No es tiempo de echar al vuelo las
campanas... Falta la enchilada completa.
Vicente Fox
¿Se imagina usted la reacción del pueblo y los políticos de México si George W. Bush viniera a nuestro país a apoyar una Ley que permitiera la inversión extranjera en la industria petrolera?
Lo mismo deben sentir los estadounidenses en este momento en que el presidente mexicano Vicente Fox se encuentra en la Unión Americana con la abierta intención de impulsar leyes que promuevan una mayor apertura en la política migratoria de ese país.
El petróleo y la migración han sido durante mucho tiempo los temas tabú de la relación entre México y Estados Unidos. En ambos casos la razón nos dice que la apertura es el camino correcto, pero la emoción ha llevado a la cerrazón.
La Unión Americana, por ejemplo, necesita trabajadores, para los cuales nosotros no podemos crear empleos con remuneración digna en México. Nuestra industria petrolera, en contraste, requiere capital de inversión y tecnología que nosotros no tenemos y que las empresas estadounidenses pueden proporcionar. En ambos casos el sentimiento se opone decididamente a la razón.
No debe sorprender que México y Washington hayan decidido dejar fuera tanto el petróleo como la migración del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Hoy nuestros políticos se asombran y cuestionan que hayamos aceptado un acuerdo comercial en el que no estaba incluido el libre movimiento de la mano de obra. Olvidan que, a cambio, Estados Unidos aceptó que nos negáramos a incorporar el petróleo. Si cualquiera de los dos países hubiera insistido en introducir el tema de su interés, el TLC no se habría firmado. Y si bien ambas naciones habrían salido perjudicadas, la más afectada habría sido México, que no tendría el superávit comercial por 50 mil millones de dólares anuales que tenemos con la Unión Americana.
Hoy el presidente Vicente Fox se encuentra en Estados Unidos. Su propósito es cabildear para promover una mayor apertura migratoria de la Unión Americana. Parece, sin embargo, una mala estrategia. La reacción de los estadounidenses sólo puede ser negativa. El presidente Fox dijo el lunes 22 de mayo, antes de partir, que iba a Estados Unidos “por la enchilada completa”. Pero si las reacciones de los políticos estadounidenses en las últimas semanas al movimiento de los inmigrantes son una indicación, lejos de la enchilada completa tendremos suerte si conseguimos una tortilla dura.
Nuestros políticos se han sentido muy orgullosos de las manifestaciones públicas que se llevaron a cabo en las principales ciudades de Estados Unidos el primero de mayo y en las semanas previas. Para ellos es un gran triunfo que los líderes de los migrantes en la Unión Americana hayan sacado a uno o dos millones de manifestantes a las calles.
Pero ¿cuánto se ha logrado en el campo de batalla que realmente cuenta: en el Senado, en la Cámara de Representantes y en la Casa Blanca? Absolutamente nada. No hay enchilada ni completa ni incompleta. Los migrantes están perdiendo todas las batallas importantes.
El presidente Bush ha anunciado la decisión de mandar a seis mil miembros de la Guardia Nacional a vigilar el límite con México en tanto se recluta y entrena a otros tantos miembros de la Patrulla Fronteriza. El Senado ha reducido el número de mexicanos que podrían ingresar a un programa de trabajadores temporales a sólo 200 mil de los 350 mil que se habían considerado originalmente. También ha aprobado la construcción de 600 kilómetros de nuevos muros en la frontera y ha rechazado una enmienda, promovida por la senadora californiana Diane Feinstein, que habría permitido la legalización de la mayoría de los 11 millones de mexicanos que se encuentran indocumentados en Estados Unidos.
La idea de que el Senado promovería una legislación liberal, inspirada en las propuestas de los senadores Edward Kennedy y John McCain, ha caído por tierra. Cada vez hay más indicaciones de que la conferencia entre el Senado y la Cámara de Representantes que buscará acuerdos entre ambas Cámaras apoyará la legislación más dura impulsada por el representante James Sensenbrenner.
El presidente Fox, lejos de ayudar con su cabildeo en Estados Unidos, hace más difícil que se avance en el proyecto de abrir la frontera. El resultado de esta torpe intervención en una reforma migratoria que sólo compete definir a los estadounidenses será el mismo que tendríamos si el presidente Bush viniera a México a cabildear la apertura de la industria petrolera.
Siempre podremos criticar a los estadounidenses de reaccionar como mexicanos, pero en estos temas las actitudes de ellos, al igual que las nuestras, son emocionales y no racionales. Ningún argumento es válido: lo único que cuenta es el sentimiento.
MENTIROSOS
El Tribunal Electoral ordenó a Madrazo retirar la frase “Mentir es un hábito para ti” de un anuncio contra López Obrador. También prohibió los anuncios del PAN en que se acusa al perredista de mentir. Todos estos anuncios ya están fuera del aire. Pero lo curioso del caso es que el anuncio más fuerte que la alianza Por el Bien de Todos tiene hoy al aire es el que acusa a Felipe Calderón precisamente de mentir. ¿Tendrá que retirarlo Andrés Manuel?
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