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La importancia de la lectura/Historias del absurdo

Luis Guillermo Hernández Aranda

El Primer Encuentro de Periodismo, Literatura y Diseño, organizado por El Siglo de Torreón y el Grupo Radio Estéreo Mayrán resultó un éxito. Por espacio de tres días jóvenes universitarios de la localidad tuvieron la oportunidad de convivir con profesionales de los medios de comunicación y escritores con una larga trayectoria como lo son Jorge Zepeda Patterson, Lydia Cacho, Guillermo Fadanelli, entre otros.

Sin embargo, un detalle llamó la atención de los conferenciantes: el poco acercamiento a la lectura que existe por parte de los jóvenes estudiantes.

Al platicar con algunos asistentes, no fueron pocos los que manifestaron su “aburrimiento” porque en las ponencias se hizo hincapié en la necesidad de leer.

A pesar de ser universitarios, fueron escasos los jóvenes que llegaron al recinto con algún libro bajo el brazo. Por desgracia para muchos de ellos sus referencias literarias se remiten a J. J. Benítez y Carlos Cuauhtémoc Sánchez, textos que no tuvo empacho Guillermo Fadanelli en prohibir.

El leer libros en México es una práctica inexistente, según datos de la UNESCO se calcula que únicamente el dos por ciento de la población en el país tiene el hábito de la lectura. En contraparte Japón tiene el primer lugar mundial con 91 por ciento de la población que ha desarrollado el hábito de la lectura. En segundo lugar está Alemania con un 67 por ciento, seguido muy de cerca por Estados Unidos con un 65 por ciento.

Para la mayoría de la población el leer es un acto aburrido y tedioso, nada más alejado de la realidad. Este falso prejuicio tiene como consecuencia que personas de todas las edades encuentren en la televisión su principal fuente de información.

En lo personal, siempre he creído que el sistema educativo tiene mucho de culpa de este poco amor a los libros. Cómo es posible que a jóvenes de 15 0 16 años, se les obligue a leer las tragedias griegas, textos fuera de su realidad y de su forma de vida. Tal vez si a esa edad la tarea escolar fuera leer La Tumba de José Agustín, novela que escribió a los 16 años, sería mucho más sencilla la identificación con las aventuras de Gabriel, personaje principal de la historia. De esta forma dicha empatía produciría de manera inmediata un enorme placer por la lectura.

Debo reconocer que el sólo responsabilizar a las escuelas de los bajos niveles de lectura, sería injusto, ya que el entorno familiar juega un papel preponderante, pues enseñar a leer es la asignatura que los padres deben transmitir a sus hijos, teniendo en cuenta siempre su carácter y motivación. En definitiva el reto es estimular el gusto por la lectura.

En lo personal tuve dos profesores que influyeron de manera determinante en mi vida para acercarme a la literatura. Sin temor a equivocarme, Antonio Álvarez y Luis Azpe Pico, por generaciones se han dedicado a “producir” lectores. Ambos maestros de la secundaria son los culpables de que un (buen) porcentaje de mis quincenas se destine a la compra de libros.

Es urgente que las autoridades educativas, pero sobre todo las familias, tomen conciencia de la importancia que radica en el hábito de la lectura, sobre todo en un mundo globalizado cuyo nivel de exigencia es cada vez mayor.

Finalmente la lectura es libertad, cultura y entretenimiento sin igual. Proporciona a quien la practica un crecimiento personal como ninguna otra actividad. Si se aprende a hacer de la lectura la mejor compañera, ésta nunca se apartará de nuestro lado.

lharanda@elsiglodetorreón.com.mx

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