Dicen algunos de los entendidos en la materia, que la hormona de la oxitocina, llamada también la hormona de la confianza, se está debilitando… No saben si se debe a una carencia propia del cuerpo humano o a la falta de estímulos exógenos, los cuales, entre otros, son responsables de disparar su producción... Pérdida lamentable, si consideramos que es la hormona responsable, entre otras de sus funciones, del que nos enamoremos o nos aquerenciemos con otra persona, para acompañarnos en el vivir y todos sus efectos secundarios que ello conlleva, como son el tener hijos y fortalecerlos, y junto a ellos a la sociedad a la que pertenecemos.
Ante una opinión de tal naturaleza, no nos queda más que pensar que junto a esta hormona otras muchas van por el mismo camino… quizá igual se están acabando, las que nos permitían sonrojarnos, tener pudor, conocer la vergüenza, respetar las reglas… valorarlas.
Esto viene al caso por que el país y por supuesto nosotros que lo conformamos, andamos perdidos, revueltos. Ya no hay anticipación, planeación, confianza… todo es inesperado, como un río revuelto que arrasa con todo lo que encuentra y lo que encuentra en este caso, es a la sociedad misma, en lo político, en lo económico en lo social y hasta en lo religioso.
En lo político, el país no tiene orden, ni instituciones sólidas que por lo menos nos den confianza de recuperarlo pronto. En aras de la democracia el desorden y la improvisación han sido la norma y lo reflejan claramente los partidos políticos, los cuales frente a las elecciones más importantes del país, en las cuales se decidirá nuestro futuro, están enfrascados no en una contienda electoral de ideas y propuestas, sino en una contienda interna desmedida dentro de cada uno de ellos.
Son muchas las causas, entre las cuales destacan, los muchos oportunistas que sin vocación de servicio, ni militancia, sino a través de complicidades, se han infiltrado en todos los partidos, buscando el provecho propio, que va desde la impunidad que les ofrece el fuero, hasta el poder por el poder mismo para su uso personal. Entre estos oportunistas, los partidos políticos están escogiendo a los hombres y mujeres que nos representarán los próximos años en el difícil arte de gobernar.
En lo económico todo se vale, pregúntele usted al “Gober precioso”, a los Montiel, a los Bribiesca, a los Bejarano y demás protagonistas de los horrores que estamos viviendo, sin olvidar a sus contrapartes, que las encontramos en la sociedad civil misma, “finas personas” de cuello blanco, que en complicidad con ellos, van en el negocio, cobrando facturas por haberles financiado sus campañas y sus pillerías.
En lo social, en la mayoría de los simples mortales, sin empleo, hay desasosiego, con una pérdida de confianza en todo y en todos, que se refleja irremediablemente en las familias y en lo que en ellas los hijos en formación escuchan. La tragedia de la mina de Pasta de Conchos, aquí en nuestro propio estado, pone de manifiesto esta desesperanza; ciento cincuenta menores se quedaron a vivir y llorar toda una vida la pérdida de su padre, pieza fundamental en su desarrollo y fortalecimiento, que igual perdieron la vida por falta de seguridad en su lugar de trabajo, como aseguran los mismos mineros.
Bien dice el muy valiente obispo Raúl Vera de Saltillo, quien muy cerca ha estado de ellos, “no se puede colapsar la mina sin conocer las causas del accidente”. Su voz apenas se escucha, no publicitan sus declaraciones por que son muy fuertes en contra de intereses muy importantes.
En esta debacle no hay quién ponga orden, no existe, tan sólo pleitos y dimes y diretes que se ventilan en los medios de comunicación sin límites; pareciera que los tres poderes están desapareciendo y su vacío está siendo ocupado por los medios informativos en cuya cabeza, como un juez supremo, está López Dóriga, quien diariamente, a toda hora, por radio, por televisión, por los medios escritos, dice qué y quién está bien y qué y quién está mal. No nos informa, al contrario, juzga y dicta sentencia, con una fuerza brutal que nos está minando.
Mucha tarea tenemos todos por delante, en defensa de lo que, si nos descuidamos, perderemos.
La mujer, tan recordada el pasado miércoles en su día, más que nadie, debe ponerse alerta; mucho hemos contribuido en la debacle por alejarnos tanto de la cueva, ya sea por necesidad o por gusto, donde se gesta lo más importante, el desarrollo de los hijos… Por cierto, la mujer también produce oxitocina cuando amamanta a los hijos. ¡Qué misteriosa es la naturaleza!