EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

La renuncia del Consejo/Sobreaviso

René Delgado

El problema es con los partidos políticos y sus respectivas fracciones parlamentarias, no con los consejeros electorales del Instituto Federal Electoral. Eso está claro. Sin embargo, el vicio de origen en la integración del Consejo obliga a pedir la renuncia de los integrantes del mismo y exigir a los partidos la reposición del procedimiento.

__________

Resulta increíble pero, así como los pleitos entre y dentro de los partidos políticos han vulnerado hacer de la alternancia una alternativa, el mismo problema llevó a vulnerar eso que se llama “el espíritu de la Ley” en lo relativo a la integración del Consejo del IFE y, por esa vía, se corre el peligro de reblandecer una institución que venía consolidando crecientemente el valor de la confianza que es fundamental en los procesos electorales.

Desde esa perspectiva, la actuación de los diputados -principalmente del PRI y el PAN- constituye una regresión. Por un lado, repone un debate electoral superado: el divorcio entre la legalidad y la legitimidad de las decisiones. Por otro lado, usurpa una institución creada y diseñada para la ciudadanía y no para los partidos políticos. Culturalmente también hay una regresión. Los operadores de Elba Esther Gordillo y Germán Martínez y ellos mismos retrocedieron casi diez años. Si en medio de la adversidad de 1994, un año convulso en extremo, se logró construir consensos para la nominación del primer consejo ciudadano y, en medio de la presión derivada por la inconclusa reforma electoral en 1996, se logró lo mismo, no otra cosa se podía esperar ahora. Se estaba ante la posibilidad de dar un paso hacia delante, no hacia atrás. Sin embargo, la idea que prevaleció fue retomar el control del Consejo, haciendo de él un botín partidista sin reconocer que es un patrimonio ciudadano.

__________

En el campo de la legalidad se argumenta que los diputados cumplieron cabalmente con lo estipulado en la Ley electoral y que, por consecuencia, la integración del Consejo es incuestionable. Hay quienes incluso llevan aún más lejos ese argumento. Subrayan que la elección de los consejeros se dio con el 80 por ciento de los votos de los legisladores, porcentaje que supera con mucho los dos tercios de la votación que la Ley exige. En esa lógica no hay nada qué hacer. Y, en una suerte de concesión a la evidencia legal, la legitimidad de la decisión se propone recibirla a plazos. Algunos analistas guardan su malestar y a regañadientes otorgan el beneficio de la duda a los consejeros. Hay que dejarlos trabajar para que su propio trabajo los legitime. Algunos otros analistas consideran que el desarrollo y la solidez del Instituto Electoral constituyen la mejor garantía a la actuación imparcial de los consejeros y por ello, piden apoyar al nuevo Consejo en vez de debilitarlo con la crítica. De esa forma, aunque no sin pesar, se sugiere darle vuelta de hoja al capítulo.

__________

En el campo de la legitimidad, los partidos políticos no tienen muchos argumentos con los cuales defender su decisión. Cínica y, quizá, perversamente dejaron correr el tiempo. Desde el primer día en que arrancó la Legislatura sabían de esa tarea pero perdieron el tiempo, acaso como estrategia, para tomar la decisión en las rodillas, contra la pared y de espaldas a la ciudadanía. Desde el inicio del procedimiento, los legisladores renunciaron a fortalecer el Instituto Federal Electoral por la vía de reglamentar y transparentar el procedimiento de integración de su Consejo.

Más de un operador de la maniobra tenía sed de venganza con el anterior Consejo por las sanciones impuestas al PRI y al PAN y resolvieron colmarla en la oportunidad de integrar el nuevo Consejo. Reiteradamente más de un analista señaló que, si se trataba de avanzar en la ruta de la consolidación del instituto -incluyendo en ella el valor de la transparencia-, la ocasión estaba dada. Lo conducente era lanzar una convocatoria, integrar y analizar los expedientes de los posibles candidatos al Consejo, entrevistarlos públicamente y, entonces, proceder a la votación.

Lejos de eso, los partidos convirtieron el debate público en una negociación privada: la transparencia, en un concurso de opacidad. Sin el menor pudor, los legisladores hicieron a un lado su representación popular para anteponer, en esa operación, su representación partidista y servir, así, no a la ciudadanía que supuestamente representan, sino a las siglas de su respectiva formación política.

Por incapacidad o perversión, los operadores de Elba Esther Gordillo, Germán Martínez y Pablo Gómez jugaron a barajar nombres. Manosearon sin el menor recato prestigios ajenos y generaron expectativas entre los mencionados, a sabiendas de que en más de un caso el uso y el manoseo de nombres era un simple blofeo.

__________

Sin duda en las líneas anteriores se aprecia un desajuste en la temporalidad del comentario. No es para menos, esas líneas fueron publicadas tal cual, el ocho de noviembre de 2003.

El Sobreaviso de esa fecha pidió, como ahora, la renuncia del Consejo del IFE porque era evidente que, en el vicio de origen en la integración del Consejo, se anidaba el problema político-electoral que aún hoy sacude al país. Evidentemente, las fracciones parlamentarias como los propios consejeros desatendieron la petición de reponer el procedimiento para la integración del Consejo sobre la base de un verdadero consenso entre los partidos. Hoy, la consecuencia está a la vista. Los consejeros no se legitimaron en el puesto a partir de su desempeño, el beneficio de la duda resultó en vano y la solidez del instituto no garantizó su actuación imparcial.

Hace tres años se le dio la vuelta al capítulo y con ese Consejo se fue a la elección del pasado dos de julio, hoy no se pueden cerrar los ojos de nuevo. Es evidente que el actual Consejo no podrá llevar la elección intermedia de 2009. Si de origen estaba descalificado, su desempeño terminó por vulnerarlo. Más allá de la buena o la mala fe, los errores en que incurrió ese Consejo durante el pasado proceso electoral, y el mismo día de la elección, obligan a renovarlo. El punto es que el actual Consejo está descalificado para llevar la próxima elección federal.

__________

Plantear ahora la salida del actual Consejo deriva de varias cuestiones. Uno, la selección de seis de los siete magistrados del Tribunal Electoral plantea la oportunidad de renovar el Consejo del IFE. Dos, se está muy a tiempo para renovar el Consejo sin que las presiones de la elección 2009 vuelvan a influir en la selección de los nuevos consejeros. Tres, es evidente que el sistema electoral exige revisar su legislación y qué mejor que quien aplique esas reformas sea un Consejo sin mácula. Cuatro, se está ante la oportunidad de ajustar y transparentar los términos de selección de ese Consejo. Es evidente que los actuales consejeros están conscientes del problema que afrontan y que, aun cuando han pretendido justificar su actuación, a la postre, los partidos políticos -notoriamente el PRI y el PRD- pedirán su relevo. Hoy, como hace tres años, es decisión de los consejeros renunciar o no a su puesto. Pero está claro que, si no lo hacen, la Cámara de Diputados se insertará en el tortuoso camino de su remoción. Vale de nuevo pedir su renuncia.

—- Correo electrónico:

sobreaviso@latinmail.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 243295

elsiglo.mx