Líbano sufre a partir del 12 de julio pasado otro baño de sangre más dentro de la sufrida historia que ha tenido que enfrentar desde hace varias décadas el país que en otro tiempo gracias a su civilidad y progreso, fuera denominado la Suiza del Oriente Medio.
La más reciente crisis fue desatada por un ataque de Jezbolá sobre el territorio israelí. Al menos ocho soldados israelíes murieron y ese grupo terrorista apresó a dos militares con lo que Israel calificó el ataque, como acto de guerra y por ende invadió Líbano.
Este país surgió en 1943 de un pacto entre las diferentes comunidades que lo habitaban. La distribución del poder se estableció entonces con arreglo al peso demográfico de cada una de ellas. Al predominar los cristianos principalmente maronitas y griegos ortodoxos, frente a los musulmanes: suníes, shiies y drusos, la Presidencia del Estado quedó en manos de los maronitas, la jefatura del Gobierno fue para los suníes, una cartera ministerial al menos para los drusos y la Presidencia del Parlamento fue controlada por los shiies.
La proporción de parlamentarios se estableció en seis cristianos por cada cinco musulmanes. Sin embargo, a mediados de los años 70, se rompió ese frágil acuerdo, dando inicio una guerra civil no superada. Demográficamente los musulmanes, particularmente los shiies, superaron a los cristianos, exigiendo nuevos cotos de poder.
Esta pugna fue aprovechada por Siria e Israel, para convertir al país vecino en centro de operaciones armadas. Para acabar de complicar la situación la Organización para la Liberación de Palestina de Yasser Arafat consideró el Líbano como refugio tras sus conflictos en Jordania, con lo que la atención de Israel sobre el territorio libanés se extremó.
En 1976, veinte mil soldados sirios invadieron el Líbano. Beirut su capital fue dividida en dos partes: el norte, para los cristianos; el sur, para los musulmanes. La guerra provocó el exilio de miles de libaneses y la quiebra de una de las economías más florecientes de la región.
A la lucha de las diferentes facciones se unió la intervención de Israel. El seis de junio de 1982, sesenta mil soldados israelíes invadieron el país. La guerra finalizó cuando las tropas apoyadas por Siria tomaron el control del país. El conflicto causó la muerte de al menos 150 mil libaneses y una cuarta parte de la población tuvo que exiliarse.
Antes de terminar estas líneas no podemos dejar de referirnos a Jezbolá: un grupo guerrillero shii creado en 1982 como reacción a la invasión israelí y apadrinado por Irán. Combatió a los ocupantes israelíes hasta que Tel Aviv retiró a sus tropas, en 2000. Jezbolá se ha negado a entregar las armas, desafiando una resolución de la ONU, continuando su lucha contra Israel con dos objetivos declarados: la liberación de centenares de presos palestinos y libaneses y la devolución por parte de Israel del territorio conocido como las Granjas de Cheba. Su líder es Hasan Nasralá y tiene representación en el actual Gobierno libanés.