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Las laguneras opinan.../Lecturas

Rosario Ramos Salas

Una manera de romper el aburrimiento, la frustración y la incertidumbre por los sucesos de los últimos meses, en especial la elección del dos de julio y todo lo que ha seguido, es sumergirnos en la lectura.

La lectura nos distrae de la rutina. Nos descansa, hace que los problemas se olviden; la lectura informa, permite vivir otras experiencias, conocer mundos diferentes al nuestro. La lectura nos acerca a la verdad, cualquiera que ella sea; en fin, hace que los ratos que le dedicamos sean gozosos y de provecho.

El verano es largo y los calores intensos. Si el hábito de la lectura se ha quedado con nosotros para siempre, o si encontramos tiempo para leer, en medio de las ocupaciones diarias, seguramente los textos que leamos cobrarán significados y enriquecerán de alguna manera nuestras vidas. Por lo menos harán que por un rato se nos olvide que el país navega en problemas tan delicados como la polarización de las posturas políticas, la intolerancia y el poco respeto por nuestras instituciones, o las protestas de los maestros en Oaxaca. O la guerra que se ha desatado en Oriente Medio, una más entre tantas guerras que se libran en el mundo y que ahora vemos por televisión, sin que logremos entender por qué pelean tanto.

Entonces, la lectura nos ofrecerá algo de paz. En esto, como muchas otras actividades cada persona tiene su propio gusto. Hay quienes leen sólo ficción, novelas, cuento y poesía. A otros la ficción no les interesa, prefieren los libros de no-ficción, de autosuperación, científicos, de crítica, de política o economía, de negocios, de vida práctica o lecturas encaminadas al cultivo de la espiritualidad.

Lo bueno es que hay para todos los gustos. Si lo que se prefiere es la ficción hay quien sólo lee los clásicos, otros buscan títulos recién salidos de la pluma de un escritor. Si nos gustan los clásicos, a lo mejor es momento de volver al Quijote, ese enorme libro de Cervantes, que el año pasado cumplió 400 años de haber sido escrito y todavía no deja de leerse y de provocar en sus lectores asombro y buen humor. Sigue exudando sentido común y consejos prácticos para nuestra vida diaria.

Para quienes les guste la novela van tres recomendaciones de libros recientes de prestigiados escritores y que se pueden encontrar en las librerías locales.

Travesuras de la niña mala del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicado en Alfaguara. La última novela del universal escritor nos lleva magistralmente desde Lima en el Perú, hasta los barrios parisinos, que Vargas Llosa conoce como su propia mano, pasando por Londres y sus ambientes de rancia aristocracia hasta los mórbidos personajes de Tokio, de vuelta a París y termina en la capital española, en Madrid. El personaje principal es un peruano que trabaja como traductor en la Unesco y viaja constantemente por el mundo traduciendo conferencias y seminarios. Es este personaje quien nos lleva de un lugar a otro para compartir con él las travesuras de la niña mala y los sinsabores de un amor no correspondido.

De Jordi Soler, escritor nacido en México, de origen catalán, Los rojos de ultramar, una novela interesante y bien contada sobre Arcadi, un refugiado español y su periplo tras huir de su país por el sur de Francia, en plena guerra civil, hasta llegar a México, invitado como miles de republicanos por el presidente Cárdenas. Ya en México funda, en plena selva veracruzana una comunidad de catalanes que cultivan café y viven planeando su regreso a España, sólo para matar al general Franco.

Federico Reyes Heroles, ensayista, filósofo, analista político y novelista. Esto último me sorprendió al toparme con Canon, novela escrita con una prosa bien cuidada y contada con un trasfondo musical, donde la tocata, la fuga, las variaciones y el canon, le dan color y tema a la novela. Trata sobre Julián y Mariana, una pareja de profesionistas exitosos y satisfechos con su vida, hasta que un día descubren que la monotonía, la repetición y la rutina van agotando su amor y es en una fracción de tiempo que se puede naufragar si no se tiene conciencia de cada momento que se vive.

Si hay niños en casa, será bueno recordar a los papás que pueden aprovechar las vacaciones para inducir a los niños a que lean y aprendan que la lectura puede ser divertida. Según la edad podemos ofrecerles diferentes libros o leerles en voz alta o propiciarles espacios para la lectura.

Las bibliotecas públicas de la ciudad están abiertas todos los días y cuentan con buenos acervos donde los niños encontrarán un entretenimiento más dentro del tiempo libre que las vacaciones regalan. Si logramos que adquieran el hábito de la lectura estaremos educando en el desarrollo del pensamiento que los hará mejores personas.

garzara1@prodigy.net.mx

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