“No puedo criticar lo que no puedo
comprender”.
Charles Rosin
Me da la impresión de que muchos de los críticos más vociferantes de la nueva Ley de Radio, Televisión y Telecomunicaciones no la han leído siquiera. Sólo así puedo entender, por ejemplo, que se diga que las empresas televisoras obtendrán miles de millones de dólares por mantener sus actuales canales analógicos cuando terminen la migración a los canales digitales en los que transmitirán televisión de alta definición cuando esto es, simplemente, falso. Los actuales canales analógicos se devolverán al Estado cuando termine la migración. Y si bien es verdad que la tecnología digital permitirá un mejor uso de los canales digitales, considero correcto que las empresas tengan el incentivo de utilizar de la mejor manera posible sus frecuencias. De hecho, la pura televisión de alta definición se llevará la mayor parte del espectro que están recibiendo.
No es fácil leer la nueva Ley, por supuesto. Muchos de sus artículos son muy técnicos. No basta, por otra parte, con revisar la iniciativa. Se necesita hacer referencia constante a la Legislación ahora vigente para entender lo que plantea.
Entre más leo la iniciativa, sin embargo, más encuentro que algunos de sus puntos fundamentales son positivos. Estoy convencido de que las frecuencias de radio y televisión deben licitarse y no entregarse por decisión unilateral del poder Ejecutivo como se hace hasta ahora. Debo reconocer, empero, que el proceso de licitación no es tan claro como podría quedar. El Artículo 17-A de la iniciativa, por ejemplo, dispone que para dar las concesiones se deberán considerar los “objetivos sociales” del Artículo quinto de la Ley, los cuales son ambiguos y por lo tanto se prestan a una interpretación discrecional. En mi opinión las concesiones deben darse simple y llanamente a aquellos que, cumpliendo con una serie de requisitos claros, ofrezcan más por las frecuencias.
Para garantizar medios electrónicos independientes, por otra parte, es indispensable también que la renovación de las concesiones pueda darse con transparencia y equidad y que ningún Gobierno pueda cancelar una concesión de manera discrecional. La nueva Ley impedirá que siga pendiendo sobre los actuales radiodifusores y televisoras la actual espada de Damocles con la amenaza de que se cancelarán sus concesiones si no se ajustan a una determinada línea política.
Es muy importante, por supuesto, evitar la concentración de frecuencias en unas cuantas manos. Pero la mejor forma de hacerlo es fortalecer el papel de la Comisión Federal de Competencia. Ésta debe tener la capacidad de vetar concesiones o transacciones que concentran en exceso el mercado. La iniciativa establece en el Artículo 17-E que se debe consultar a la Comisión, pero la redacción debe modificarse para que se requiera explícitamente su autorización.
Hay otros aspectos en los que parece que la iniciativa podría mejorarse. Por ejemplo, la posibilidad de que las empresas de radio y televisión puedan incursionar en telecomunicaciones es bastante clara, pero el procedimiento contrario, para que las empresas de telecomunicaciones entren a radio y televisión, es bastante más difícil. En aras de una mayor competencia en un mundo que tiende inevitablemente a la convergencia de radio, televisión y telecomunicaciones, lo ideal sería que hubiera una avenida de dos vías con la misma libertad para transitar de un lado al otro.
Preocupa también que la Comisión Federal de Telecomunicaciones, la Cofetel, no adquiera una autonomía real en esta nueva Ley, sino que sus decisiones puedan ser revisadas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, o que se pretenda nombrar a sus miembros en este sexenio para que sus periodos de Gobierno tengan vigencia en el sexenio que viene. Es absurdo, por otra parte, que se prohíba a los actuales comisionados ocupar cargos en la próxima Cofetel.
Un punto que reducirá la competencia es el Artículo 23 de la iniciativa, según el cual no se podrán ceder las concesiones, ni darlas en garantía ni en asociación a empresas extranjeras. En otras palabras, las empresas mexicanas no podrían utilizar sus concesiones como garantía en préstamos o asociaciones internacionales. Esta modificación haría ilegal que se hicieran nuevas sociedades, como la que Televisa tiene con el Grupo Prisa en Televisa Radio. El artículo impediría, incluso, el ingreso de inversión neutra a radio y televisión. Esto es inaceptable en los tiempos de la globalización.
Hay ajustes que se le pueden o deben hacer a la nueva Ley. Pero los puntos fundamentales de licitar las frecuencias y de eliminar la discrecionalidad en el otorgamiento o renovación de concesiones son indispensables. Esta Ley es positiva, por otra parte, porque no trata de meterse en la regulación de los contenidos, como trató de hacerlo la llamada Ley Corral.
VUELTA ATRÁS
Si alguna duda había sobre la esquizofrenia en la campaña del PAN, baste ver la suerte del comercial sobre la impunidad que protagonizan Andrés Manuel López Obrador y Hugo Chávez. El domingo se canceló, pero un día después se decidió mantenerlo al aire.¿Quién está al mando en la campaña? ¿Realmente tiene una estrategia?
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