Diariamente convivo con jóvenes universitarios dentro del salón de clases, gracias a que tengo la oportunidad de ser académico. Muchos de ellos cursan su último semestre de la licenciatura y les provoca temor el panorama que les espera al salir de la escuela. No dudan de su capacidad, pero saben que las oportunidades de empleo son pocas.
Estos muchachos que –en su mayoría- crecieron jugando Nintendo y son hijos directos de la cultura MTV, por primera vez elegirán un presidente de la República. El próximo dos de julio acudirán a las urnas para votar por el gobernante que dirigirá los destinos de este país.
Ellos poco saben del poder mediático ejercido en la década de los ochenta por personajes como Jacobo Zabludovsky o Raúl Velasco, tal vez su referencia inmediata se la deban a las canciones de Molotov. Para estos jóvenes es normal que los medios de comunicación critiquen la figura presidencial, sin embargo, les preocupa que en ocasiones la burla rebase los límites del buen gusto.
Testigos mudos de la elección del año 2000, estos próximos profesionistas se dicen decepcionados de la clase política. Reconocen que no leen periódicos y su fuente de información es la televisión, pero sus argumentos tienen como sustento la realidad que viven todos los días, al ver cómo sus padres deben “estirar” el dinero para poderlos proveer de alimento, ropa y estudio.
Al formular la pregunta de cómo ven el panorama para las elecciones, las respuestas dadas por los alumnos son muchas, pero todos coinciden en que quieren escuchar propuestas. Y es que a pesar de ser un sector olvidado por la clase política, los jóvenes tienen mucho que aportar a la democracia del país. Para muestra el siguiente dato: los jóvenes adultos de entre 18 y 35 años de edad, representan el 44 por ciento de un padrón de 70 millones de electores, el equivalente de casi 31 millones de votantes, de ahí que los candidatos deban voltear hacia ellos. Sin embargo, este sector no es fácil de convencer, para ellos la honestidad de “tirar netas” es un valor incalculable que por desgracia los políticos no conocen.
Los universitarios piden propuestas, a pesar de ser una generación audiovisual que tiene en el Internet una herramienta proveedora de conocimiento y de relaciones interpersonales, gracias al chat, estos jóvenes ya no creen en las campañas ostentosas y en la imagen prefabricada.
Será tan determinante la participación de este sector que grupos de rock mexicano encabezarán una campaña de promoción al voto. Los jóvenes ahí están y los candidatos parecen no verlos, ¿qué hará Roberto Madrazo, Felipe Calderón Hinojosa y Andrés Manuel López Obrador para convencerlos?, no lo sé, lo único cierto es que hasta hoy los candidatos son ajenos a un sector que bien puede decidir la elección.
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