“La mayor parte de la gente deja ir la
oportunidad porque parece requerir
mucho trabajo”. Thomas A. Edison
Bernardo de la Garza pudo haber sido la gran revelación de esta temporada política. En un tiempo realmente breve dejó de ser un perfecto desconocido para convertirse en una opción electoral para millones de mexicanos insatisfechos con los candidatos y con los partidos políticos tradicionales.
Había en él una frescura y un idealismo que contrastaban con el cinismo de los políticos de siempre. Pronto alcanzó De la Garza una intención de voto de nueve por ciento en las encuestas, sorprendente porque aun entonces la mayor parte del electorado simplemente no lo conocía. De hecho, logró que millones de mexicanos simplemente olvidaran el desprestigio en que había caído el Partido Verde.
La historia, sin embargo, era demasiado buena para que prosperara en la partidocracia mexicana.
Como se preveía desde un principio, a Bernardo lo sacrificó su propio partido en aras de una alianza con el PRI y con el fin de preservar sus curules y prerrogativas. En México la política es un negocio en que los partidos tienen patente de corso.
Y así lo tuvo que entender el joven candidato que con dignidad, y argumentando siempre la necesidad de promover un programa de Gobierno antes que a un candidato, se hizo a un lado para permitir la alianza del Partido Verde con el PRI. Lo peor de todo es que este sacrificio no ha servido de nada. Si bien las encuestas no son concluyentes, hay razones para pensar que la alianza no ha sumado votos para nadie.
El candidato del PRI, Roberto Madrazo, no ha superado el tercer lugar en las encuestas. El nueve por ciento que tenía De la Garza no parece haberse trasladado a Madrazo. Pero en realidad era muy difícil que lo hiciera. Bernardo tenía respaldo por su juventud y su frescura. No podía endosarlo a un candidato que representaba exactamente lo contrario.
Ni siquiera los anuncios que protagonizó en respaldo de Madrazo podían lograr ese milagro. Más que apoyar al priista, afectaron la imagen del joven verde. Madrazo es el candidato presidencial con mayor voto negativo. Ningún otro candidato genera tanta animadversión. Ninguno tiene a tantos que dicen que nunca votarían por él. En este sentido es radicalmente distinto a Bernardo que empezaba su carrera libre de negativos. Madrazo puede quejarse.
La leyenda negra se la montó el PRD después de la elección de Tabasco en 1994 y nunca ha logrado liberarse de ella. Él no tuvo nada que ver, por otra parte, con el enriquecimiento de Arturo Montiel ni con las torpes maniobras judiciales de Mario Marín. ¿Es injusto que pague por sus pecados? Sin duda.
Pero nadie dijo nunca que la política es justa. Ninguno de los partidos pequeños parece haber aportado nada a los grandes en las alianzas. Si Madrazo no sumó los votos del Partido Verde, Andrés Manuel López Obrador tampoco se ha beneficiado del respaldo del Partido del Trabajo y de Convergencia.
Los electores se inclinan por determinados candidatos pero no alcanzan siquiera a distinguir entre las alianzas. Saben quiénes son López Obrador, Calderón y Madrazo, pero no distinguen entre la Alianza por México y la Alianza por el Bien de Todos. Bernardo de la Garza no podía ganar la elección presidencial de 2006.
Sin embargo, de haber continuado su andadura en solitario, habría podido convertir al Partido Verde en una verdadera opción política en un país que busca desesperadamente una fuera de la partidocracia.
Habría tenido realmente la posibilidad de influir sobre la agenda legislativa y de convertirse en un posible candidato triunfador en 2012.
Pero hoy todo el castillo de naipes se desmorona. De la Garza no aguantó ni dos meses en la alianza con el PRI. Se unió a un esfuerzo desorganizado, desunido y desmoralizado. Su Partido Verde, lejos de consolidarse como una organización independiente, se convierte cada vez más en un simple apéndice acomodaticio y oportunista del PRI.
Es verdad que conseguirá sobrevivir y seguirá recibiendo dinero de los contribuyentes, pero ha perdido otra oportunidad de adquirir una personalidad propia. ¿Podrá Bernardo sobrevivir al desastre político de los últimos dos meses? Es difícil saberlo.
Él tiene un encanto especial: una forma de mirar directamente a los ojos y de decir lo que piensa que ha perdido la enorme mayoría de los políticos tradicionales.
Pero este capital enorme ha sido dilapidado en la alianza con el PRI. ¿Lo olvidará el elector mexicano? Quizá después de algunos años. Por lo pronto es triste constatar que el candidato que hace dos meses pareció representar la gran sorpresa de una decepcionante caballada, hoy ha perdido su gran oportunidad. Pudo más el gran negocio de la política mexicana.
MENSAJE DEL SENADO
El coscorrón se sigue revirtiendo. Mario Marín no puede ser objeto de un juicio político porque controla el congreso estatal de Puebla. Pero el Senado de la República, al solicitar a la Suprema Corte de Justicia que investigue al mandatario, le ha mandado la señal que de cualquier manera no está seguro en su cargo. Quizá lo más significativo es que hasta los senadores del PRI votaron a favor de pedir la investigación.
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