Las campañas políticas de los candidatos y sus partidos están a punto de terminar. Su contenido, de muy pocas ideas y propuestas, de muchos pleitos, descalificaciones, mala fe, dolo, ignorancia, promesas irresponsables, ventilación del tráfico de influencias, -que confirman la gran corrupción que sigue sufriendo México- y de mucho dinero gastado, del cual el setenta por ciento quedó en manos de los medios de comunicación; deja, en vísperas de las elecciones, un escenario incierto y preocupante.
Dentro de este escenario, la frágil democracia que se vive en el país, se tambalea, está lastimada y está en riesgo. Frente a ella, como efecto de las campañas, late una doble amenaza… Por una parte, el voto útil, el voto del miedo y el voto comprado, que están al acecho... Y por la otra, el resultado de la elección misma, y el día después… el tres de julio; aún cuando se haya pactado el absurdo; lo que no se puede pactar: el pacto de la civilidad y de respeto a la Ley.
Esta doble amenaza la ha propiciado la manipulación de los candidatos y los partidos, y se debe, a que el voto libre, el cual debiera haber sido el principal actor en las campañas, no se promovió y quedó casi fuera del escenario político que se vive. El voto libre, el que emana de la razón y del convencimiento, el que trasciende lo personal, anhelando el bienestar de todos, no fue promovido por que no conviene.
El ejercicio del sufragio, es la esencia más profunda de la democracia y es a través del voto libre que la democracia se cuida, se enriquece y se acrecienta, sobre todo la nuestra, que está en formación y sujeta con alfileres. La democracia es una actitud ciudadana y de acuerdo a ella, la democracia se fortalece y fortalece a las instituciones o se debilita y las debilita.
A través del sufragio, México tiene la posibilidad de fortalecer y acrecentar su democracia. ¿Cuál quiere México?
¿La que emana del voto útil? ¿Útil para qué o para quién? Esta experiencia ya la vivió el país en las elecciones de hace seis años, en las cuales, hasta el cansancio, se promovió este voto y su utilidad inmediata, bajo la premisa de la absoluta necesidad de sacar al PRI de Los Pinos; sin embargo, se escondió la utilidad mediata del mismo voto útil, que no era otra cosa que el interés particular de Fox, quien sin oficio político, se olvidó de su partido y junto a él metió a Los Pinos a su entonces compañera Martha Sahagún, que tanto ha dañado al presidente y por lo tanto al país. Por ello, por ya haberlo experimentado, este tipo de voto, debiera estar superado, ya que es inmoral desde la propuesta, por la utilidad escondida del que la propone.
¿Quiere México la democracia que proviene del voto del miedo? ¿Miedo a qué o a quién? ¿A una propuesta que ciertamente es para los que menos tienen y los que menos se han beneficiado de la riqueza de este país? ¿Miedo de que todos obligatoriamente cumplan con el pago de los impuestos y se acaben las tasas cero? ¿Miedo a que se acote el tráfico de influencias? ¿Miedo por que lleva consigo la idea de compartir este país que es para todos? ¿O será el miedo por todos los rijosos que acompañan la propuesta? ¿Quién se beneficia de este voto del miedo? ¿Acaso habrá a un santo sin mácula?... Preguntas sin respuesta, ya que no hemos vivido esta experiencia, ni se han llevado a cabo los supuestos, por ello tan sólo contamos con interrogantes.
¿Quiere México la democracia que emana del voto comprado? ¿Más de lo mismo? ¿De pobreza? ¿De injusticia? ¿De ignorancia? ¿Del agandalle de políticos sin escrúpulos?
Si el voto vale una despensa, lo cual es válido para el que nada tiene, e inmoral para el que lo compra… estamos condenados a más y más corrupción. Estamos condenados a una inacabable corrupción y a una clase política despreciable.
México, aún tiene tiempo de atender la última llamada y cambiar su escenario en estos ocho días. Ahí está el voto libre. ¿Por quién votar? ¿A quién elegir? México no tiene favoritos, tan sólo tiene necesidades. México quiere al que quiera la mayoría de los mexicanos, tan sólo les pide que basen su querer, no en los latidos de su corazón, sino ponderando, razonando, las necesidades del país, que son muchas y quién de los candidatos tiene las cualidades, el oficio, el temple, para encaminar al país en busca de sus soluciones.
El voto libre está ahí… es la última llamada.
Por lo pronto, el día de hoy, ¡que gane México a la Argentina!