La enfermedad se puede controlar e incluso evitar la recurrencia de crisis, tanto con medidas higiénico-dietéticas como con tratamiento farmacológico.
MÉXICO, D.F.- La idea de que la migraña es una enfermedad que sólo afecta los adultos es falsa, afirma la neuropediatra Teresa Hernández López, quien señala que este mal comienza su ataque devastador incluso en niños y que su mayor impacto se da en la pubertad, entre jóvenes de diez a 14 años.
Este padecimiento se convierte en una tortura para sus víctimas, ya que provoca dolores de cabeza intensos, de tipo pulsátil, unilateral y en ocasiones están acompañados de trastornos en la visión, mareos y vómitos, todas estas molestias
se agudizan con el ruido y la luz.
Llegan a ser tan graves que dejan inactivo al niño o joven, afirma la neuropediatra especialista del hospital Gabriel Mancera del Instituto Mexicano del Seguro Social. El asunto tiene gran impacto social pues la tercera parte de los casos de dolores de cabeza se deben a migraña.
Se cree que el porcentaje es mucho mayor, porque generalmente se diagnostican y tratan como cefalea crónica o como un síntoma de parasitosis, anemia, trastornos en la alimentación, problemas de personalidad, déficit de atención o hiperquinesia, explica la doctora Hernández López.
Hay que acudir al médico de inmediato cuando los niños presenten alguna de las siguientes manifestaciones:
* Se queje de dolores de cabeza recurrentes o tendencia repentina a aislarse, a encerrarse en su cuarto, no querer jugar o dejar de hacerlo.
* Se toquen la cabeza y sientan náuseas.
* Si los adolescentes se quejan de dolor a la mitad de la cabeza en la parte frontal.
* Si les molesta la luz, el ruido y ven borroso. Hay que descartar si se trata de migraña u otras enfermedades más graves, como tumores cerebrales, alteraciones en el flujo del líquido cefalorraquídeo y malformaciones intracraneales.
Todo mundo debe tener en la cabeza, afirma la especialista, que la migraña se puede controlar e incluso evitar la recurrencia de crisis, tanto con medidas higiénico-dietéticas y tratamiento farmacológico, como con modificaciones en el ambiente familiar, evitando el estrés y ayudando al niño a manejar su angustia o ansiedad.
