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Llamarada de petate

Gilberto Serna

Al Gobierno que preside Vicente Fox se le está convirtiendo en un molesto mosco, que le revolotea en la oreja, lo declarado “mediática y estridente” del embajador Antonio Garza, acerca de la inseguridad que priva en la frontera. Le reclama que no ha recurrido a los canales diplomáticos haciendo declaraciones que se ventilan en los medios que tienen como destino la “galería”. Esto lo dice una dependencia que se encarga de las relaciones exteriores que no especifica qué debemos entender cuando usa ese concepto. Si recuerdo bien en las antiguas salas cinematográficas se contaba, en la planta baja, con butacas en lo que se llamaba “luneta”, después, en la segunda planta, se encontraban el anfiteatro con sillería en sus gradas, y, por último, en el piso más alto había sólo gradas que se denominaba “galería”, sentándose los asistentes en el frío cemento. A este lugar, donde el boleto de entrada es el más barato, asiste el conjunto de espectadores u oyentes de origen popular, que suelen manifestar su opinión abiertamente acerca del espectáculo que está presenciando.

Todo surge, en esta vez, de los hechos ocurridos la semana pasada en Hundspeth, Texas, cuando individuos con uniformes y armas, a bordo de vehículos, aparentemente del Ejército Mexicano, impidieron con su intervención que un cargamento de droga fuera detenido por policías de Estados Unidos. El Gobierno de acá rechaza contundentemente que hayan participado elementos nuestros. Lo cierto es que este asunto está envuelto en circunstancias no muy claras para nosotros.

Veamos. Primero, el embajador ha ventilado el tema en la prensa en vez de utilizar los canales acostumbrados. Esto es, se advierte que su intención era provocar un escándalo público. Segundo, si los uniformados, armados, suponemos hasta los dientes, estaban en territorio estadounidense ¿por qué no fueron sometidos? ¿Debe entenderse que solamente se ensañan con pobres migrantes que a golpe de huarache intentan entrar a trabajar en el vecino país? No acaba ahí el chisme, el diario Los Ángeles Times publica que soldados mexicanos armados han estado incursionando desde tiempo atrás en territorio estadounidense que podrían haber tenido el propósito de ayudar a traficantes de drogas a realizar sus operaciones.

En efecto, he de coincidir con nuestro canciller en que le faltó mesura al embajador Tony Garza al hacer pública su queja en los medios antes que en cualquier otro lado. Este es un asunto muy serio tanto para un Gobierno como para el otro. Sin embargo creo tiene como explicación: la tirria que le tomó el presidente George W. Bush a su homólogo Vicente Fox después que había asistido al rancho de San Cristóbal, aquí en México, donde se le vio muy amigable. De entonces a acá se dieron sucesos que descompusieron la relación. He de suponer que el embajador no se manda solo y que si ha recurrido a los medios ha sido por que así se lo ordenaron desde Washington. De ahí que se haya brincado por encima de los canales oficiales de comunicación entre estados y gobiernos. Hay en esta ocasión un trato que no conviene a ninguno de los dos. ¿Por qué mejor no esperar a que se demuestren, sin la menor duda, que los que resguardaban el transporte de la droga eran o no personal del Ejército? El vocero de la Presidencia aclaró que las personas que participaron en el incidente no eran efectivos del Ejército si no, en dado caso, narcotraficantes disfrazados de militares.

Lo que no se puede soslayar es que las buenas relaciones que se mencionan cada vez que hay un problema entre las dos naciones, produce reacciones encontradas. Hubo agrios reproches de parte de la cancillería mexicana que recordó hubo un informe del FBI en el que se dice que anteriormente se demostró que elementos del Pentágono participaron en la protección de personas que introducían drogas a ese vecino país.

También se quejó de que se haya ventilado el asunto en medios de información logrando hacer un espectáculo para el auditorio, aseverando que la nota diplomática enviada por el embajador Garza llegó a las oficinas de la cancillería a la misma hora que se enteraba a los medios de comunicación. Luego, ya en pleno berrinche, asentó que la cancillería buscará un diálogo con el Departamento de Estado y no con Antonio Garza, aunque se cuidó de bautizarlo de nuncio incómodo o persona non grata.

Total, sólo metralla verbal por ambos lados. Aquí diríamos que el asunto, hasta ahorita, puede ser calificado de llamarada de petate. Los actores en el proscenio: un embajador, con ínfulas de procónsul, un canciller con la bilis derramada, y un público en la galería festejando con grandes risotadas las ocurrencias de ambos.

Nota bene.-Tirria: Manía, odio u ojeriza hacia algo o alguien. También, disgusto, enojo.

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