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La política y la alimentación nacional

Luis Maeda Villalobos

Como varios pueblos del mundo, México es uno que no es a la fecha, autosuficiente en la producción de alimentos y también en el orden industrial. Ello obliga a la importación de granos, leche en polvo, carne de pollo o vacuno, comidas enlatadas, forrajes, productos farmacéuticos maquilables, harinas, entre otros. De los granos se pueden mencionar al maíz, frijol, trigo, entre otros como la avena, el mijo y algunos más, que son tratados por clonación o transgénicos. A esto se agregan frutas, verduras y hortalizas y algunos productos del mar, tanto frescos como enlatados y todo ello significa una fuga enorme de divisas que va al extranjero.

El proceso de globalización y los tratados de libre comercio, son factores que obligan al intercambio comercial, con desventaja nacional, tanto por la insuficiencia productiva, como por la explotación inicua de los recursos naturales y las políticas erráticas, sin sentido cívico y ajenas a la ciencia y a las tecnologías nacionales, que deben ser las directrices de una economía sana.

Es cierto que el bienestar y la salud del pueblo, es de orden prioritario, por lo que se debe enfocar todo el mecanismo alimentario, en beneficio de los mexicanos, en base a sus requerimientos calóricos (proteínas, hidratos de carbono, grasas y vitamínicos) y en el aspecto de salud, vacunas, antibióticos y otros medicamentos de la terapéutica médica.

Hablando con sinceridad ante una realidad patética, no existe una legación pública específica del control de calidad de los alimentos y drogas del tipo de la Federal Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, en tal forma que ningún producto alimentario o droga que se expenda al público, sea permitido sin la aprobación y el registro de esa dependencia.

Basta analizar algunos casos importantes, como la importación de frijol transgénico que no se conoce a la fecha, por no existir estudios al respecto, sobre los efectos en el humano por su consumo. Otro caso es el del maíz, que por falta de control de calidad, viene contaminado por hongos del tipo del Aspergillus flavus, que produce aflatoxinas que son cancerígenas para el hígado y en fin, no conocemos el estado de otros granos y cereales que vienen del extranjero, que pueden afectar la salud de los nacionales.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por su parte, ha hecho estudios interesantes sobre la obesidad, por el consumo sin control de alimentos chatarra que se vende en gran cuantía, ricos en harinas, azúcares, colorantes y conservadores, con alto contenido de carbohidratos, que el organismo convierte en grasas con aumento de peso, cosa inconveniente, porque la gordura trae consigo efectos sobre la salud: hipertensión, diabetes, fallas en la circulación y en la capacidad respiratoria, fatiga, torpeza y propensión a los infartos. Todo ello con la que estos productos no tienen registro en la Secretaría de Salud y sí una duplicación de contenido vitamínico que se desconoce, y sirve de gancho para su venta y promoción. Otros productos sin control, poseen una leyenda que dice Hecho en México, bajo licencia y marca registrada (sin número) de Controladora de Marcas Internacionales, pero no posee ningún registro de la Secretaría de Salud, mucho menos de control de calidad.

El Consejo Ecológico de Participación Ciudadana de Torreón A.C. (ONG), propone la creación de esa dependencia de control de calidad de los alimentos, con un laboratorio de análisis bromatológico, independiente de las gestiones políticas, doctrinales o ideológicas, cuyos resultados llevarán un número de control de calidad. Esto traerá magníficos resultados en la salud y el bienestar de la ciudadanía y por supuesto, su pago irá al fondo de los impuestos en la Hacienda Pública.

Existen enfermedades tumorales, inmunológicos como la artritis, lupus eritematoso, dermatomiositis, esclerodermia, de origen viral, incluso el Alzheimer, que posiblemente sean por la ingesta de elementos como sales, metales pesados o agroquímicos, que se usan en el control de las plagas y abonos agrícolas y que contaminan los alimentos, con una gran ingerencia en la causalidad de la patología humana.

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