Al conocerse la información del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), con la supuesta contabilidad de los votos de casi el cien por ciento de las casillas, un compañero de trabajo me dijo: “traigo la moral por los suelos, ya nos ganaron”. Él y yo votamos, como muchos millones de mexicanos, por el licenciado Andrés Manuel López Obrador. De inmediato le repliqué sobre lo equivocado de su actitud, pues estoy convencido, y así se lo expresé, de que si algo debemos tener en alto quienes votamos por López Obrador es nuestra moral. No nos equivocamos al emitir nuestro voto por alguien que ha mostrado firmeza y congruencia en el decir y en el actuar, que ha hecho evidente su capacidad de Gobierno y que tomó en serio su compromiso con los pobres de este país. No son estos atributos menores.
Andrés Manuel López Obrador hoy por hoy sigue teniendo credibilidad, pese a las campañas mediáticas en su contra, y eso no es fácil conseguirlo. ¿Por qué le creemos? Porque ha demostrado que tenía la razón en diversos casos y distintos momentos en que no se le concedía y se le atacaba, porque ha sabido cumplir cabalmente sus compromisos de campaña, porque no se ha puesto al servicio de los dueños del dinero en este país o más allá de las fronteras, porque no le han podido probar deshonestidad o corrupción en su desempeño público y porque no se ha prestado a negociar “en lo oscurito” con quienes detentan el poder político. ¿Que ha cometido errores? Sí, ya lo he dicho antes: ni es ángel ni es demonio. Es un ser humano con limitaciones y potencialidades, pero al que debe juzgarse por los resultados de sus acciones como político y gobernante. No será difícil constatar que el saldo es positivo.
No sabemos qué pasará una vez que el Tribunal Federal Electoral tome bajo su responsabilidad esta última fase del proceso de elección presidencial, no sabemos si se confirmará a quien aparece como ganador de la contienda según el PREP y el conteo distrital, o si se abrirán los paquetes para que se cuenten los votos uno por uno y con ello legitimar la elección independientemente del resultado. Por el bien de la República debe ocurrir esto último, pues es imperativo despejar las dudas que han quedado sembradas a lo largo del proceso electoral, especialmente desde que se fueron presentando evidencias sobre la manipulación del padrón, al igual que la confirmación de las graves inconsistencias del PREP, con la existencia de millones de votos que no fueron contabilizados inicialmente y de lo cual no se informó a la opinión pública. El Trife debe contribuir a dar certeza a todos los mexicanos, pues millones consideramos que esta es una elección bajo sospecha, la cual sólo podrá limpiarse con el conteo puntual de cada una de las boletas depositadas en las urnas el pasado domingo dos de julio.
Pero decía que independientemente del resultado final, me queda claro que ha valido la pena apoyar el Proyecto Alternativo de Nación que encabeza López Obrador con mucha dignidad y con un ejercicio no ortodoxo de la política, lo que le ha permitido resistir los embates en su contra desde que inició su desempeño como jefe de Gobierno en el Distrito Federal y que se le vio como fuerte aspirante a la Presidencia de la República, con un proyecto distinto al del grupo en el poder. Estoy seguro que no fue fácil hacer un buen Gobierno en el D.F., en beneficio de la gente, teniendo en contra al presidente Fox y los diputados del PRIAN que afectaron en materia de presupuesto la Administración de AMLO. Y qué decir del uso de la investidura presidencial y los instrumentos del Estado para buscar eliminarlo de la contienda por la primera magistratura a través del desafuero. Pero sobre todo no olvidar la campaña más sucia de que se tenga memoria, desde el partido en el poder en contra de un político de oposición, con la intervención del presidente de la República, la injerencia de políticos y asesores extranjeros y la abierta participación de la cúpula empresarial infundiendo miedo a los votantes.
A todo lo anterior se ha sabido responder y se ha podido enfrentar por parte de AMLO, su equipo y sus seguidores. Por ello, a unos días de conocer en definitiva el resultado de esta elección tan competida, donde ha quedado de manifiesto que se confrontaron dos proyectos de nación, dos visiones diferentes sobre el ejercicio de la política y dos principales personajes que responden a intereses muy distintos, tengo la firme convicción de que gane o no la Presidencia de la República el licenciado Andrés Manuel López Obrador nos deja una lección de dignidad y muchas otras enseñanzas; pero, además, el convencimiento de que tenemos líder para rato, que no tranza, que no hace a un lado sus principios y, sobre todo, que no abandona a la gente con la que está comprometido. Habrá que esperar, pero estos son tiempos de definiciones y no podemos andar con medias tintas en cuanto a toma de posición, defensa de los ideales y participación democrática, hasta lograr el verdadero cambio que beneficie realmente a las mayorías y termine con los insultantes privilegios de unos cuantos pegados a la ubre del poder que hoy detenta la ultraderecha en este país.