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Las laguneras opinan.../En marzo, además de flores...

María Asunción del Río

Cuando las pláticas se nos van llenando de recuerdos y repeticiones, más que buena memoria, indican años acumulados. Y si la relación la hacemos con pausas, si no podemos hablar de corrido, si contamos lo mismo varias veces o dejamos a medias lo que queríamos decir porque la palabra que necesitábamos se nos queda en la punta de la lengua, entonces peor: irremediablemente formamos parte del pasado.

En efecto, cualquiera puede observar cómo mientras más hombres y mujeres mayores hay en una reunión, más salen a relucir las anécdotas, los “me acuerdo”, los “antes…”, los “cuando yo era joven”.

Y es que a falta de recursos (léase juventud) para experimentar lo nuevo, las personas de medio siglo o más comenzamos a darle vueltas a lo viejo, pensando que por conocido debe ser mejor. Sin embargo, cuando vamos pasando lista a los viejos tiempos, pretendiendo contrastarlos con los desfiguros actuales, nos sorprende comprobar que -exceptuando los avances tecnológicos, el PRI como única opción y el respeto a los mayores que de plano se esfumaron hace un buen rato- casi todo es lo mismo.

Tal vez esto se deba a que la humanidad no cambia en lo esencial. Si revisamos nuestros logros en cuanto al conocimiento científico adquirido, el desarrollo de las telecomunicaciones, la procuración de la salud, el dominio de la naturaleza y los recursos para vivir más confortablemente y por más tiempo, los añadimos a la experiencia que hemos acumulado a través de nuestros años de evolución y los contrastamos con nuestro crecimiento ético, el saldo que resulta es negativo.

Empleando una analogía escolar puede decirse que tenemos en nuestro cárdex humano y social muchas materias reprobadas, faltas de aplicación y de conducta, tareas incumplidas, lecciones desaprovechadas y bastantes asignaturas pendientes que nos niegan el derecho a titularnos como hombres y mujeres, en toda la extensión y el merecimiento.

Con frecuencia parece que no hemos aprendido nada. ¿Por qué un juicio tan poco condescendiente? Pues basta con hacer un recorrido superficial al mes de Marzo y situarnos en algunos eventos significativos, para comprobarlo.

Durante este mes que ya se acaba tuvo lugar el Cuarto Foro Mundial del Agua, en el cual, opiniones y cifras procedentes de todas las regiones del planeta confirman que su agotamiento paulatino y el descuido de su administración y uso, inexorablemente convertirán al agua en el centro de alguna conflagración futura cuyo objetivo será la supervivencia. ¿Y qué hacemos? Pues seguimos llenando albercas, disfrutando jacuzzis, inundando banquetas, dejando abiertas las llaves mientras lavamos cada uno de nuestros dientes o de nuestras uñas de manera individual, hasta completar todo el conjunto. ¿Aprobamos?

En marzo, Estados Unidos arremetió de nuevo contra Irak, demostrando una vez más que la indignación mundial y el rechazo de su propia gente les tiene sin cuidado; tan es así, que según se rumorea que Mr. Bush prepara ya un ataque a Irán, para generalizar de una vez el repudio y la promesa de venganza del mundo musulmán hacia todo lo que pueda asociarse al poder yanqui, incluyendo sus fronteras.

En el mismo mes de la primavera volvemos a escuchar voces extrañas, a cual más desautorizadas y majaderas, diciéndonos qué hacer y qué no, mientras nuestras autoridades, con su ya típica indolencia, toleran semejantes intromisiones en los asuntos de México. Esta actitud exasperante de debilidad ante verdaderas agresiones al poder público y a nuestra Ley se repite en forma de tolerancia irrestricta hacia líderes corruptos, bandidos probados y millonarios defraudadores que imponen su Ley amparados por la fuerza y las amenazas de paro.

El Gobierno tiembla ante los sindicatos y nos hace creer que no hay recursos para hacerles frente y resolver de raíz los problemas que se le plantean, cuando sería tan fácil encontrarlos en la Ley, si se le tomara en cuenta más a menudo.

En marzo recordamos la muerte de Luis Donaldo Colosio, promesa de la anhelada renovación priista, victimado hace doce años y convertido en héroe por dos balas que destrozaron su cráneo y abdomen. Junto al crimen de Lomas Taurinas, recordamos también la derrota de un sistema de justicia que ha sido incapaz de aclarar satisfactoriamente los hechos y hacer pagar por ellos a todos los culpables.

En marzo y tras fantásticos duelos de pitcheo dignos de mejor final, el equipo mexicano fue eliminado del campeonato mundial de beisbol; sin embargo, la derrota se celebró como triunfo, porque los nuestros lograron dejar fuera a la novena de Estados Unidos (que no tienen dónde colgar más estrellas). Chéquese el nivel de aspiraciones; o sea, que tampoco en este renglón nos graduamos.

Y claro, también en marzo la lucha por la Presidencia de México continúa a toda máquina en este país de eternas campañas, aderezadas por la intervención cotidiana de medios de comunicación y periodistas resueltos a dirigir y sancionar los pensamientos, palabras, obras y omisiones de los candidatos.

Cada día escuchamos “eslóganes” más guajiros que razonables de los hombres en conflicto (Esperanza, Poder o Pasión, respectivamente autonombrados), cuyo objetivo básico parece ser la derrota del adversario más cercano y no la búsqueda seria del bien de México y su gente. En algunos momentos, el discurso semeja al de una tienda de remates, donde cada postor ofrece más, como un trámite para llevarse la ganga. Pero hasta hoy luce vacío de propuestas: son pocas, poco definidas, contradictorias y aéreas. No estaría mal que candidatos y colaboradores revisaran con atención las ideas políticas de otro personaje preocupado por la nación mexicana, también celebrado en marzo.

El día 21, junto al equinoccio de primavera, se conmemoró el Bicentenario del Natalicio de Benito Juárez, el primer presidente indígena de México, quien supo remontar todos los escollos sociales y culturales para ganarse el puesto que ejerció legítimamente y con toda dignidad., Aunque en otros tiempos y otros sitios (como el ambiente monjil de mi infancia) el nombre de Juárez tenía que pronunciarse mientras uno se santiguaba. Hoy, sin embargo -razón y evidencias imponiéndose a cualquier escrúpulo clerical-, el legado ideológico de Juárez (él sí fue dueño y artífice de una ideología) tiene para dar y prestar a los que en este momento se ofrecen como salvadores de la patria.

Su figura y pensamiento pudieran ser el ideal político que quisiéramos para nuestro México; su existencia congruente y recatada, el modelo a seguir para cualquiera de los aspirantes a la Presidencia. Todos lo incluyen en sus discursos, todos afirman identificarse con el espíritu del zapoteca, pero hasta lo que yo puedo ver, hay notables contradicciones, también de todos, entre el discurso y la acción. Algunas “perlas” juaristas como muestra, para reflexión del lector y para enriquecimiento de la propuesta electoral:

Un sistema democrático… tiene por base esencial la observancia estricta de la Ley. Es decir, que no hay ni puede haber excepciones de ninguna especie, y ni los puestos, los privilegios o las personas pueden faltar a su deber, ignorar los principios de la Constitución o “barrenarlos”.

Complementemos la idea con otra sentencia, que seguro saca ampolla en la piel tricolor: “Republicanos de corazón, se conforman con vivir en una honrosa medianía, que aleja de ellos la tentación de meter mano en las arcas públicas, para improvisar una de esas vergonzosas fortunas, que la sociedad reprueba y que la sociedad siempre maldice”. Habrá que preguntarle a Roberto Madrazo, a su ex contendiente Montiel, al partido mismo que los cobija haciéndose de la vista gorda ante los cientos de fortunas que crecen y se reproducen ilimitadamente, qué opinan de la palabra, pero también de la existencia austera y honorable de quien la escribió.

Quisiera que se me juzgara no por mis dichos, sino por mis hechos. Mis dichos son hechos. ¿Qué tal esta frase? Pudiera confundirse con las de campaña de López Obrador, aunque hasta ahí la semejanza, pues entre los dichos y los hechos del tabasqueño, sobre todo cuando se trata del respeto a la Ley, a las personas y a las instituciones, hay una enorme distancia. Asimismo, le convendría tomar consejo de Juárez, cuando cede a la tentación de involucrar a otros en nuestros asuntos, pues: “Todo lo que México no haga por sí mismo para ser libre, no debe esperar, ni conviene que espere que otros gobiernos u otras naciones lo hagan por él”.

Una frase para Felipe Calderón, cuya debilidad puede ser el exceso de confianza en su propia persona y en la clase que representa, descuidando a las fuerzas vivas: “Como hijo del pueblo, nunca podría yo olvidar que mi único título es su voluntad, y que mi único fin debe ser siempre su mayor bien y prosperidad”.

Y para todos, por supuesto, candidatos y asesores, militantes y observadores, jóvenes y viejos, políticos o no: “Nada con la fuerza: todo con el derecho y la razón; se conseguirá la práctica de ese principio con sólo respetar el derecho ajeno” que, como sabemos, además de ser la paz, comienza con la libertad de pensar, de opinar y de discrepar.

ario@itesm.mx

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