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Listas para la batalla

El Universal-AEE

MÉXICO, DF.- Es un documento amarillento resguardado en el Museo del Ejército Mexicano. Ahí, una mujer reclama sus derechos para ser reconocida como ?veterano de la Revolución?. En el renglón donde le preguntan la razón por la que fue dada de baja, ella escribió: por ser mujer.

Actualmente, en el mundo del espectáculo existe un grupo de mujeres que han dado batallas para no ser discriminadas, alzando la voz para defender sus derechos.

PLECAS ROJAS

Es toda una Adelita

Su apellido connota ya de por sí una lucha. La última de ellas, en un aeropuerto de Venezuela, en donde Ely Guerra armó su más reciente ?revolución? en defensa de sus derechos.

?Una militar me revisó de una manera que no me gustó. Protesté y casi me dejan en Venezuela. Ya no querían que subiera al avión, entonces armé una revolución.

?Hice una carta dirigida al embajador de México en ese país y le dije que no estaba de acuerdo con la manera en que me habían tratado. Que consideraba, inclusive, que tenía que intervenir Derechos Humanos, porque me hicieron un cateo singular que en ningún país me habían hecho?.

Y puesto que su apellido es Guerra, la intérprete se ha sentido, en diversas ocasiones, como una Adelita.

?Yo creo que muchas veces en esta carrera he sido una adelita. En un principio estaba muy solita y sentía como que no había mucha batalla, las pocas mujeres contemporáneas que había no éramos en realidad amigas, éramos conocidas, entonces no había como esa fuerza. Por otro lado, las que había, y que siempre me han apoyado, son mujeres mayores que yo, ahí era como una estudiante, pero a la guerra me fui siempre sola?.

Amiga defensora

Por supuesto, hay mujeres que también creen en las revoluciones internas, como la actriz Regina Orozco: ?Yo creo que hago la revolución a diario conmigo misma, porque genéticamente las mujeres tenemos una especie de freno. Así que a diario le tengo que estar echando ganas; ésa es mi pequeña revolución hacia mí misma. He dado de gritos, he pegado. En mis espectáculos también abogo por el respeto a las mujeres?.

Y es que ella es capaz de aglutinar y contener a todas las mujeres, tal como sucede en sus espectáculos, pues ahí convoca lo mismo a la sufridora que a la malquerida, a la vituperada, todo es posible en el universo de Regina, todo es proporcional, incluso ser Adelita.

?¿Así con mis cananitas y todo? Sí, me he sentido así, como no, sí... cuando voy y exijo mis derechos, en algunas marchas, aunque en general no voy a marchas, porque grito mucho y me quedo sin voz pero, bueno, pues cuando apoyo a amigos que tienen broncas, igual en defensa de amigos, en defensa de la justicia o en marchas gays?.

Guerrera incondicional

Otra de estas ?guerreras? es la actriz Astrid Hadad, quien considera que el arte sigue siendo una trinchera desde la cual se pueden defender los derechos de las mujeres, y entonces dejar de ser sólo una cantante políticamente correcta para convertirse en una adelita que no rinde su corazón ni su independencia a nadie.

?Cada vez que estoy sobre el escenario armo una revolución para defender mis derechos, porque en cuanto hablo del placer, que tanto se nos ha negado a las mujeres, es una forma de defender uno de nuestros derechos?.

Y destaca: ?No tengo la pretensión de que el arte vaya a cambiar al mundo pero creo que sí puede influir en muchas formas para que la gente sea mejor, por lo menos que sirva para modificar su espíritu?.

Lucha en la pantalla

Mirada de mujer fue una telenovela diferente: era una historia de amor, pero no protagonizada por la clásica Cenicienta de cintura breve, sino por una mujer madura, inteligente y que enfrentaba los prejuicios de enamorarse de un hombre joven.

La actriz que encarnó a esta mujer de nombre María Inés fue Angélica Aragón, quien de paso se convirtió en un ícono que rompió estereotipos, y provocó una discusión sobre la importancia de que ser mujer representa más que ser un objeto de adorno en la casa.

Respecto a la trascendecia de su personaje, Aragón explicó en entrevista con la BBC de Londres que: ?El hecho de que en un país de machos se contaran historias de mujeres, me pareció que era un proceso que acompañaba el despertar de la condición de mujer?.

?Hace 50 años, cuando México era un país de machos, ya había historias escritas por mujeres, porque antes la mayoría de las telenovelas las escribían las mujeres?.

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