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?Las implicaciones de las remesas?

SALVADOR KALIFA

Las remesas, que han ocupado titulares en nuestros medios de comunicación, se han convertido en una fuente importante de recursos no sólo para México, sino también para varios países en el mundo, por lo que ahora son tema de análisis por diferentes organizaciones internacionales. De acuerdo al cálculo más reciente del Banco Mundial (BM), las remesas registradas que envían los trabajadores migrantes a los países en desarrollo ascenderán en 2006 a 199 mil millones de dólares (mmd), seis por ciento más que en 2005. América Latina y el Caribe es la región del mundo en desarrollo con el mayor monto absoluto de remesas recibidas, estimándose que alcancen 53 mmd en 2006, pero en términos relativos es Medio Oriente y África del Norte donde alcanzan la proporción más elevada del Producto Interno Bruto.

México es el país que recibe el mayor monto nominal en dólares de remesas en el mundo, poco más del 40 por ciento de las enviadas a América Latina. Con base en los datos del Banco de México hasta septiembre y el cálculo del BM para los flujos mundiales y regionales de remesas para todo 2006, la captación de estos recursos en nuestro país durante el presente año podría ubicarse alrededor de 24 mmd, monto que supera la entrada de inversión extranjera directa al país.

Desde la década pasada, el flujo de las remesas hacia los países en desarrollo ha mostrado ser menos volátil que otras fuentes de recursos externos y a partir de 2000 presenta un incremento significativo. El cálculo del BM refleja que entre 2001 y 2006 el aumento es de 107 por ciento. Este incremento obedece a los siguientes factores: (a) un aumento de la fiscalización de esos flujos a raíz de los ataques terroristas en Estados Unidos en septiembre de 2001; (b) reducción en los costos de envío de las remesas y expansión de las redes de las instituciones que las manejan; (c) la depreciación del dólar que eleva las remesas denominadas en otras monedas; y (d) un aumento en el número de migrantes y sus ingresos.

A pesar del avance en el registro de las remesas, el BM señala que a partir de varios análisis econométricos y de las encuestas disponibles en los hogares, es posible que las remesas no registradas, enviadas a través de canales informales, puedan representar un 50 por ciento o más adicional al monto de las registradas. Esto permite hacer dos observaciones. La primera es que el crecimiento reciente de las remesas refleja principalmente un mejor registro, más que un aumento en sí de los flujos que ya existían antes de ese control. En nuestro caso, esta aseveración parece confirmarse al analizar la evolución de las remesas y el saldo negativo del renglón de errores y omisiones en la balanza de pagos, el cual ha disminuido considerablemente en paralelo con el alza de las remesas.

La segunda es que el impacto económico de las remesas tiende a ser sobrestimado porque que muchas ellas no son flujos adicionales sino transferencias que ya se hacían antes pero que no se registraban, por lo que sus efectos económicos siguen siendo para todo fin práctico los mismos.

Por ello es importante evaluar el impacto de las remesas sobre el desarrollo de América Latina en general y de México en particular. Un estudio reciente del BM titulado Close to Home: The Development Impact of Remittances in Latin America, señala que el dinero enviado por los migrantes contribuye positivamente al desarrollo de la región. Las remesas están asociadas a menores niveles de pobreza y a un mayor crecimiento de las tasas de inversión, pero estos efectos varían entre los distintos países. En promedio, por cada punto porcentual de incremento de las remesas en el PIB, se reduce en 0.4 puntos porcentuales la población que vive en la pobreza.

Además de su impacto sobre la reducción de la pobreza, las remesas tienen otros efectos positivos, como el aumento en los ahorros, mejor acceso a la salud y a la educación, una mayor capacidad empresarial, así como su contribución a la estabilidad macroeconómica y a la reducción de la volatilidad y de la desigualdad económica. Pero también tienen efectos negativos, destacando las pérdidas de ingresos potenciales asociadas a la ausencia de los migrantes dentro de sus familias y comunidades, ya que las remesas no son transferencias exógenas sino un sustituto para los ingresos que pudieron haber recibido si no hubieran emigrado. De igual forma, las remesas reducen la fuerza de trabajo en los países de origen de los migrantes directa e indirectamente (por el incentivo a no trabajar de quienes reciben las remesas), tienden a apreciar el tipo de cambio real de la moneda local y, por lo mismo, reducen la competitividad del país que recibe las remesas.

Por todo lo anterior, las remesas plantean varios retos para la política económica en los países emisores de migrantes. En el caso de México, si bien las remesas tienen un impacto importante sobre la reducción de la pobreza, ya que los hogares que reciben estos flujos corresponden a los estratos de ingresos y de educación más bajos, ellas no son maná caído del cielo y, por lo mismo, no son un sustituto para la aplicación interna de políticas orientadas hacia el desarrollo. Por otro lado, la capacidad de los países para aprovechar mejor el flujo de remesas está asociada directamente con un ambiente institucional y macroeconómico favorable para un crecimiento dinámico y sostenido.

En consecuencia, las remesas sólo pueden contribuir, temporalmente, a ayudarnos a enfrentar la falta de crecimiento económico alto en México, por lo que es preciso que el Gobierno de Felipe Calderón realmente logre crear oportunidades internas de empleo en cantidad y calidad suficientes para aprovechar el potencial productivo de la población emigrante.

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