Es cierto que estamos viviendo horas cruciales para México y creo que ahora más que nunca los únicos caminos de entendimiento se fundamentan en la ley y la paz.
Nadie en su sano juicio podría apostarle a la violencia, la desestabilización o la ingobernabilidad; en primer lugar, porque en todo caso esta situación se revertiría en contra de quien la originara y en segundo término porque un escenario así sólo podría conducir a posponer la marcha del país por lo menos una década.
Si ya de por sí México tiene serios problemas en su desarrollo, con déficit en inversiones, empleo y educación, con mayor razón es fundamental mantener la unidad y seguir juntos hacia delante con acuerdos básicos.
De entrada, hay que respaldar a nuestras instituciones ?que no son muchas ni son todas tan sólidas?, especialmente las que se inscriben en el ámbito electoral.
Por eso es plausible que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación haya sesionado y emitido un dictamen inicial, más allá de las presiones que a través de variados mecanismos, bulliciosos o solemnes, ejercen las diferentes fuerzas políticas.
Ya tenemos a la vista un primer resolutivo que implica la revisión de más de once mil paquetes electorales, que tendrán que abrirse para proceder a un nuevo conteo de votos. Después de que se realice esa labor en 149 distritos distribuidos en 26 estados de la República, a más tardar mañana lunes 14 sabremos si los votos dentro de las urnas correspondían a la información de las actas que en su momento suscribieron tanto los ciudadanos que fungieron como funcionarios de casilla como los representantes de los partidos políticos.
Y ante esta situación parece que se presentan esencialmente dos posibles escenarios:
Uno, que efectivamente haya correspondencia entre las actas y el contenido de los paquetes, quizá con algunos pequeños errores aritméticos, pero que no se alteren las tendencias. El otro, que se descubran irregularidades graves, lo cual implicaría un dictamen con recomendaciones del propio Tribunal que pudieran derivar en la apertura de nuevos paquetes para ampliar la muestra y corroborar el verdadero sentido de la elección presidencial del dos de julio.
Además, una vez cubierta la parte cuantitativa tendrán que abordarse a fondo y concienzudamente las impugnaciones de orden cualitativo o abstracto, como le llaman; es decir, factores que gravitaron en torno a las elecciones, sobre todo en etapas previas y que pudieron haber teñido a los comicios con el color de la inequidad.
En todo caso, tendrán que despejarse las dudas provenientes de las demandas de revisión que las organizaciones políticas hayan fundamentado sobre la base en la normatividad que rige los procesos electorales, antes, durante y después de la elección.
Así que esperemos y atendamos con sumo interés, pero sobre todo con responsabilidad social y madurez política, lo que determinen las autoridades de este Tribunal. Y acatemos su decisión que, siendo honesta y procedente, deberá estar por encima de las preferencias electorales de cada quien.
Hasta ahora vamos bien, la legalidad avanza.
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