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La otra campaña/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“De todas las clases de hombres, la más perniciosa es la de los forjadores de

utopías, cuando tienen en sus manos el

poder, y la más ridícula, cuando no lo tienen”.

David Hume

El subcomandante Marcos -o delegado Zero como hoy quiere que se le llame- fue un pésimo revolucionario. Su único éxito militar fue haber matado a un puñado de paupérrimos policías municipales a los que tomó por sorpresa. El Ejército Mexicano lo derrotó en apenas diez días. Sólo la tregua unilateral establecida por el odiado Carlos Salinas de Gortari le impidió sufrir una derrota más dolorosa y sangrienta. Cuando un año después el presidente Ernesto Zedillo ordenó un nuevo despliegue del Ejército, especialmente para dejar libres las zonas fronterizas y otras consideradas estratégicas, el EZLN tampoco pudo oponer resistencia.

Sin embargo, el subcomandante Marcos ha sabido mantener el mito y, por ende, la atención de los medios de comunicación durante ya 12 años. Los idealistas europeos que no aceptarían verse involucrados en los homicidios indiscriminados o secuestros de las FARC colombianas o el Sendero Luminoso peruano respaldan con gusto al EZLN que ha sido una guerrilla de papel y de Internet.

El subcomandante se ha convertido en un personaje romántico aparentemente empeñado en una cruzada imposible por transformar la vida de los más pobres en las sierras de Chiapas. Ni siquiera cuando quedó en claro que los cartuchos de las carilleras que siempre ha usado no podían ser parque para su metralleta se perdió el encanto. Marcos ha demostrado conocer el moderno dogma publicitario de que la imagen vende más que la razón.

No hay aparición pública del subcomandante que no genere una intensa cobertura informativa. Su “otra campaña”, iniciada este pasado fin de semana, no ha sido la excepción. Aprovechando la pausa informativa de principios de año, Marcos ha logrado una vez más acaparar las primeras planas de los diarios y las notas principales de los noticiarios de radio y televisión. El circo ha empezado nuevamente y el subcomandante ha demostrado una vez más que sabe lo que los grandes públicos necesitan ver, escuchar y leer.

Independientemente de la actitud que pueda uno tener hacia las posiciones del subcomandante Marcos, casi todo el país ha aplaudido la decisión del subcomandante Marcos de abandonar la “lucha armada”. Poco importa que esta renuncia a la violencia sea retórica: el EZLN no ha disparado un solo tiro desde el nueve de enero de 1994.

Nadie ha cuestionado públicamente la decisión del subcomandante de dejar las armas. El obispo de San Cristóbal de Las Casas, Felipe Arizmendi, ha declarado que la objeción de la Iglesia Católica al subcomandante ha tenido que ver siempre con el método de la violencia y no con el objetivo de mejorar la situación de los indígenas. El subcomandante ha logrado, de hecho, lo que parecía imposible al unificar las declaraciones del vocero del PRD Gerardo Fernández Noroña, de los legisladores de la Cocopa, de la coordinadora de asuntos indígenas de la Presidencia de la República Xóchitl Gálvez y del vocero de Los Pinos Rubén Aguilar.

Cuando se estudia el fondo de la “otra campaña”, dos temas sobresalen en medio de la retórica. Uno es el rechazo de toda la política y de los políticos, entre ellos los del PRD que tanto han respaldado al EZLN. Otro es el cuestionamiento de las “posiciones neoliberales”, entre las cuales Marcos ha incluido las medidas propuestas por el Pacto de Chapultepec impulsado por Carlos Slim y el Consejo Coordinador Empresarial y firmado por un gran número de organizaciones civiles y políticas así como por los candidatos presidenciales del PAN y del PRI.

Es interesante que Marcos no ha hecho mención en esta nueva etapa de las causas que antes distinguían a su movimiento. No ha reiterado, por ejemplo, su rechazo al libre comercio ni ha retomado la defensa de los usos y costumbres de las comunidades indígenas. Quizá se da cuenta de que con estas propuestas no podía llegar demasiado lejos en una lucha política.

Yo también aplaudo, por supuesto, el que el subcomandante haya renunciado públicamente a la violencia. Pero no deja de molestarme que nadie en los medios de comunicación o en la política quiera recordar los nombres de los policías asesinados en los primeros días de enero de 1994. ¿No eran acaso tan indígenas como los demás?

En cuanto a las propuestas políticas y económicas de Marcos, sigo pensando que son una mezcla de idealismo ingenuo y marxismo trasnochado. No son los usos y costumbres, el aislamiento internacional y el colectivismo lo que sacará adelante a nuestro país y a las comunidades indígenas. La clave para acabar con la pobreza está en la aplicación equitativa de la Ley, la competitividad y el respeto a los derechos individuales. Pero esto es algo que el subcomandante nunca aceptará.

LA MOTO DEL SUB

El subcomandante Marcos ha cambiado su caballo por una moto. Me parece cuando menos un gesto de modernización. Pero me pregunto si, cuando llegue el enmascarado motorizado a la Ciudad de México, las autoridades capitalinas le impedirán transitar por las vías primarias como han hecho con otros motociclistas. Espero que no mantengan el principio de que, según los usos y costumbres de la ciudad, la Ley es para todos menos para los políticos poderosos.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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