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Las laguneras opinan... |Coyunturas y desventuras en la política

Laura Orellana Trinidad

En las décadas de los setenta y los ochenta, una de las metodologías de análisis más estudiada en las universidades, en ciencias sociales, era el de coyuntura. Esta metodología, que bebía en las fuentes de Marx, Gramsci, Lenin y Mao, servía no sólo para analizar la realidad, sino para tomar decisiones políticas: de ahí su gran aceptación.

La izquierda mexicana la utilizaba para definir, en momentos circunstanciales, si convenía unirse a la clase media (el 68? podría ser un buen ejemplo), a los intelectuales o incluso a grupos sociales antagónicos. Debido a que Andrés Manuel López Obrador cursó la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM, precisamente en aquellos años, no dudo que la haya estudiado con detenimiento y que la hubiera aplicado en sus actividades políticas. Por ello sorprenden sus acciones y decisiones de esta semana.

Lo que se estudia en la coyuntura, es la correlación de fuerzas en un espacio de tiempo breve que se desprende de un hecho detonante. Muchas veces la forma en que se definen los grupos en las coyunturas sorprenden, puesto que en algunos momentos pueden reunir en el mismo bando a quienes normalmente son antagónicos (por ocupar un lugar jerárquicamente desigual en la estructura económica, política, cultural y hasta familiar, dado que lógicamente los intereses son distintos), o bien disparan las fuerzas que habían estado unidas, ya que la característica principal de la coyuntura es radicalizar las opiniones y prácticas de las actores ante los hechos detonantes.

López Obrador contó, como pocos políticos en México, con el apoyo de un grupo nutrido de intelectuales sumamente reconocidos. No es fácil: constituyen un conjunto difícil de atraer por su criticidad, pero también -¿por qué no decirlo?- por su afán de aparecer fuera de la cancha, del ring, como observadores omniscientes de la historia.

En octubre de 2005, anunció un consejo de asesores para su campaña política que no percibirían sueldo alguno. Lo integrarían intelectuales de la talla de Elena Poniatowska, Luis Villoro, Enrique González Pedrero, José María Pérez Gay, entre otros. Le dieron su apoyo incondicional. También lo hizo el reconocido cineasta Luis Mandoki, quien le dio el espaldarazo al candidato del PRD en la realización del documental ¿Quién es el Sr. López?, que se difundió en toda la República. Carlos Monsiváis, una de las voces más afiladas del país, acompañó el 15 de julio al candidato en la Marcha Nacional por la Democracia. En el evento leyó un texto elaborado junto a Sergio Pitol en el que se resaltaba la siguiente idea: ?No abandonemos nuestros votos en la fosa común de la resignación o la apatía. Voto por voto y casilla por casilla?.

Sin embargo, a partir de las maniobras emprendidas esta semana, específicamente los bloqueos que sus militantes realizan en varias de las calles y avenidas más transitadas de la Ciudad de México, los intelectuales comienzan a deslindarse de estas acciones y con ello a restarle fuerza a su movimiento.

Carlos Monsiváis, Rolando Cordera, Adolfo Sánchez Rebolledo y Jenaro Villami en carta a López Obrador el primero de agosto, señalan que si bien el plantón es una ?protesta justa?, ?? no puede ni debe convertirse en un agravio para la Ciudad de México al transformarse en un bloqueo de vialidades públicas y afectar a tantos. El bloqueo, no el plantón, es un hecho de insensibilidad profunda que lastima una causa que es de muchísimos. ¿Cómo se puede presionar a los poderosos con algo que en primera y última instancia perjudica a las clases populares? ¿Cuál es la lógica de estos campamentos sobre el arroyo vehicular que provocan tanta indignación??.

Denise Dresser, periodista, investigadora, quien recopiló 37 extraordinarios testimonios de mujeres en su libro Gritos y Susurros, señaló en la penúltima edición de Proceso su desencanto, antes incluso de los bloqueos: ?Al actuar como lo está haciendo AMLO, coloca a personas como yo que votamos por su causa en una posición difícil. Pide que dejemos de confiar en todo para tan sólo confiar en él. Pide que formemos parte de lo que José Woldenberg ha llamado una ?comunidad de fe? y dejemos a un lado la razón para pertenecer a ella. Pide que depositemos toda nuestra confianza en un solo hombre, cuando las democracias reales se construyen precisamente para evitar que eso ocurra (?) Pide que destacemos a la única institución política creíble que hemos logrado erigir y que nos sumemos a la cruzada para desacreditarla?.

Anteayer, un grupo numeroso de intelectuales resaltó la ejemplaridad de las elecciones y la pluralidad de partidos y candidatos que fueron elegidos el dos de julio y puntualizan: ?Hemos seguido los argumentos y pruebas presentadas en el litigio. No encontramos evidencias firmes que permitan sostener la existencia de un fraude maquinado en contra o a favor de alguno de los candidatos. En una elección que cuentan los ciudadanos puede haber errores e irregularidades, pero no fraude?. Lo firman muchas cabezas pensantes del país en los ámbitos de la política, la salud, la literatura, la historia como Larissa Lomnitz, Eliseo Alberto, Roger Bartra, Denise Dresser, Fernando Escalante Gonzalbo, Beatriz Espejo, Fátima Fernández Christlieb, Enrique Florescano, Luis González de Alba, Ángeles Mastretta, Jean Meyer, Silvia Molina, Federico Reyes Heroles, Raúl Trejo Delarbre, entre otros.

Estoy segura que si López Obrador hubiera realizado un análisis de coyuntura, de la relación de fuerzas que se estableció a partir del dos de julio, no habría determinado estas acciones que le desgastan el gran capital político del que gozaba. A veces me da la impresión de ver a ese gran barco que fue el Titanic estrellándose lentamente contra el iceberg que no previó.

lorellanatrinidad@yahoo.com.mx

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