingresos de las personas que ganan de seis mil hasta los diez mil pesos mensuales, fue simplemente genial para sus propósitos; terrible en función de las consecuencias, si ese mensaje logra convencer a los suficientes votantes para obtener el triunfo y de paso destrozar la marcha del país.

Lo más peligroso que encuentro en esta etapa del proceso, donde increíblemente no se puede predecir la tendencia de los electores para el mes entrante, ya que en primera instancia parecía que el rebase de Felipe podría ir dibujando una perspectiva de quien podría convertirse en el sucesor de Vicente Fox y ahora nuevamente las tendencias vuelven a cambiar, cerrándose y haciendo que el final pueda ser uno de esos que se determinan por una nariz. ¡Qué bueno para la democracia, pero qué peligroso sin duda para los mexicanos! Hoy el escenario más grave es sin duda la división que “El Peje” genera, que motiva.

Hace apenas un par de días, en una mesa de banqueros y empresarios se manifestaba el temor y hasta desprecio por el tabasqueño y sus propuestas de Gobierno. Las opiniones eran ricas en cuanto a la acre crítica al candidato de la Alianza Por el Bien de Todos. Sin embargo, nunca escuché una sola opinión de lo que también representa López Obrador. No oí tampoco, que el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal puede encarnar una verdadera opción de justicia social, de equilibrio. No se puede negar que la política ha caído en un desprestigio total. Hoy, todos decimos que la actividad gubernamental es un camino para el enriquecimiento sucio de muchos participantes en la cosa pública y aquí se abre la ventana para un político que ha sabido transmitir sencillez en su actuar, no veo un solo señalamiento que refute la sencillez de López Obrador.

Debo aclarar que mi voto no puede ser para el perredista, pero la conciencia me obligar a consignar que la terrible desigualdad de nuestra sociedad es un campo fértil para que proyectos irresponsables y tramposos, como el que propone López Obrador, puedan llegar al poder.

Me preocupa realmente lo estúpido que significa dividir al país entre ricos (los menos) y pobres, entre buenos y malos; hay una posibilidad real de que López gane y en ese escenario podemos presagiar un retroceso terrible y dramático para México.

Por eso no podría jamás dar mi voto al tabasqueño, pero logro comprender que él signifique una esperanza para los desfavorecidos de la injusta sociedad mexicana y aunque el paraíso mentiroso de “El Peje” es en realidad el camino al retroceso y al incremento de la miseria, los más humildes al final, tienen muy poco que perder, (¿pues qué patrimonio en promedio tienen hoy?), con la sed de justicia que mañosamente intensifica Obrador, puede ser que México vire hacia la incertidumbre desde el lunes tres de julio. Al tiempo.

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