EFE
Nueva York.- Las casas que fueron escenario de crímenes famosos se han convertido en una maldición para los agentes inmobiliarios de Estados Unidos, que en numerosas ocasiones las venden por precios muy inferiores al que fija el mercado.
Este es el caso, sin ir más lejos, de la casa donde fue asesinada la niña de seis años JonBenet Ramsey, una enorme mansión de 15 habitaciones situada en Boulder (Colorado), que en una década ha tenido cuatro propietarios distintos.
Ninguna de las familias que la ha habitado parece haber podido soportar la sombra del horrible crimen cometido en 1996, por lo que la vivienda esta otra vez en venta, y por un precio de 1.7 millones de dólares cuando su valor real ronda los dos millones.
La reducción del precio de mercado -un proceso que el experto inmobiliario Randall Bell ha denominado "Crime Scene Stigma" o "Estigma del Escenario de un Crimen"-, termina por ser lo más común en este tipo de situaciones.
A veces la rebaja llega al veinticinco por ciento, dijo Bell, conocido como "Dr. Desastre", al diario "USA Today"; el ejemplo lo constituye la casa donde fue apuñalada la mujer del ex jugador de futbol americano O.J. Simpson, Nichole Brown Simpson.
La vivienda tardó más de dos años en tener un comprador, que pagó por ella 590 mil dólares, unos 200 mil por debajo de su precio.
La mayoría de los estados obligan a las compañías inmobiliarias a revelar el "oscuro" pasado de estas propiedades, pero en algunos, como Dakota del Sur, este secreto sólo debe revelarse si el crimen sucedió en los doce meses anteriores a la compra.
Según Bell, en ocasiones los compradores son "cazadores de gangas", y entre ellos son habituales los policías o, simplemente, "personas con mucho estómago a las que no les importa vivir allí".
Tampoco faltan lugares malditos que permanecen sin habitar durante décadas, como sucedió con el solar de la finca donde se situaba el apartamento del asesino en serie Jeffrey Dahmer.
Los muros del domicilio vieron a principios de los noventa como Dahmer asesinaba a 12 de sus 17 víctimas en sólo dos años; una vez derruida la construcción, el solar permanece sin edificar.
Pero también existe el efecto contrario, un fenómeno que proporciona grandes ganancias a quien se arriesga a comprar una casa donde se ha producido un crimen famoso.
La razón es que algunos de los hogares en los que murieron trágicamente celebridades han convertido en centros de peregrinación para turistas morbosos y amantes de las páginas de sucesos.
Así sucedió en el caso de la casa de Cielo Drive, en Beberly Hills, donde los seguidores de Charles Manson apuñalaron hasta la muerte a cinco personas, entre ellas la actriz Shanon Tate, mujer del director Roman Polanski, que estaba embarazada de ocho meses.
Su propietario, Rudy Altobelli, la había comprado poco antes por 86 mil dólares y tras la matanza decidió esperar más de 20 años a ponerla a la venta; gracias a su paciencia recibió 1.6 millones de dólares, 18 veces el precio por el que la compró.
En esa misma tendencia asimismo se inscribe el caso de la residencia de Gianni Versace, frente a la que el modisto italiano fue asesinado en 1997 y que se vendió tres años después por 19 millones de dólares, lo que entonces constituyó todo un récord en el condado de Miami-Dade.