Con relación a lo que ha pasado en la frontera donde a consecuencia de un disparo de arma de fuego que hirió a un joven que junto a su hermano y otros dos habían cruzado hacia territorio estadounidense, encontrándose con la Border Patrol cuya labor consiste en vigilar de aquel lado de la línea, me parece que debemos agradecer que no haya sucesos de esta índole en más ocasiones.
Son muchos los roces en que no pocas veces los policías han recibido los proyectiles que arrojan nuestros connacionales para impedir ser detenidos. En esta vez, de lo poco que se sabe, el patrullero respondió con un disparo a ¡menos de cinco metros de distancia! Todo parece ser, estoy conjeturando, que la lluvia de pedradas desató la furia del policía que no midió las consecuencias y enceguecido por la rabia, usó una arma de fuego, no para asustar, sino para hacer el mayor daño posible impactando la espalda del joven con una bala expansiva ¿qué pasó con las de goma? Es posible, es una suposición, que el patrullero no tuviera la preparación mental que requiere el traer consigo un rifle, una pistola o una metralleta.
Lo aconsejable era que el patrullero disparara por encima de la cabeza de los jóvenes migrantes o si se quiere a los pies, ¡pero no apuntando al cuerpo! Para esto se requiere que el policía tuviera la serenidad que conserva el que sabe lo que debe hacerse en casos semejantes. A cualquiera se le sube el enardecimiento a la cabeza provocando una pérdida del límite hasta donde debe llegar su cometido si se ve agredido por quienes están fuera de la Ley violando una restricción para entrar en un territorio ajeno. A cualquiera, menos al que ha aceptado una misión en que hay armas y vidas de por medio. A menos que ésas hubieran sido las órdenes que recibiera de sus superiores, la de balear a ilegales. Lo que de ser así no se sabrá jamás. Pero los esfuerzos que realizan las autoridades de aquel lado, levantando muros y reforzando con más elementos la vigilancia, nos puede dar una idea de que, están perdiendo los estribos si es que no enloqueciendo.
Agreguemos los actos terroristas de aquel fatídico once de septiembre y daremos paso a una psicosis que muy bien pudo influir en el resultado de un enfrentamiento entre migrantes y policías. No obstante nada justifica que se pierda la vida de un ser humano. Los jóvenes parecen estar llegando a extremos que van más allá de simplemente pretender cruzar la frontera procediendo con dureza ante el cumplimiento del deber de los policías que están para cuidar que nadie ingrese en su país, si no lo hace con los permisos requeridos. No estoy enterado si los métodos de detención hayan cambiado, esto es, que una persona que sea apresada lo más que le pueda pasar es que sea devuelto a nuestro país expulsándolo sin otra sanción, dado que se trata de una pena administrativa. Aunque hay la posibilidad que en el futuro se vuelva punitiva. No siendo así por el momento no le veo el problema a entregarse a los cuerpos de Seguridad fronterizos. De no ser así, esto siembra una duda.
Se trataría sólo de jóvenes que pretendían ingresar en busca de trabajo o eran guiados por los llamados “polleros” que son mafias dedicadas por una suma de dinero, depende qué tan adentro quieran llegar, que se ha sabido por el relato de sus víctimas que han logrado sobrevivir, las dejan abandonadas a su suerte en medio de la nada en un clima hostil donde la falta de agua y el sol se ponen de acuerdo para deshidratar a los que pagaron por arribar a lo que ellos consideran la tierra prometida.
No se sabe, bien a bien, si son “polleros” irresponsables o hacen un oficio al servicio de un patrón, que algunos piensan que podía ser el propio Gobierno estadounidense, con el pretenso afán de poner una barrera de muerte, persuadiendo a quienes buscan el formar parte del “sueño americano”. Debe pensarse que la agresión no la efectúan quienes carecen de documentos y son sorprendidos entrando a una casa ajena, de lo que dice la experiencia son los que se dedican al tráfico de seres humanos que saben serán castigados severamente, con encarcelamiento al tiempo que son fichados, de ser aprehendidos. En fin, leí una nota en que la Comisión encargada de los Derechos Humanos dice que estará atenta a que no quede impune el crimen. Les recomendaría que no se quiebren la cabeza. El patrullero sólo jaló el gatillo, los verdaderos culpables son los que han consentido que nuestro país esté hundido en la peor crisis económica de su historia...