A cuatro días de que se lleven a cabo las elecciones lo que menos necesitaba el país era un nuevo escándalo político. La información dada a conocer por Carmen Aristegui en su noticiero el pasado lunes, vuelve a prender los “focos rojos” en un proceso electoral donde las descalificaciones han sido el pan nuestro de cada día.
Por medio de un correo electrónico la conductora de radio recibió el nombre de usuario y una contraseña para entrar a una página de Internet restringida, la cual contenía información sobre la campaña de Acción Nacional. El nombre del usuario era “Hildebrando 117”, empresa propiedad del cuñado de Calderón Hinojosa.
Aunque rápidamente René Miranda, jefe de Informática del IFE, dijo que el padrón electoral estaba seguro, la semilla de la duda vuelve a apoderarse de los ciudadanos.
Este nuevo escándalo, viene a sumarse a los videos de René Bejarano, a los spots publicitarios donde se relaciona a Andrés Manuel López Obrador con Hugo Chávez, a los mensajes del Centro Coordinador Empresarial donde se asegura que es un peligro cambiar el rumbo de México. Y por supuesto, no podemos dejar a un lado los contratos millonarios de Diego Zavala, las propiedades en Miami de Roberto Madrazo, la inexplicable riqueza de Arturo Montiel, así como los gastos de precampaña de Santiago Creel.
Por más de dos años los mexicanos hemos sido testigos de una guerra sucia donde los principales partidos han participado con singular alegría, lanzando descalificaciones y sacando a la luz pública los trapitos sucios del enemigo político.
Estas acciones sólo han generado en la población hartazgo. Son muchas las personas, sobre todo jóvenes, que anhelan la llegada del tres de julio para acabar con una contienda que sólo polarizó la vida política del país y poco aportó propuestas.
Temas como el respeto a los Derechos Humanos, un proyecto integral de educación, así como un programa de apoyo a la cultura, simplemente fueron ignorados por los tres principales candidatos a la Presidencia de la República.
Prueba de esto fue que en mayo la Asociación Periodística de Información Alternativa publicó los nombres de artistas, escritores, músicos y cineastas, quienes hacían un llamado para que la cultura formara parte de la agenda política y los ataques a los adversarios, se convirtieran en ideas y propuestas. Por desgracia el llamado fue ignorado.
A punto de finalizar las campañas, los ataques en spots publicitarios y vía e-mail han aumentado. Este clima político en poco ayuda para que las personas acudan a las urnas. Sin embargo, a pesar del hartazgo la ciudadanía debe cumplir con su deber cívico y salir a votar el próximo domingo.
Más allá de las simpatías partidistas el verdadero rival a vencer es el abstencionismo. La participación de los jóvenes en estas elecciones presidenciales debe ser entusiasta, de acuerdo a cifras del IFE, más de 30 millones de jóvenes entre 18 y 34 años de edad podrían votar, lo que equivale a un 45 por ciento del electorado.
La carrera presidencial hacia 2006 inició hace mucho tiempo, el hartazgo es justificado, pero lo que no se vale, es no salir a votar. Tampoco creer que al acudir a la urna ya se cumplió con un deber cívico, los nuevos tiempos obligan a que las sociedades sean más participativas y vigilantes del desempeño de la clase política. Por lo anterior hay que sufragar, pero también demandar al nuevo presidente de la República que cumpla sus promesas.
El domingo termina, tal vez, la elección presidencial de mayor confrontación en la historia de México, sin importar quién gane, es necesario que el lunes tres de julio le demos la vuelta a la página y nos concentremos en ir a trabajar, dejando a un lado el encono y creando las condiciones necesarias para avanzar como país.
